Cómo
hacerlo
Mark Ward
El primer paso fue conseguir unas
bitcoins para pagar la pequeña cuota que Corallo cobra por generar una copia
del software de la moneda.
Esto
resultó ser un obstáculo, ya que es difícil comprar bitcoins rápidamente. Yo
quería poner alguna barrera de seguridad entre yo y el que me los vendiera, así
que usé la aplicación Barclays Pingit en un teléfono inteligente para comprar
monedas a través de la página web BitBargain.se usan en muchos comercios.
Con
Bitcoins guardados de forma segura en mi billetera digital, le transferí
algunos a Corallo y, al igual que muchos otros cientos de personas, completé el
formulario que define cómo funcionaría mi moneda, ahora apodada beebcoins("beeb"
es el nombre con el que llamamos cariñosamente a la BBC).
Decidí que habría un máximo de 21
millones de beebcoins, elegí una abreviatura (BBC), un logo e hice algunas
elecciones sobre las entrañas técnicas del sistema Beebcoin.
El siguiente paso fue instalar el
software en varios ordenadores y luego conseguir que intercomunicaran para
formar la pequeña red necesaria para fabricar las monedas. Por definición, las
criptomonedas funcionan en estructuras de comunidad, y resulta que tengo
suficientes ordenadores en casa - siete la última vez que las conté- como para
formar esa comunidad y empezar a excavar en la mina virtual.
Coingen ofrece poco soporte técnico, así
que recorrí la web en busca de ayuda y encontré una lista de pasos a seguir.
Escribí comandos en la línea de
comandos, conecté las máquinas entre sí, armé la red de mi casa y puse cada una
a hacer complicados cálculos matemáticos para generar monedas.
A los 20 minutos apareció el primer
mensaje diciéndome que habían sido creadas algunas monedas. Lamentablemente,
eso no significaba que podía empezar a transferirlas o compartirlas de
inmediato. En cambio, las beebcoins tenían que "madurar". Los equipos
tenían que completar mucho más trabajo antes de que la excavación diera sus
frutos.
Gasto
En total, las máquinas tardaron seis
horas a plena velocidad en completar el trabajo necesario para obtener esas
monedas. Ahora tengo miles de ellas. Me pregunto cuánto gasté en electricidad
para hacerlas...
Se me ocurrió entonces que si quería
convertir las beebcoins en una moneda real iba a necesitar mucho más que
ordenadores. Hacía falta un trabajo de marketing para que la gente valorara la
moneda y me ayudara con más ordenadores o incluso dinero en efectivo real.
También iba a necesitar personas con más
habilidades de programación que las mías para añadir darle un aspecto más
amigable al sistema generador de efectivo virtual.
Por el momento, las beebcoins tienen
cero valor monetario, a menos que haya alguien por ahí que quiera quitármelas
de las manos. Escucho ofertas
El
duro trabajo que da ir más allá de lo básico fue expuesto por el sitio de
noticias tecnológicas Ars Technica, que creó su propia criptomoneda: las Ars Coins. Para
ello reclutó a unos pocos desarrolladores y aun así tuvo problemas cuando lanzó
la moneda a sus lectores. Fue difícil resolverlos y lograr que la gente las
comprara.
Pero incluso así, la única recompensa
que pudo ofrecerles fue darles iconos especiales en los mensajes que enviaban a
los foros de discusión de la revista.
En mi caso, la experiencia me hizo
comprender mejor cómo funcionan las monedas virtuales y por qué algunas
fracasan y otras tienen éxito. El valor de estas monedas virtuales se basa, al
igual que las cosas reales, en lo que la gente está dispuesta a pagar.
Es tal vez por eso que muchas de estas
monedas giran en torno a una comunidad en línea, cuyos miembros invierten en
esa idea y premian el buen comportamiento de los otros miembros.
Por el momento, las beebcoins tienen
cero valor monetario,
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