Desde finales de la década de los noventa del siglo pasado hasta el día de hoy, el gasto militar ha crecido de forma muy notoria en todo el mundo, por encima del crecimiento del PIB. Ha habido un pequeño paréntesis de pausa de ese crecimiento durante los años de la crisis, pero desde el 2013 vuelve a repuntar. Los informes de los organismos internacionales como el del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), alertan, además, del aumento del número de conflictos armados en todo el mundo así como de la violencia que comportan. Otro factor que contribuye a este crecimiento en la venta de armas es el aumento de los conflictos internos, los llamados conflictos intermésticos, con las fuerzas armadas implicadas en la lucha contra el narcotráfico en México, o contras las mafias internas como en el caso de Brasil, o contra el terrorismo, en el caso de Francia. El caso de Francia es significativo, porqué Berlín ya ha dicho que haría la vista gorda si el aumento de déficit correspondía a seguridad y gasto militar. No pasa lo mismo cuando el déficit es generado por gasto social. El gasto militar crece a costa del gasto social en todo el mundo, una fórmula que alienta las desigualdades y, en consecuencia, los riesgos de nuevos conflictos. El gasto militar mundial, a la espera de los datos del 2015, continúa encabezado por los EUA, que acapara el 41% del total, con más de 600.000 millones de dólares. La China, con algo más de 200.000 le va a la zaga, y les siguen Rusia, Arabia Saudita, Francia, Gran Bretaña, Japón y Corea del Sur.
¿Responde este crecimiento a una situación coyuntural, o estamos ante un escenario futuro de confrontación de más envergadura? Me inclino a pensar más en la segunda opción que en la primera. En este momento hay en el mundo dos conflictos en marcha que comportan peligro de extensión cerca de Europa, un tercero que se encuentra en fase de latencia en la zona de Corea, el mar de Japón y en el de la China, además de múltiples enfrentamientos de distinta índole en África. De los conflictos en marcha, el de Siria es el que más riesgo comporta a corto plazo. Siria es un rompecabezas de difícil gestión, con riesgo de enfrentamiento entre los países de la OTAN y Rusia. El derribo de un caza ruso por la fuerza aérea turca el pasado mes de noviembre, el apoyo de los rusos a los kurdos de Siria para fastidiar a los turcos, las escaramuzas entre kurdos y turcos en la frontera, el apoyo occidental a los kurdos en su lucha contra ISIS, el bombardeo ruso de las zonas de influencia de la oposición a Bashar-al-Asad, la instalación del sistema de defensa antiaérea S-400 Triumf en una zona a en la que operan aviones de la coalición contra ISIS, principalmente americanos y franceses, el gran número de fuerzas navales rusas, americanas, francesas y turcas ante las costas de Siria y el Líbano, conforman un escenario perfecto para que una simple chispa genere el caos y un conflicto de dimensiones incontrolables. El otro escenario está en Europa, la guerra de Ucrania, aparentemente una guerra aletargada, pero en una zona de frontera fuertemente militarizada entre los países de la OTAN y Rusia.
El conflicto en Àsia, parece aun remoto, pero el crecimiento militar de la China, las brabuconerías de Corea del Norte, y la fuerte presencia americana y japonesa, no auguran nada bueno. Tanta acumulación de armamento en esa zona, no parece estar destinada a ser lucida sólo en los desfiles o en las maniobras.
En África hay muchos conflictos y no todos responden a la misma dinàmica. La guerra en Somalia, Nigeria, el Congo, Líbia, El Sudan o la república Centroafricana, pueden pasar de ser locales a convertirse en un futuro en escenarios de enfrentamiento entre las grandes potencias. El incremento del gasto militar de muchos países africanos, se explica en clave de política interna, es una forma de mantener la fidelidad del ejército con su gobierno, pero en realidad es una exigencia de las alianzas estratégicas de esos gobiernos con las potencias neocoloniales. Y esas potencias tienen intereses no siempre coincidentes.
El escenario de lucha bipolar entre los EUA y la Unión Soviética que caracterizó la Guerra Fría se ha transformado en algo nuevo, sin definir ni acotar, más peligroso en potencia porqué los equilibrios de la mutua destrucción asegurada aun no se han restablecido, porque crece la posibilidad de conflictos multilaterales, con enfrentamientos cruzados y con un potencial de extensión muy elevado, y todo ello con estados que disponen de armamento nuclear. El incremento del gasto militar es aparentemente una respuesta a esa situación de incertidumbre, pero es también un poderoso aliento a la confrontación. Estamos ante las puertas de una tercera Guerra Mundial? A priori parece un escenario impensable, pero las políticas armamentísticas de los gobiernos, y la situación de desequilibrio mundial fruto del fin de la guerra fría, parecen indicar lo contrario.
Fuentes: Público.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No se admiten comentarios con datos personales como teléfonos, direcciones o publicidad encubierta