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24 de febrero de 2016

Estados Unidos pospone su quiebra


De cómo Estados Unidos pospone su quiebra y aumenta la pobreza, imprimiendo billetes indiscriminadamente De OBLIGADA LECTURA


Adán Salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)

Una de las ventajas que se lograron cuando se creó al así llamado papel moneda, fue que no siempre el soberano o gobernante en turno, así como su administración, debían de comprobar que, en efecto, poseían los metales preciosos o semipreciosos que ampararan el valor total de las distintas emisiones de billetes que se hacían.
Claro que, en principio, el papel moneda se creó cuando en las postrimerías del capitalismo, allá por el año 1200, era más fácil comerciar con letras de cambio emitidas por banqueros que amparaban el depósito de tal o cual persona, comerciantes sobre todo, con tal de que éstos no cargaran con todo el metálico efectivo.

Sin embargo, con el tiempo, la emisión de dinero pasó de ser un atributo sólo de los banqueros, a una función exclusiva del estado, quien desde entonces fue el único autorizado para imprimir billetes y acuñar monedas.

Pero, como dije, cuando los gobernantes se endeudaban en exceso, más allá de la capacidad de los cofres reales, entonces venía muy bien la impresión de billetes, sin nada realmente que los sustentara, excepto el gobierno y su permanencia en el poder.

En México, por ejemplo, esa atribución, la emplearon bastante los distintos bandos revolucionarios, como el de Pancho Villa, quienes imprimían billetes en las zonas que controlaban, con tal de adquirir viandas o pertrechos, obligando a los vendedores aceptar ese “dinero”, amparado por el jefe en turno.

Sin embargo, cuando dicho jefe caía y huía del lugar, los billetes emitidos quedaban sólo como enormes montones de papel, que no valían, justamente, ni el papel en que se habían impreso.




Eso explicaría, la emisión desproporcionada de billetes, en parte, que en la historia hayan existido fenómenos hiperinflacionarios tan absurdos que, por ejemplo, en la derrotada Alemania, posterior a la primera guerra mundial, en 1923, había billetes de 100,000,000,000,000 marcos (cien billones de marcos) que servían sólo para adquirir una hogaza de pan.

Y eso se dio en muy corto tiempo, pues en 1922, los billetes de mayor denominación eran de 50000 marcos. Claro, era entendible, pues la vencida Alemania, no había logrado aún reorganizar su destrozada economía y la mayoría de sus necesidades debían de llenarse con importaciones.

Si un país importa más de lo que exporta, entonces comienza un desbalance en sus finanzas y su economía, debido al creciente déficit que se va generando.

Así, la “solución” es, simplemente, imprimir más y más dinero (toneladas de dinero, literalmente).

En diciembre de 1923, el valor del devaluadísimo marco era de 4,200,000,000,000 por dólar. En ese mismo año, la inflación mensual era de 3,250,000%, es decir, que un producto que valiera, digamos, un marco al principio de enero, al final de ese mes valía 32500 marcos, ya que los precios se duplicaban cada dos días.

Tuvo que emitirse una nueva moneda, el Rentenmark, que eliminara tantos ceros, para que volviera a ser digamos que práctica la unidad monetaria.

Obviamente que en la actualidad, inmersos en la salvaje competencia capitalista, lo que ampara el valor de los billetes emitidos por un país, no se basa ya en la cantidad de oro o plata que posea (aunque últimamente se está regresando a eso, a atesorar oro o plata, como veremos adelante), sino en su capacidad productiva, tanto primaria, así como secundaria, o sea, que tenga buena agricultura, así como industria. Entonces, lo que importa ese país, debe de compensarse al menos con lo que exporta y si esto, exportar, supera a las importaciones, pues se tendrá un superávit.

uchos de los países que actualmente han caído en profundas crisis, como en el caso de Grecia, y los que seguirán cayendo, se debe, sobre todo, a que producen mucho menos en relación a lo que requieren, y por eso sus déficits están llegando a niveles enormes, que tardarán varios años en liquidar o, de plano, nunca lo harán.

Puede emplearse la analogía de aquella persona que ganando, digamos, 400 dólares mensuales, gaste 600, lo que requerirá que viva del crédito, pero súmenle a eso que si un día pierde su trabajo, o sea, dejara de producir, entonces estará mucho peor, dado que seguirá requiriendo gastar 600 dólares, pero ahora esos 600 dólares provendrán exclusivamente del crédito, hasta que quien le haya estado prestando, no lo haga más y decida de repente cobrarle el total de su abultada deuda.

Con esta fácil analogía, podremos entender, grosso modo, lo que está sucediendo en todo el mundo. Por eso algo común en todas estas quiebras de corporaciones y países es la frase sobreendeudamiento.

Y eso no ha exentado a ningún país, pues desde el inicio de la actual debacle económica (una de tantas que sufre crónicamente el capitalismo salvaje, pero de las que sale cada vez más debilitado), no sólo naciones individualmente han ido cayendo, víctimas de las irracionales imposiciones del capitalismo salvaje, sino regiones completas.

Estados Unidos fue quien comenzó a generar la debacle, que consideró “resuelta” a finales del 2009, dado que por su ya declinante dominio económico, simplemente la trasladó a otras regiones, como a la eurozona, que desde hace ya varios meses ha experimentado muy graves problemas económicos, como lo sucedido a Grecia, que comento antes. España y Portugal están en igual situación.

Y, por si fuera poco, Italia, considerada como uno de los “motores” económicos de la eurozona, junto con Francia y Alemania (este país, el más industrializado y productivo de los tres), también ya se declaró incapaz de hacer frente a sus deudas, sin la ayuda del Banco Central Europeo.

Eso lo logró Estados Unidos, trasladar la crisis, como señalé, debido a que como desde finales de los años 40’s, el dólar comenzó a imponerse como la divisa internacional de cambio, además de como fuente de ahorro, digamos, muchos países, justo por el poderío económico de Estados Unidos (que además “ayudó” a la reconstrucción europea y japonesa, luego de la segunda guerra), procuraban tener suficientes reservas de dólares, así que esa moneda terminó por ser aceptada en todas partes como medio de pago y de ahorro.

Y si en un principio, en efecto, dada la fuerte economía de Estados Unidos, el dólar era una muy confiable divisa, con los años, ante la pérdida de ese poderío económico estadounidense, ahora ya está dejando de serlo, mucho más pronto de lo que podría esperarse, sobre todo porque Estados Unidos se ha ido desindustrializando, gracias principalmente a sus corporaciones, las que han ido monopolizando la producción industrial en dicho país, destruyendo a otras industrias y “optimizando” a los trabajadores en activo, o sea, explotándolos más, con tal de producir más mercancías con menos trabajo.

Sin embargo, lo más grave es que se han ido llevando a zonas salariales más bajas los empleos, no sólo los de cuello azul, sino también los de cuello blanco, o sea, los administrativos, los gerenciales.

Escribí hace unos meses un artículo acerca de esa situación, titulado “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo Estados Unidos está quebrando”, en el que analizo justamente la cuestión de su desindustrialización, que actualmente sólo abarca menos del 11.7% de sus actividades económicas (verlo en este mismo blog.

En 1982, Lee Iacocca, famoso empresario automotriz, que cuenta entre sus triunfos haber salvado a la Chrysler de una de sus tantas quiebras, refiriéndose a la desindustrialización estadounidense, vaticinó que “No sé cuándo despertaremos de letargo, pero conviene que sea pronto, pues de lo contrario, dentro de unos años nuestro bagaje económico se reducirá a los autobancos, los puestos de hamburguesas y las galerías de videojuegos”.

En efecto, basta ir a cualquier ciudad de Estados Unidos y casi todo se reduce a comercios, malls y parques de diversiones).

También analizo en dicho artículo que eso, la desindustrialización, le ha generado a Estados Unidos un enorme déficit gubernamental, de casi dos billones de dólares ($2,000,000,000,000), así como una deuda pública y privada de casi 15 billones de dólares (15,000,000,000,000), que representa casi un 95% de su PIB del 2011 ($15.3 billones de dólares).

Eso, como indiqué en ese trabajo, da claras señales de que Estados Unidos pronto va a dejar de ser solvente y que el dólar sólo se está sosteniendo debido a la indiscriminada impresión de billetes.

Incluso, comenté allí mismo que por esa situación, dada la inminente quiebra de Estados Unidos, sus barones del dinero están buscando “seguras” inversiones, y una de ellas ha sido comprar oro y/o plata, ya que son fuentes de riqueza “legítimas”, o sea, no requieren de la estabilidad de un país para tener su valor.

Lo mismo pasa con las mercancías, las tierras, los mares, los bosques… que representan riqueza verdadera (si simplemente se desconocieran las “leyes” del capitalismo salvaje, no habría ningún problema, dado que tenemos todos los recursos naturales y humanos para salir adelante).

Justamente porque los metales preciosos como el oro están siendo tan demandados, las empresas mineras mundiales están en una fiebre explotadora en busca de nuevos sitios con tal de encontrar oro, cueste lo que cueste y destrúyase lo que se destruya.

Aquí en México, por ejemplo, el entreguista, corrupto gobierno panista que nos mal administra, ha dado en “concesión” el 25% de nuestro territorio a las voraces, inescrupulosas compañías mineras, la mayoría canadienses, que destruyen todo a su paso, como el emblemático cerro de San Pedro, en San Luís Potosí, que quedó reducido a montañas de polvo y piedra molida, acabando con bosques, áreas verdes y envenenando tierras y acuíferos con miles de litros de cianuro, empleado para la separación del metal del material pétreo (es tan ineficiente la obtención de oro, que se requiere demoler una tonelada de material pétreo para obtener apenas 44 gramos de oro, una onza).

Y eso es una constante en todo el mundo, en lo que podría asemejarse a la fiebre del oro de los años 1850’s en Estados Unidos, cuando gambusinos incluso asesinaban o quemaban bosques completos, con tal de hacerse de mucho oro y volverse así muy ricos.

Eso es justo lo que está también demostrando que el otrora fuerte dólar, ahora está dando estertores, aproximándose rápidamente su fin como divisa y reserva universal.

Así, es tan grave el problema del endeudamiento de Estados Unidos que la Asociación Nacional de la Inflación, de ese país, considera que aún si todos los ciudadanos estadounidenses (los más de 310 millones que hay ya), fueran gravados en sus ingresos al cien por ciento, o sea, que el gobierno les quitara todo por completo, ni aún así se pagaría la deuda, se tendría que pedir prestado con tal de no colapsarse.

Y es que todas las quiebras, tanto de los bancos, así como de instituciones públicas, como las inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac, que se colapsaron en el verano del 2008 (ver en este mismo blog mi artículo “La crisis de los créditos en los Estados Unidos: la consecuencia de gobernarse por índices”, en donde abundo sobre la quiebra de esos organismos gubernamentales), han sido absorbidas por el gobierno, claro, empleando el dinero de los contribuyentes, los que han pagado los platos rotos de la voracidad financiera de los barones del dinero, quienes junto con las grandes corporaciones, han sido los directos responsables de la debacle que hoy se está viviendo.

Por ello se han dado las protestas recientes, aún en curso, de un creciente sector social estadounidense, no sólo de los estratos bajos, sino de los medios, tales como estudiantes o profesionistas, en contra del 1% de la población mundial, sí, la clase adinerada, los dueños del dinero, de la riqueza social y del futuro de toda la humanidad, que están afectando y literalmente matando de hambre al 99% de la población restante (y en todos lados es lo mismo.

En México, por ejemplo, recientemente se reveló que sólo el 0.17% de la población, osea, menos de 200,000 personas poseen casi el 42.5% del PIB nacional en valores de la Bolsa, o sea, casi la mitad del valor de la economía generada anualmente).

Y, como ya señalé, Estados Unidos ha ido aplazando su colapso gracias a que puede imprimir dólares, claro, mientras éstos aún sigan siendo aceptados, lo que ya está dejando de ocurrir. En muchos países, se están dejando de aceptar dólares como medio de pago. Cuba, por ejemplo, sólo acepta euros.

Sin embargo, tiene aún suerte Estados Unidos de que su divisa siga siendo aceptada, por ejemplo, para cotizar el petróleo, pues aunque en apariencia el barril sube en cuanto a su valor en dólares, como éstos cada vez valen menos, en realidad el petróleo lo compra Estados Unidos artificialmente barato, en relación con otros países, pero además lo hace con dólares que no tienen un sustento real, como ya mencioné. por eso el valor de la gasolina allí se mantiene digamos que bajo, en relación con otros países, que estarían pagando el precio real por dicho petróleo.

Por ejemplo, mientras en Estados Unidos el precio promedio de un galón de gasolina es de $3.61, en Canadá, es de $5.56, en Francia, es de $8.21, en Japón, cuesta $6.62, en Australia, se paga $5.41 y en China, $4.54 (el encarecimiento es porque como deben de pagar en dólares, al comprarlos, les resulta más caro, no así Estados Unidos, que sólo debe de imprimir billetes y ya).

Así que si el petróleo se cotizara ya en otra moneda, no se haría en su equivalente en dólar, sino en su precio real (que es mucho mayor al que actualmente se vende), por lo que Estados Unidos tendría que pagar ese petróleo con sus muy devaluados dólares y entonces, sí, será el principio de muy altos índices inflacionarios, como nunca antes se hayan visto allí, pues pagado el petróleo en precios reales, la gasolina también se vendería en su precio real, lo que iniciaría la espiral inflacionaria, además de que todas las demás importaciones subirían también.

Y ya ha habido reuniones “secretas”, digamos, de varios países árabes, quienes junto con China, Rusia, Japón y Francia, están planeando dar fin al dólar como divisa internacional, dadas las debilidades estructurales ya mencionadas de Estados Unidos, y están buscando otra divisa más segura.

Incluso, entre los países del llamado Concejo de Cooperación del Golfo, el cual incluye Arabia Saudita, Abu Dhabi, Kuwait y Qatar, se ha pensado en crear una moneda regional única.

Y varios de esos países, como China, están deshaciéndose lo más pronto posible de sus reservas en dólares, pues ha vendido más del 8% de los bonos del tesoro que poseía (comento más sobre los bonos del tesoro, que ya tampoco ofrecen seguridad a sus tenedores, en el ya mencionado artículo: “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo Estados Unidos está quebrando”, que está en este mismo blog.

China, de hecho, con sus cuantiosas reservas de dólares, comparte la vulnerabilidad del dólar, así que si éste cae, le seguirá dicho país, cuan efecto dominó. Por eso es que actualmente China está en la fiebre de comprar empresas en donde se pueda, con sus reservas de devaluados dólares, con tal de irse deshaciendo de esa peligrosa “bomba de tiempo”).

Y en muchos países, ya no se aceptan dólares, sólo euros, yenes o yuanes chinos.

Incluso, irónicamente ya dentro de los propios Estados Unidos, hay regiones que están usando una especie de monedas locales, como la que reportó el diario USA Today hace poco, el Berkshare, que se está usando bastante en la región de Berkshire, al oeste de Massachussets, y que desde el 2006, se han cubierto transacciones por $2.3 millones de dólares en su equivalente. Se aceptan también euros.

Además, en algunas partes de Texas, resulta curioso, ya también se reciben pesos mexicanos.

Se estima que unas 150 monedas alternativas se están aceptando en distintas partes de Estados Unidos, lo cual es un fuerte indicador de que las cosas andan mal, pues a veces el sentido común vale más que toda la ciencia económica o, peor, que las falsas declaraciones de políticos mentirosos asegurando que las cosas “están bien” y no hay de qué preocuparse (de hecho, en un reciente viaje que hice a Estados Unidos, pude emplear mi tarjeta de débito mexicana, sin ningún problema).

Por tanto, se acerca el fin del reinado del dólar y con ello, como ya he señalado, la estrepitosa caída de Estados Unidos.

Aún así, antes del colapso total, Estados Unidos está dejando de ser la superpotencia económica que presumía que era. Un grave indicador es el número de pobres que ya hay, y no me refiero a gente que gane poco, no, sino a aquéllos que ni siquiera tienen empleo y, lo peor, padecen hambre, como en cualquier país subdesarrollado.

Como señalo arriba, ha habido ya varias protestas en distintos estados de Estados Unidos, de gente de distintos niveles y condiciones en contra de los barones del dinero y las corporaciones, los que sí son rescatados por el gobierno, pero no ellos, los ciudadanos comunes.

En alguna de esa protestas, que se denominó “Ocupa una casa”, se denunciaron las abusivas prácticas de los bancos, los que han embargado a gente que por quedarse sin trabajo o no haber podido pagar su hipoteca, fue echada de su hogar.

Esa protesta fue para ocupar casas vacías, que nadie compra, porque no hay, sencillamente, compradores, y que allí están, sin ocuparse, pudiendo servir a los miles de ciudadanos que las perdieron. En una de las protestas, una sexagenaria mujer, de origen puertorriqueño, tomó la palabra y expuso su caso.

Hace un tiempo compró su casa, dando un enganche de 85 mil dólares, los ahorros de su vida, y comenzó pagando menos de 900 dólares mensuales como pago por el crédito otorgado. Vivía con su hijo, hasta que éste se enroló en el ejército. Fue enviado a Irak, en donde murió a causa de una mina terrestre.

La mujer, entre amargo llanto, denunció que mientras le llegaban cartas de Hillary Clinton y del secretario de la defensa, Leon Panetta, de “sentidas” condolencias, también le estaban llegando las del banco, diciéndole que le daba unas cuantas semanas para desalojar su casa, la que por haber subido la mensualidad a más de 3500 dólares, además de no tener trabajo o no seguir contando con el salario de su hijo, ya no había podido seguir pagando.

Esa tendencia, que comenzó más acentuada desde el 2008, se ha mantenido, y el número de personas sin empleo y sobre todo de pobres, ha subido incesantemente. Ni siquiera esos pobres tienen ingresos suficientes para comer, dado que 13% de la población depende para su subsistencia de los vales de comida que provee el gobierno y ha ido en aumento el número de las personas que los solicitan (ante la imposibilidad real de la mayoría de la gente que aún tiene trabajo de comprar una casa, muchos han optado mejor por rentar pequeños departamentos, los que incluyen todos los servicios, además de cocina integral, por un promedio de $1000 a $1200 dólares mensuales, mediante contratos establecidos.

Así, si se quedan sin trabajo o los cambian de lugar, simplemente dejan de rentar allí y ya no están agobiados por una hipoteca que durará toda su vida… claro, eso si pueden pagarla. Constaté personalmente todo eso, en un viaje que realicé recientemente a dicho país. Escribí mis experiencias en el artículo “En busca de los signos de la decadencia estadounidense”, que se encuentra en este mismo blog).

Y cada vez son más abundantes las “ciudades perdidas” (shanty towns), cerca de ciudades como Sacramento, Fresno, Nashville… “construidas” con basura, como cartones, llantas, piezas de autos… justamente como podrían verse en cualquier ciudad de país latinoamericano (como en México, por ejemplo, que tenemos gente viviendo entre la basura, como los así llamados pepenadores).

Vaya, es ya grave eso. De hecho, luego de que el huracán Katrina pegó durísimo en las costas de Luisiana, destruyendo varias partes de Nueva Orleáns, costaba trabajo, al ver esas escenas de los damnificados y los daños provocados, que tuvieran lugar en Estados Unidos, pues parecían mas de países como Haití, por ejemplo (de hecho, ahora se sabe que la inundación pudo haber sido evitada si se hubieran reforzado a tiempo los sistemas de diques que protegían a la ciudad de las inundaciones, cosa que no se hizo por falta de fondos públicos para hacerlo.

El siguiente video muestra dramáticas fotografías del desastre: http://www.youtube.com/watch?v=IPFIUzGAJBA&feature=related).

Como decía, el número de pobres y de indigentes ha ido en alarmante aumento y cada vez más es muy evidente la descomposición social que ya sufre ese país, como cualquier otra nación, en donde los estragos de desigual capitalismo salvaje son más que evidentes (en el siguiente video se muestran escenas y cifras de los niveles de indigencia que ha alcanzado Estados Unidos:

http://www.youtube.com/watch?v=XyGrrUg0gIs).

Y entre las familias que aún tienen trabajo, están excesivamente endeudadas (quebradas), pues se calcula que un 47% están en esa situación, debiendo en promedio $8,000 dólares sólo en sus tarjetas de crédito, pero al dividir el endeudamiento total de Estados Unidos entre sus habitantes tenemos que cada estadounidense debe actualmente casi ¡50 mil dólares!, impagables, claro.

Y como señalé también, el desempleo sigue creciendo, y actualmente casi 30 millones de estadounidenses no lo tienen y más de 10 millones de ellos ya perdieron las esperanzas de conseguir uno (además, de todos modos, la tendencia del capitalismo salvaje es de ir desempleando, hacer más, con menos trabajadores. Ver mi artículo en este mismo blog: “Desempleo en Estados Unidos, agudizada tendencia del capitalismo salvaje del incremento en la desocupación”, en donde ejemplifico justamente con el caso de Estados Unidos).

En su desesperación por tener empleo, los desocupados tratan de conseguir lo que sea. Por ejemplo, en la ciudad de Long Island, 2000 personas hicieron fila por más de cuatro días para llenar la solicitud para trabajar ¡como aprendices de mecánicos de elevadores!, de los que sólo se ofrecían cien puestos.

Otra solicitud, en Massillion, Ohio, era para un solo empleo como conserje de un edificio. El salario era de sólo 16 dólares la hora (3840 dólares al mes), más prestaciones. Aún así, ¡700 personas hicieron cola para ver si se quedaban con el puesto!

En Arizona vi, por ejemplo, pegado sobre una caja de conexiones telefónicas, el anuncio de una chica ofreciendo sus servicios de escort, que decía “Siempre que tengas necesidad de placer, llámame”, y luego enunciaba la lista de los placeres ofertados, tales como “masaje, uniforme, lesbianismo, anal, oral, fetiche y humillación” (Ni en México, país de mayores necesidades ocupacionales, se pegan letreros así.

En todo caso, hay medios, digamos que “especializados”, como folletines eróticos o sitios de Internet, en los que se ofrecen). También me encontré letreros pegados en postes en donde se ofrecían muchos artículos en “venta de patio”.




Y no sólo se están perdiendo empleos, sino que el gobierno está reduciendo los gastos de cuestiones tan vitales como la salud, la seguridad social, la educación.

Edificios públicos se están vendiendo y, ya vendidos, mejor se rentan, pues sale más barato (lo que menciono antes).

Además, servicios como la pavimentación de las calles, el mantenimiento de la infraestructura o tan necesarios como la limpia, están muy limitados. Por ejemplo, en mi reciente viaje a Arizona, presencié algo inaudito: alguna tubería de agua potable debió romperse en una calle, lo que ocasionó una enorme fuga que formó un riachuelo de un medio metro de ancho por unos veinte de fondo, que corría por más de tres kilómetros, aguas abajo.

El agua, vital líquido en ese estado mayoritariamente desértico, es un inapreciable bien, ya que se debe de llevar desde muy lejos. Incluso, México contribuye con una cuota de agua cada cinco años, debiendo de ceder algo así como 431 millones de metros cúbicos para que ese sediento estado, con temperaturas en promedio de 40 grados Celsius en verano, disponga de ella.


Como dije, transcurrieron dos días sin que la fuga se reparara (no supe cuándo se hizo, pues debía de regresar ya a México). Sólo se apareció momentáneamente un vehículo de servicios de la ciudad, con un par de empleados que sólo cabeceaban ante el problema, seguramente incapaces de hacer algo por remediarlo.




Incluso, el muy lucrativo negocio de las cárceles, que en ese país son privadas, se está viendo afectado. Un estado como California, gasta nada menos que 11% de su presupuesto anual en el mantenimiento de prisiones, alrededor de $8,000 millones de dólares (más de lo que gasta en el pago de educación superior, ¡absurdo! Sí, es más lucrativo en Estados Unidos pagar a carceleros que a maestros).

Así que planea “liberar” a 6500 prisioneros en el 2012, con tal de “reducir” sus gastos en prisiones (este es un serio problema, el de las prisiones, ya que como son un muy lucrativo negocio privado, cualquier intento por despenalizar ciertos delitos, como el de la posesión de droga, son boicoteados por los carceleros, con tal de seguir teniendo pretextos para atrapar y encerrar gente. El intento que hizo ese estado, en el 2011, por legalizar la posesión de marihuana, fue detenido por aquéllos).

Y abundando sobre los altísimos niveles de desempleo y pobreza a los que me refiero arriba, George Hemminger, establecido en California, bloguero independiente, fundador del sitio alternativo de Internet Survive and Thrive TV, en recientes declaraciones señala que “No hay empleos, la tasa de desempleo es altísima, es mucho esfuerzo lo que se requiere para alimentar a las familias, comprarles ropa, calzado.

Lo que era la clase media estadounidense, está dejando de existir y por primera vez, una gran proporción, está viviendo de vales de comida del gobierno y del seguro de desempleo. Hay gente que no tiene dónde vivir, han perdido sus casas y lo hacen en albergues, en tiendas de campaña, en patios traseros de familiares.

Muchos sobreviven juntando latas, botellas… cosas de la basura para vender” (hay que señalar que no hace mucho, el estado de California, por sí solo, representaba la quinta economía mundial, y vean a lo que se está reduciendo).

Sí, de verdad que ahora hay muchísimas escenas de la pobreza a la que han llegado muchos sectores en Estados Unidos, que hasta parecieran que son de un país tercermundista, como comento antes.

Por lo mismo, Hemminger también señala que la gente está muy desilusionada con Obama, en quien habían puesto muchas esperanzas, pero que ahora se dan cuenta que ha sido ese señor un simple títere de las corporaciones y los banqueros, y no ha hecho otra cosa que servir a sus intereses, pero en cambio a la población, a los ciudadanos comunes, los está dejando a su suerte.

Y esa suerte, como vemos, los ha llevado a una pobreza tan brutal, como nunca antes se había visto. Las cifras más recientes indican que uno de cada dos estadounidenses es pobre, así como que una de cada siete familias ya padece hambre. Muchos perdieron su “capital” de toda la vida al no poder ya seguir pagando sus casas y que el banco se las hubiera embargado. Incluso, increíble, ya hay algunos millonarios que ven en esas lamentables cifras un latente estallido social.

Personas como Warren Buffet, George Soros o Richard Branson, están de acuerdo en que algo se debe de hacer y a la mayor brevedad, so pena de graves conflictos en el muy corto plazo.

Por lo pronto, Hemminger señala que es tal la desilusión de los empobrecidos estadounidenses, que a muchos ya ni siquiera les llama la atención la política, más que para criticarla. Hace algunas semanas que Barack Obama acudió a los empresarios de Hollywood para reunir “fondos” para su campaña, aquéllos le “donaron” 72 millones de dólares, lo cual es una total insolencia, señala Hemminger, cuando, insiste, la mayoría de lo que solía ser la muy consumista clase media, está dejando de serlo y está ya en los límites de la sobrevivencia pura.

Como he dicho arriba, la tendencia de las grandes corporaciones en el capitalismo salvaje es a ir desocupando gente. Esto lo hacen explotando más a los obreros activos (producir más con menos), lo que eufemísticamente se llama “aumento de la productividad”, así como exportando empleos a zonas salariales más bajas (China). Súmese a lo anterior la actual debacle económica y los millones de empleos adicionalmente perdidos debido a ella no se recuperarán ni ahora, ni en el futuro.

Aún así, el gobierno del inepto Obama está buscando absurdas alternativas para crear unos cuantos empleos (una, por ejemplo, hacer más difícil la estancia de ilegales allí, con tal de que los empleos que ellos les pudieran “robar” a los estadounidenses, los obtengan éstos, lo que es estúpido, pues muchos de esos puestos, los estadounidenses no se consideran a ese nivel, como para trabajar de, por ejemplo, pizcadores en el campo o trabajadores en un rastro).

Otro proyecto que se le ocurrió a Obama es la construcción de un oleoducto desde Alberta, Canadá, que transportará petróleo obtenido del procesamiento de las tierras aceitosas que abundan en ese país, proyecto que además de ser muy costoso, antiecológico y peligroso, por los potenciales accidentes que pueden presentarse, sólo creará 6000 empleos durante dos años (Ver en este mismo blog mi artículo “Desechos radioactivos flotantes y nuevos oleoductos, inminentes desastres ecológicos”, en donde hablo sobre la peligrosidad y los daños ecológicos que ese oleoducto, bautizado como Keystone XL, puede provocar).




En fin, pues por todo lo comentado, estamos, en efecto, en la antesala de que Estados Unidos y su dólar dejen de ser factores dominantes dentro del actual periodo histórico.

Y es de esperarse que también el capitalismo salvaje, deje ya de ser considerado como el único sistema económico que la humanidad puede tener.

Hemminger señala al respecto que el futuro en ese país será de gente que trate de buscar la autosuficiencia por sus propios medios, como sembrar sus propias legumbres, criar sus propias vacas, fundar comunidades de autoayuda.


Incluso, sostiene que, como señalo arriba, se dejará de emplear al dólar como medio de pago y la gente buscará otras monedas. “Veremos ciudadanos intercambiando trabajo por comida”. Parece muy drástico todo eso, pero ya se está haciendo en muchos países, gente trabajando por comida.

En fin, es tiempo de que el 99% nos impongamos ya sobre los mezquinos intereses del minoritario 1%, el único sector que aún defiende a ultranza a este patético, decadente sistema.
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PUBLICADO POR ARGENPRESS

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