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3 de octubre de 2016

Después de expoliados y recortados, ahora nos dicen que España estaría mejor con la peseta

Después de expoliados y recortados, ahora nos dicen que España estaría mejor con la peseta


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Foto de Getty

¿Peseta o euro? Beneficios y costes para España en un marco de crisis

3/10/2016 - 
  • Las devaluaciones de la peseta en el 92-93 ayudaron a reanimar la economía
  • La devaluación interna ha tardado demasiado tiempo en funcionar
Con la última crisis se han multiplicado las voces de expertos y no tan expertos que defienden la vuelta de la peseta a España, el escudo a Portugal o el dracma a Grecia. Aunque compartir una divisa tiene muchos efectos positivos sobre la economía (sobre todo comerciales), la soberanía monetaria también tiene otras ventajas que a día de hoy parecen estar ganando importancia. 
El debate está ganando fuerza mientras se prolonga la 'nueva normalidad' y el mercado laboral no recupera la robustez previa a la crisis. | España y Alemania o cómo el euro ha podido 'modificar' las exportaciones
Los expertos que abogan por devolver la soberanía monetaria a algunos países de la Eurozona explican que así se podría realiza un ajuste del tipo de cambio nominal para recuperar la competitividad de forma rápida, una vez aparecen los desequilibrios. 
Este es el caso de los economistas del banco de inversión Natixis, que aseguran en una nota publicada en septiembre que España estaría mucho mejor en la actualidad si hubiera podido devaluar la peseta o si la peseta se hubiera depreciado en el mercado de divisas.
El Banco de España (BdE) también explica en un documento ocasional, que analiza la reacción de la economía del Reino Unido y la libra durante la última crisis, que "una depreciación del tipo de cambio puede ser un mecanismo para elevar la competitividad de forma rápida. 
La flexibilidad cambiaria constituye uno de los mecanismos de ajuste cíclico de una economía. 
En efecto, la depreciación de la moneda nacional puede permitir a los exportadores reducir los precios de sus productos en moneda extranjera, recuperando cuota de mercado". 
Sin embargo, cuando se comparte una moneda con varios Estados, la única alternativa es la devaluación interna, es decir, reducción de los costes laborales y de los beneficios distribuidos. Un proceso doloroso y que tarda en dar frutos como se verá más adelante.

Crisis y devaluación nominal

Como destacan desde Natixis, durante la crisis vivida en 1992-93 se llevaron a cabo tres devaluaciones de la peseta, la producción cayó en un 5% y el desempleo subió en unos siete puntos porcentuales. 
Sin embargo, en la actual crisis se han intentado corregir los desequilibrios mediante la devaluación interna, lo que ha supuesto "una pérdida de cerca del 10% del PIB y un incremento de 11 puntos porcentuales de la tasa de paro".
Analizando estos datos, para un país 'débil' como España "la pérdida de PIB ha sido peor mediante la devaluación interna que con la devaluación nominal". Por otro lado, para un país 'fuerte' como Alemania, la caída del PIB es más drástica si los países de Europa (sus socios comerciales) implementan una devaluación de su divisa (se reduce alrededor de un 3% el PIB de Alemania), que si ponen en marcha una devaluación interna. En este último caso, el PIB de Alemania no sufre descensos.
Los expertos de Natixis concluyen que "un país débil (España) sufre más con una devaluación interna que con una devaluación nominal; el interés de un país fuerte (Alemania) es que el débil use una devaluación interna y no una devaluación real", sentencian desde el banco de inversión francés.
El tipo de cambio había sido durante años como una especie de filtro o amortiguador que suavizaba los desequilibrios comerciales. Los mayores déficits por cuenta corriente de España se han producido tras la creación del euro, justo coincidiendo con los mayores superávits de Alemania y Holanda. Con el euro en juego, la única forma de competir contra los países del norte ha sido vía costes, productividad y calidad de los bienes y servicios, una misión casi imposible para los países del sur.

Un ejemplo

Y es que los bienes y servicios producidos en Alemania eran y son de gran calidad, pero la fortaleza del marco alemán le restaban atractivo puesto que para comprarlos se necesitaba cambiar pesetas por marcos. 
Con el euro, ese primer filtro desapareció y los productos alemanes no sólo eran de los mejores sino que además ya no eran tan caros para el resto de los países de la Eurozona.
En España, el proceso fue el opuesto. Aunque la mayoría de los bienes y servicios Made in Spain no eran de tanto valor añadido como los alemanes, la debilidad de la peseta respecto a otras divisas permitía a las empresas españolas exportar con mayor facilidad, mientras que las importaciones resultaban relativamente caras. 
De modo que los productos españoles de cara al consumidor eran más atractivos tanto dentro como fuera del país. Con el euro, el efecto peseta desapareció y los productos importados comenzaron a ser mucho más atractivos y la balanza comercial empezó a presentar desequilibrios muy graves.

Devaluación interna

A pesar de que los costes durante una crisis parecen menores con una divisa propia y un banco central independiente, la devaluación interna también cuenta con defensores. 
El propio BdE reconoce en el mismo informe en el que muestra las ventajas de un ajuste vía tipo de cambio, que "las políticas de carácter estructural, encaminadas a subsanar las insuficiencias del capital físico y humano, y a flexibilizar los mecanismo de ajuste de precios y salarios, son la forma más sólida de mejorar la capacidad competitiva. No obstante, las reformas estructurales tardan tiempo en producir los efectos deseados", como se ha podido ver en España.
Desde el departamento de investigación de CaixaBank, se argumenta que los efectos a medio y largo plazo de una devaluación interna suelen ser más persistentes. Las devaluaciones nominales se caracterizan por la inmediatez de la respuesta del tipo de cambio real, pero gran parte del efecto es temporal, ya que tarde o temprano la devaluación nominal acaba generando un repunte de la inflación, lo que deshace las ganancias de competitividad iniciales.
"En cambio, los efectos de una devaluación interna puede que inicialmente tarden más en aparecer, pero en principio no hay ninguna fuerza que de manera automática deshaga las ganancias... Además, suele haber una mayor correspondencia entre el crecimiento de los salarios y el crecimiento de la productividad en las empresas que exportan", destacan los expertos de CaixaBank.
A modo de conclusión, se puede afirmar que con la peseta se habría producido un ajuste más rápido y menos doloroso, pero sin un pacto ambicioso de rentas (contención de salarios y beneficios distribuidos) se hubiera difuminado rápidamente por la fuerza de la inflación y las cláusulas salariales que suelen ir ligadas a los precios. 
Mientras que el proceso de devaluación interna es más doloroso, puesto que los salarios nominales se congelan o se reducen (con la devaluación interna cae el salario real pero no el nominal), lo que puede tener una mayor influencia sobre la demanda y el consumo. Sin embargo, su efecto a largo plazo suele ser más duradero.

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