La Cumbre de París no ha solucionado casi
nada y se ha perdido una oportunidad de orientar las políticas de
descarbonización a la competencia, la eficiencia y menores costes para el
consumidor.
Hace ya años que explico que el monopolio del petróleo en el sector del automóvil se ha acabado.
El 75% aproximado del uso del petróleo a
nivel global es para transporte. Los avances tecnológicos han llevado a que
hoy, a pesar del aumento de la clase media global, y del parque de vehículos,
la demanda de crudo para transportehaya aumentado muy por
debajo del PIB nominal y del crecimiento de la actividad. De hecho, en EEUU, el
país con mayor consumo de gasolina y gasóleo, la demanda de gasolina sigue
cayendo desde los niveles de 2010. Esa tendencia es inexorable y, con toda
seguridad, va a materializarse en el resto de economías.
El 75% aproximado del uso del petróleo a
nivel global es para transporte. Los avances tecnológicos han llevado a que
hoy, a pesar del aumento de la clase media global, y del parque de vehículos,
la demanda de crudo para transportehaya aumentado muy por
debajo del PIB nominal y del crecimiento de la actividad. De hecho, en EEUU, el
país con mayor consumo de gasolina y gasóleo, la demanda de gasolina sigue
cayendo desde los niveles de 2010. Esa tendencia es inexorable y, con toda
seguridad, va a materializarse en el resto de economías.
Es un error típico de los agoreros
pensar que los países emergentes van a converger en consumo de energía primaria
y gasolinas a los niveles de EEUU. De hecho, la eficiencia sigue erosionando la
demanda potencial.
No solo tenemos un parque de vehículos
híbridos, de gas natural, eléctricos, de hidrógeno creciente, sino que a medida que la tecnología avanza y los ingenieros
encuentran nuevas oportunidades, son opciones cada día más competitivas. ¿Se
ralentiza esa tendencia por el crudo barato? No. Es imparable. Ford anunciaba
recientemente que en unos años el 40% de su flota tendrá modelos eléctricos.
La era dorada del
refino hace mucho que terminó, a pesar de repuntes puntuales, y la
sobrecapacidad supera los 6 millones de barriles al día
Lo comentaba recientemente con
ejecutivos de empresas petroleras. La era dorada del refino hace mucho que
terminó, a pesar de repuntes puntuales, y la sobrecapacidad supera los seis
millones de barriles al día.
El sector de aviación y marítimo también está avanzando, aunque lentamente.
Los combustibles sintéticos, aviones solares y uso de energías alternativas son
aún poco más que experimentos, pero no nos dejemos engañar por mensajes de
'irrelevancia'.
Cada año, la eficiencia y la sustitución
tecnológica erosionan hasta un 20% de la demanda potencial de crudo, según Adam
Sieminski, de la IEA. La oferta y la diversificación hacen que esa transición
se acelere. ¿Por qué? Igual que el sector petrolero sigue produciendo a nivel
récord a pesar de que baje el precio del crudo a 40 dólares el barril, porque
las inversiones están hechas y se busca aumentar cuota de mercado y preservar
caja, los sectores tecnológicos que lideran la sustitución hacen lo mismo. Las
inversiones están hechas, la tecnología está en marcha, y buscan, como los
productores, aumentar cuota de mercado y
generar caja.
Es lo que llamamos “la banda ancha
energética” en 'La Madre de Todas las Batallas' (Deusto). Los líderes de la
vieja economía piensan que los competidores se van a retirar de la carrera
porque bajen los precios. Tal vez tenga un efecto a muy corto plazo, pero la
oportunidad se acelera.
Un estudio de la American Public
Transportation Association de 2011 comentaba que el aumento del precio de la
gasolina no tenía impacto en el consumo, pero la tecnología sí. El problema es
que los estados reciben ingentes cantidades
de impuestos por hidrocarburos, que suponen hasta el 60% del precio
final. Ante el cambio tecnológico y la eficiencia, el riesgo es que se intente
compensar la pérdida de ingresos fiscales con impuestos que ralentizan el
cambio y hacen que el consumidor no perciba la ventaja de la banda ancha
energética.
Las aerolíneas se han beneficiado de los
bajos precios del crudo, pero su política de coberturas ha hecho que esa
ventaja se haya reducido muy por debajo de lo estimado. Ese problema, que ya
ocurrió en el pasado, hace que la transición hacia modelos más eficientes
energéticamente sea imparable.
Todos los estudios estiman que la demanda de crudo continuará creciendo a pesar de que pierda
peso en la matriz energética. Puedo estar equivocado, pero creo que antes de lo
que pensamos veremos que dicha demanda simplemente se estanca, como ocurrió con
el carbón, y la capacidad excedentaria se convierte en estructural.
Puede que me equivoque, pero estoy
convencido de que en 2030 la utilización de crudo en transporte se habrá
reducido de un 75% a menos del 50%.
En nuestro libro comentamos que “nunca
apuestes contra un ingeniero”. Que el crudo sea la principal fuente de energía
para transporte no es una realidad inamovible, es una anomalía que irá
desapareciendo gradualmente. Con competencia y con tecnología. Pero solo si es
competitiva y a mejor precio.
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