Documento 5
La incapacidad de la criatura finita de llegar al Padre infinito está implícita, no en el retraimiento del Padre, sino en la finitud y limitaciones materiales de los seres creados. La magnitud de la diferencia espiritual entre la más alta personalidad de existencia universal y los grupos más bajos de inteligencias creadas, es inconcebible. Si fuera posible transportar instantáneamente las inteligencias más bajas ante la presencia del Padre mismo, no sabrían reconocer que están allí. Serían tan insensibles a la presencia del Padre Universal allí como lo son donde se encuentran ahora. El hombre mortal ha de recorrer un camino largo, muy largo, antes de que pueda de manera coherente y dentro de los dominios de lo posible solicitar salvoconducto a la presencia paradisiaca del Padre Universal. Espiritualmente, el hombre debe pasar por muchas traslaciones antes de que pueda alcanzar un plano que le permita la visión espiritual, que lo capacitará para ver por lo menos a uno de los Siete Espíritus Rectores.
Nuestro Padre no está oculto, ni se encuentra arbitrariamente en reclusión. Él ha movilizado los recursos de la sabiduría divina en un esfuerzo sin fin para revelarse a los hijos de sus dominios universales. Hay una infinita grandeza y una generosidad inefable relacionadas con la majestad de su amor, que lo lleva a anhelar la asociación con todos los seres creados que puedan comprenderlo, amarlo o acercarse a él; y son, por consiguiente, las limitaciones inherentes a ti, inseparables de tu personalidad finita y de tu existencia material, las que determinan el tiempo y el lugar y las circunstancias en que puedes alcanzar la meta del viaje de ascensión mortal y gozar de la presencia del Padre en el centro de todas las cosas.
Aunque el acercamiento a la presencia del Padre en el Paraíso debe esperar a que alcancéis los más altos niveles finitos de progresión espiritual, debéis regocijaros en el reconocimiento de la posibilidad siempre presente de una comunión inmediata con el espíritu otorgado por el Padre y tan íntimamente asociado con vuestra alma y con vuestro ser espiritualizante.
Los mortales de los dominios del tiempo y el espacio pueden diferir grandemente en capacidades innatas y en dotes intelectuales, pueden contar con ambientes excepcionalmente favorables al avance social y al progreso moral, o bien pueden sufrir de la carencia de casi toda ayuda humana a la cultura y a los supuestos avances en las artes de la civilización; pero las posibilidades del progreso espiritual en la carrera de la ascensión son iguales para todos; es posible alcanzar niveles crecientes de discernimiento espiritual y de significados cósmicos independientemente de todas las diferencias sociomorales de los ambientes materiales diversificados en los mundos evolutivos.
Por mucho que los mortales de Urantia puedan diferir en sus oportunidades y dotes intelectuales, sociales, económicas e incluso morales, no olvidéis que su dote espiritual es uniforme y única. Todos ellos disfrutan de la misma presencia divina de la dádiva del Padre, y todos cuentan con el idéntico privilegio de poder procurar una íntima comunión personal con el espíritu residente de origen divino, a la vez que todos pueden igualmente elegir aceptar la uniforme dirección espiritual de estos Monitores Misteriosos.
Si el hombre mortal está sincera y espiritualmente motivado y consagrado sin reservas al hacer la voluntad del Padre, entonces, puesto que está tan certera y efectivamente dotado por el Ajustador divino que mora en él, no puede dejar de materializarse en la experiencia de ese individuo la conciencia sublime de conocer a Dios y la excelsa certidumbre de sobrevivir para el propósito de encontrar a Dios mediante la experiencia progresiva de hacerse cada vez más semejante a él.
El hombre está espiritualmente habitado por un Ajustador del Pensamiento sobreviviente. Si la mente de un hombre está sincera y espiritualmente motivada, si tal alma humana desea conocer a Dios y hacerse como él, si honestamente desea hacer la voluntad del Padre, no hay influencia negativa alguna de carencia mortal ni fuerza positiva de posible interferencia que pueda prevenir la ascensión certera de dicha alma divinamente motivada, hasta las puertas del Paraíso.
El Padre desea que todas sus criaturas estén en comunión personal con él. Él tiene un lugar en el Paraíso para recibir a todos los que por su estado de supervivencia y naturaleza espiritual hacen posible tal logro. Por lo tanto, asentad en vuestra filosofía ahora y para siempre: para cada uno de vosotros y para todos nosotros, Dios es accesible, el Padre es alcanzable, el camino está abierto; las fuerzas del amor divino y los medios y arbitrios de la administración divina se entrelazan para facilitar el avance de todas las inteligencias merecedoras de todos los universos hasta la presencia en el Paraíso del Padre Universal.
El hecho de que llegar hasta Dios conlleva un tiempo inmenso no hace menos real la presencia y personalidad del Infinito. Vuestra ascensión es una parte del circuito de los siete superuniversos, y aunque gires alrededor por veces incontables, puedes esperar, en espíritu y en estado, estar siempre avanzando hacia el centro. Puedes confiar en que serás trasladado de esfera a esfera, desde los circuitos exteriores hasta el centro interior, y algún día, no dudes, te encontrarás ante la presencia divina y central y le verás, figurativamente hablando, cara a cara. Es cuestión de alcanzar los niveles espirituales reales y literales; y a estos niveles espirituales puede llegar cualquier ser en que haya residido un Monitor Misterioso, y que posteriormente se haya fusionado eternamente con este Ajustador del Pensamiento.
El Padre no se oculta espiritualmente, pero muchas de sus criaturas se han ocultado en las brumas de sus propias decisiones obstinadas y por ahora se han distanciado de la comunión con su espíritu y el espíritu de su Hijo por haber elegido sus propios caminos perversos y por permitirse la arrogancia de sus mentes intolerantes y de sus naturalezas no espirituales.
El hombre mortal puede acercarse a Dios y puede abandonar repetidamente la voluntad divina mientras conserve la facultad de elegir. La sentencia del hombre no está sellada hasta cuando haya perdido la facultad de elegir la voluntad del Padre. El corazón del Padre no se cierra jamás a las necesidades y solicitudes de sus hijos. Son sus vástagos los que cierran sus corazones para siempre al poder de atracción del Padre cuando finalmente y para siempre pierden el deseo de hacer su divina voluntad: conocerle y ser semejante a él. Del mismo modo, el eterno destino del hombre está asegurado cuando la fusión con el Ajustador proclama al universo que ese ascendiente ha hecho la elección definitiva e irrevocable de vivir la voluntad del Padre.
El gran Dios hace contacto directo con la mente del hombre mortal y le otorga una parte de su ser infinito, eterno e incomprensible para que viva y habite dentro de él. Dios se ha embarcado en la aventura eterna con el hombre. Si cedéis a las fuerzas espirituales que moran dentro y en torno a vosotros no podréis dejar de alcanzar el alto destino establecido por un Dios amoroso como meta universal para sus criaturas ascendentes de los mundos evolutivos del espacio.
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