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lunes, 26 de diciembre de 2016

Los globalistas son mortalmente hostiles a cualquier indicio de nacionalismo estadounidense



katehon.com
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diciembre 25º, 2016



Durante el siglo XX y principios del siglo XXI ha habido mucha propaganda de los globalistas y los progresistas contra la misma idea de la nacionalidad - que creer en la integridad de la cultura, la historia, la religión y los valores de tu nación es de alguna manera inherentemente malo y una especie de chauvinismo o incluso de supremacía racial.
Creo que esto está mal.
En mi experiencia, la mayoría de los nacionalistas tienen una comprensión de lo que se llama "sabor nacionalista", que hay una diversidad humana en la nacionalidad al igual que hay personas diferentes y familias diferentes.
Por supuesto que amas a tu propia familia y a tus hijos, tus propios valores, pero eso no significa que seas hostil con otras personas.
Les deseas el bien, quieres respetarlos y esperas que os respeten.
Eso es lo que quiero decir con la nacionalidad, y es lo que creo que significa para la mayoría de los estadounidenses en nuestro propio país, así como para la gente de cualquier otro país.
El problema es que en un país multicultural tan grande como Rusia o como América tiendes a tener propaganda globalista.
En la URSS un kirgiz era un kirguiz, un judío era judío, un armenio era un armenio, pero no se suponía que un ruso era "también ruso", sino soviético.
Del mismo modo, un serbio en Yugoslavia se supone que era sólo un yugoslavo, no un serbio.
Se podría decir lo mismo en el Reino Unido con respecto a los ingleses, que se supone que son sólo británicos.
Y hemos llegado a esto aquí, en los Estados Unidos.
Hay una suposición de que las personas que tienen otras identidades raciales o étnicas deben ser muy asertivas con respecto a su identidad.
Pero si nos fijamos en la historia de la nación americana, se puede ver que las personas que fundaron este país eran en su mayoría descendientes de los colonos británicos originales (por eso hablamos inglés) y luego aumentados por otros, principalmente irlandeses, alemanes, escandinavos, que no son considerados como "étnicos" (como yo lo soy).
Estas personas ya no son respetadas. Solían ser llamados "americanos", pero ahora son llamados "blancos no hispanos" para fines censales. Creo que esto es muy destructivo para la historia de nuestro país.
Los globalistas son mortalmente hostiles a cualquier manifestación de sentimiento nacional revivido y eso es parte de lo que vimos en la elección de Trump.
Hay un gran número de personas en los Estados Unidos que todavía se piensan a sí mismos de corazón como estadounidenses, no sólo como personas genéricas sin identidad.
Hay una etnia en América, y necesita ser respetada.
http://katehon.com/es/article/los-globalistas-son-mortalmente-hostiles-cualquier-indicio-de-nacionalismo-estadounidense



Alexander Dugin



TRAMPAS Y CALLEJONES SIN SALIDA
DEL NUEVO NACIONALISMO
28.11.2016
Rusia
El fracaso fundamental de la versión globalista del liberalismo es ahora evidente.
El Brexit, la victoria de Trump, y luego será en otra parte. Pero en su lugar aparece la solución más simple: un retorno al Estado nacional (Etat Nation) y a diversas formas de nacionalismo.
Eso significa que regresamos -mutatis mutandis - a principios del siglo XX.
El realismo en el OM (+ mercantilismo y proteccionismo en la economía) está casi garantizado y pronto se convertirá en la ideología del centro político (con un cierto retraso necesario para limpiar a los últimos liberales). Bienvenidos a una nueva era de nacionalismo.
La segunda teoría política (el comunismo) está tan desacreditada por la historia del siglo XX que difícilmente podría representar una alternativa, incluso cuando está profundamente impregnada por el virus liberal. Ahora no existe ya ningún comunismo limpio, más bien un liberalismo de extrema izquierda en forma de anarquismo y trotskismo respaldado por ultra-liberales como Soros.
Pero el nacionalismo está relativamente olvidado. Su excesiva demonización por parte de los "antifascistas" lo ha hecho aparecer con cualquier significado.
Toda la historia entera de los llamados "nazis" de Putin y luego -y esto es importante- de Trump, finalmente ha desemantizado completamente el término - pronto la palabra "fascista" significará sólo la obscenidad y perderá su sentido completamente.
Y la esencia del nacionalismo, no el nombre, volverá y se establecerá en todas partes, como una alternativa simplista a la hegemonía liberal que se está desmoronando ante nuestros propios ojos.
Pero, ¿queremos esto? Si alguien quería esto, ciertamente no éramos nosotros.
Primero, el nacionalismo es un producto de la Modernidad. Exactamente como el resto de la teoría política de la Modernidad, el liberalismo y el comunismo.
Se basa en la negación del espíritu de la Edad Media y en el rechazo de las tradiciones del Imperio y de Cristo. Es burgués en sus raíces y en su esencia. Puede ser un poco mejor que el liberalismo y el comunismo (que explícitamente destruyen la identidad del pueblo y la religión), pero el nacionalismo está infectado con el mismo veneno, el secularismo, el racionalismo, el ateísmo. Es otra versión de Occidentoxicación (Occidentosis) -Gharbzadegi de la persona, como lo llamó el filósofo heideggeriano Ahmad Fardid.

En segundo lugar, el nacionalismo revivirá inevitablemente conflictos latentes entre naciones, pueblos y religiones, los agravará y conducirá a la guerra.
Tal vez los globalistas sólo quieren eso y eso es lo que preparan en secreto (como su plan B).
Esperan sobrevivir a otra guerra civil en Europa, y luego volverán con renovado vigor con su demagogia "pacifista".
Y habiendo derramado un océano de sangre, los pueblos los aceptarán de nuevo.
Y desde allí es un paso corto hasta el Gobierno Mundial. Tal plan puede haber nacido fácilmente en el cerebro del Anticristo.
Por lo tanto, el colapso de los liberales, tenemos que usarlo para nuestros propios propósitos y no debemos caer en la trampa del nacionalismo.
Escuchar la basura comunista no tiene ninguna utilidad. Por lo tanto, es necesario centrarse en la Cuarta Teoría Política.
Esta se basa en la comprensión existencial del pueblo (como un todo; el pueblo como Dasein), pero asciende al Logos, a la élite intelectual de la Cuarta Vía.
Y esta élite de la Cuarta Vía no puede ser nacionalista; debe ser imperial, gran continental, tradicionalista, metafísica y sagrada.
Y necesita comprender los daseins de todos los pueblos, y tener en cuenta su corazón sutil, entender sus Logos, escuchar la silenciosa voz escondida en las profundidades del Ser de los pueblos.
Esta élite de la Cuarta Vía chocará con los demagogos y los "líderes" histéricos que una ola de nuevo nacionalismo inevitablemente traerá al frente como la espuma en la superficie del mar. Y la batalla comienza ahora.
Sería mejor que el monstruo neonacionalista fuera estrangulado en la cuna. Pero está a punto de aparecer.
Por lo tanto, ahora - después del gran éxito de Trump - es relevante como nunca antes el plan general para los fundamentalmente conservadores y tradicionalistas en todo el mundo - al menos de América, Europa, Rusia, Irán, Turquía y el resto de Eurasia (y los demás que se unan a nosotros).
Necesitamos un frente común dirigido no sólo al resto de los liberales (terminar de drenar el pantano liberal es la tarea técnica ahora), sino también para prevenir y neutralizar el nuevo nacionalismo.
Necesitamos volver al Ser, al Logos, a la ontología fundamental (de Heidegger), a lo Sagrado, a la Nueva Edad Media, y por tanto al Imperio, a la religión, y a las instituciones de la sociedad tradicional (jerarquía, culto, dominación del espíritu sobre la materia y así sucesivamente).
Todo el contenido de la Modernidad es satanismo y degeneración. Nada vale la pena, todo se ha de limpiar.
La Modernidad es absolutamente errónea; ciencia, valores, filosofía, arte, sociedad, modos, patrones, "verdades", comprensión del Ser, tiempo y espacio. Todo está muerto con la Modernidad. Así que debería terminar. Vamos a terminarla.
Escuchemos las palabras de Apolo a la derrotada serpiente Python (Πύθων,) - "¡Vas a pudrirte!" (Πύθω!) Lo mismo puede decirse a Hillary Clinton y a la burocracia europea. ¡Pudríos ahí! Nuestra batalla no es con vosotros, el escenario principal de la titanomaquia se traslada a otro frente.
La 4TP frente a la 3TP.

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EL DÉBIL PAPEL DE ESPAÑA EN EL CONCIERTO DE LAS NACIONES (2ª PARTE)


Manuel Ruiz Isac

Un “peón” fiable


Con la maniobra de Ceuta, sin duda una victoria pírrica para la diplomacia nacional, España ha conseguido mantenerse leal a sus aliados y no dañar demasiado a su rival, obviando los feroces ataques de los grupos de presión y del mundo mediático, pero aceptando la pérdida de peso específico para controlar cuanto ocurre en uno de los grandes enclaves marítimos del mundo: el Estrecho de Gibraltar.


La defensa de nuestros aliados allí donde creamos que está comprometida, el nada desdeñable beneficio económico de los atraques y la posibilidad de maniobra política en el Estrecho que ofrece una buena relación con Rusia y sus socios, son el interés de España.


Contribuir a elevar la tensión hasta el punto posible de quebrar las relaciones bilaterales, arreciar el boicot multisectorial al gigante del este para que aumente la tensión y no decidir sobre lo que pasa en un enclave estratégico cada vez más reclamado por la influencia de terceros, no representan para España más que el inmediato y pobre beneficio que recibe una nación débil, que calla conformada ante las directrices de las grandes potencias, o temerosa de ser tacha por éstas de desleal y cobarde.


Pero en el caso de Ceuta, España ha tenido y tendrá en el futuro, sobrados argumentos para autodefinirse como un elemento fundamental de la defensa colectiva frente a los nuevos excesos e injerencias de la recalcitrante Rusia, argumentos que dan a España la capacidad para defender con coherencia y determinación sus legítimos intereses, cualesquiera que estos sean. Paso a citar algunos ejemplos.


Primero, en el marco de la OTAN y en lo referente exclusivamente al caso ruso, España no sólo ha desarrollado en 2015 en su propio suelo las mayores maniobras de las últimas décadas (Trident Juncture), sino que, además, ha participado durante dos años consecutivos en misiones de policía aérea en el Báltico (y volverá a participar un tercero, a mediados de 2017, y un cuarto, en 2018, con el envío de 4 cazas F-18 o Eurofighter nacionales y personal de apoyo adyacente) y en ejercicios navales en el norte y el sur de Europa, cuando sus capacidades han sido requeridas.


Además, de forma inminente y a propuesta nacional, España va a desplegar en Letonia, en la zona bajo responsabilidad canadiense, un componente terrestre de unos 300 efectivos en el contexto de despliegue de cuatro batallones de la OTAN en Polonia y las repúblicas bálticas, así como otros tantos en Rumanía (González, 2016).


Segundo, en el marco Europeo, España ha participado en sanciones variadas de la Unión Europea contra Rusia, ha donado más de 2.000 kilogramos de material militar no letal a Ucrania (One Magazine, 2014) y ha probado misiles de crucero y de precisión de nuestra fuerza aérea en Suecia, y no en Sudáfrica como hizo anteriormente, lo que podría interpretarse como una medida inducida con fines disuasivos, dado el contexto de tensión imperante.


También en el Consejo de Seguridad de la ONU, como miembro electo no permanente, España abanderó junto a Francia una resolución sobre Siria que fue vetada Rusia, por no favorecer los intereses del régimen sirio (Pozzi, 2016).


Tercero, a nivel nacional, España tolera en contra de los dictados de la ONU, la existencia de una colonia británica en su territorio, Gibraltar, que aparte de dañar su propia soberanía y ser un perjuicio para su economía, supone un riesgo para su seguridad, tal y como se ha visto en las disputas a causa de la cuestión territorial y en el recalado frente a la costa española de submarinos nucleares dañados, tales como el HMS Tireless, con una avería en el sistema de refrigeración de su reactor, y el HMS Ambush, dañado en el casco debido a una colisión con un mercante (Cuenca, 2015, pág. 28).


En paralelo, alberga dos bases militares de operaciones estadounidenses, Rota y Morón, desde las que la superpotencia mantiene su capacidad de proyección aeroterrestre por todo el norte de África (Cuenca, 2015, pág. 28), a coste cero y a razón de 20.000 vuelos al año y 4 buques a la semana (Bono, 2015, pág. 162), también su presencia a puesto en peligro vidas españolas en Palomares.


Además, a escala unilateral, España ha tenido fricciones con el gigante del este por la aproximación de sus componentes aeronavales a los límites soberanos de España a lo largo de 2016, concretamente, un submarino nuclear en enero (Iturribarría, 2016), dos bombarderos supersónicos Túpolev 160 a finales de septiembre (Yárnoz, 2016) y un caza Su-35 en noviembre (ECD, 2016), si bien es cierto que en ninguno de los casos han llegado a sobrepasar los 22,2 kilómetros jurisdiccionales españoles.





5. “Incursión” rusa acaecida en septiembre. Fuente: El País



Finalmente, en lo que atañe al caso que nos ocupa, las capacidades españolas también han sido activas participantes en el seguimiento (Sanz, 2016), vigilancia y monitorización del grupo de combate ruso ante su avance por las aguas de Europa occidental.


En primer lugar, lo ha hecho como parte del dispositivo excepcional del Comando Marítimo Aliado de la OTAN, según el cual las flotas de combate permanente, la SNMG-1 (que España lidera con la fragata Almirante Juan de Borbón) y la SNMG-2 (en la que está integrada el buque de aprovisionamiento en combate Cantabria) han seguido al Kuznetsov por las aguas internacionales del Atlántico y del Mediterráneo.


En segundo lugar, el operativo exclusivamente español ha correspondido al Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima de la Armada, que ha contado para ésta misión con los patrulleros de Altura Atalaya (P-74), que se encargó de la vigilancia de las unidades rusas en el noroeste de España hasta que entraron en zona de responsabilidad de Portugal (castellano, 2016), y Cazadora (P-78), cuyo seguimiento ha sido efectivo desde el cabo de San Vicente hasta el Estrecho de Gibraltar, donde un avión P-3M del Ejército del Aire y las estaciones terrestres de vigilancia del Regimiento de Artillería de Costa nº4, pertenecientes al Ejercito de Tierra, han tomado el relevo de la vigilancia hasta aguas fuera de los espacios marítimos de responsabilidad nacional (Defensa, 2016).


Por todas estas razones, sobran argumentos para defender que no hay causa alguna para el recelo que se nos ha impuesto. España es un aliado fiable, un socio integrado y un país concienciado con las amenazas comunes, los hechos hablan por sí mismos.


Pero si la aglomeración de poder por parte de los países del entorno va a convertirse en un motivo para hundir nuestros intereses, cuestionar nuestra soberanía y dañar nuestro prestigio, ha llegado la hora de endurecer nuestra posición para defenderlos.
El Imperio de la Ley


Si la trayectoria y el compromiso demostrados por España en las comunidades, foros y organizaciones a las que pertenece no son suficientes para hacer prevalecer su interés en la cuestión de Ceuta, problemática que amenaza con alargarse en el tiempo, se hará precisa una batería de sólidas razones, leyes y argumentos de autoridad que persigan el fin último de legitimar nuestra actuación en este atolladero.


De lo contrario, se impondrán las férreas tesis de nuestros aliados, especialmente los más beneficiados Gibraltar, Londres y Washington, quienes evaluarán la situación acorde a su beneficio particular, tal y como ya ocurrió con la venta abortada de dos portahelicópteros franceses Mistral (LHD) a Rusia, en 2014, por presiones internas en la OTAN.


En esta batería legitimista, bien podrían emplearle los siguientes argumentos:


a) Beneficio económico


La flota de guerra de la Federación Rusa ha enviado en el último lustro 60 unidades al puerto de Ceuta que, en contraprestación, ha sido el responsable de garantizarle combustible, material de almacenaje y suministros (principalmente, gasoil y agua para los buques), así como como ocio y hospedaje a los más de 10.000 efectivos que componían sus tripulaciones y que, según estimaciones de la Autoridad Portuaria de Ceuta (González, 2016), podrían haber gastado entre los entre los tres y los cuatro millones de euros en la ciudad (todos ellos ingresos para comercios, restaurantes y bares locales), en lo que ha sido para España una lucrativa relación de simbiosis que, desde ahora, podría recaer en alguna otra ciudad portuaria del Mediterráneo (presumiblemente de Argelia o Malta).


b) Beneficio estratégico


Las plazas españolas del norte de África, esto es, Ceuta, Melilla, los atolones (Vélez de la Gomera, Las Chafarinas y los dos islotes de Alhucemas) y las Islas Canarias, son territorios cuya soberanía es reclamada por Marruecos desde hace tiempo (Aznar, 2013, pág. 57).


Ello, unido a la carrera de armamentos que está protagonizando Marruecos en estos días y la presencia de mayorías de población musulmana en estos territorios, en la llamada “marroquinización” de los mismos (Bono, 2015, pág. 238), podrían suponer factores de riesgo para mantener la soberanía de estas plazas e inconvenientes insalvables para mantener una posición predominante en el estratégico Estrecho de Gibraltar.


En este sentido, contar con el apoyo de la OTAN y aunar el de la influyente Rusia (o, al menos, no alimentar su enemistad), puede resultar fundamental para que España retenga estos territorios en las décadas venideras.


c) Epiqueya de la Ley del mar


Con su aquiescencia respecto de las escalas de los buques rusos, España no ha roto tratado o sanción alguna, más bien ha cumplido con la normativa a la que el Estado se ha adscrito a nivel nacional e internacional, tal y como han hecho otros muchos países receptores de embarcaciones de la Federación Rusa (Grecia, Malta, Nicaragua...).


A nivel internacional, la Convención de las NN.UU sobre el Derecho del Mar de 1982 establece en sus artículos 18 y 42, que los buques de todos los Estados gozan del derecho de paso inocente a través de los estrechos empleados para la navegación internacional, lo que incluye libertad de navegación ininterrumpida por estas aguas y, en la medida en que los buques sean presa de incidentes o amenazados por causas de fuerza mayor, pueden recalar en los puertos (previa autorización del Estado ribereño, según lo estipulado en el artículo 21 de la Ley 14/2014, de 24 de julio) sin padecer discriminación, negación, obstaculización o menoscabo de ningún tipo por parte del Estado receptor, siempre y cuando no comprometan la seguridad de éste ( Naciones Unidas, 1984).


Por su parte, la normativa nacional, la Orden 25/1985 de 23 de abril, por la que se aprueban las normas para las escalas de buques de Guerra extranjeros en puertos o fondeaderos españoles y su pasó por el mar territorial español en tiempo de paz, establece que podrán realizarse escalas en puertos o fondeaderos españoles de buques extranjeros, en lo que se conoce como escala Tipo B o No Oficial, siempre y cuando dicha escala se realice por motivos operativos, logísticos y de descanso de las tripulaciones (BOE-115, 1985).


Los requisitos para estas escalas serán la extensión de una petición para las mismas al menos 15 días antes de la fecha de arribada, junto con la identificación de los buques a través de sus insignias oficiales, puesta en conocimiento del puerto en el que se pretende hacer la escala y tipología de la misma, puesta en conocimiento de las fechas de llegada y salida, los puertos de origen y destino de la embarcación o grupo, la relación de su personal y las concesiones que solicitan al puerto receptor (entre las que se encuentran: suministros logísticos, reparaciones, salida a tierra de dotaciones, patrulla, inspección en tierra, vuelo de helicópteros o aviones, excursiones colectivas, desembarco de vehículos de transporte y arriado de embarcaciones menores).


Todas ellos han sido requisitos cumplimentados sobradamente por las autoridades españolas, por lo que forzar el fin de las escalas por mar supone dilapidar la confianza existente entre las naciones de forma similar a una hipotética supresión del Tratado de Cielos Abiertos (OSCE, 1992), según el cual, el Reino de España y la Federación Rusa han llevado a cabo numerosas inspecciones aéreas de observación mutua durante los últimos años, con el objetivo de fortalecer la paz, la transparencia y la seguridad cooperativa entre ambos países.


d) Lealtad con los aliados


España ha puesto a disposición de la OTAN, y también a nivel unilateral, las capacidades terrestres, aéreas y marítimas necesarias para la correcta vigilancia, monitorización y seguimiento de la escuadra de guerra rusa y, en todo momento, ha informado de ésta y otras escalas similares realizadas por barcos de guerra rusos en aguas nacionales.


Además, es un activo colaborador en lo que respecta a las sanciones económicas, los compromisos militares y los acuerdos políticos, en un tiempo en el que ni siquiera los aliados trascendentales como Israel pueden dar ejemplo (González, 2016).


Pero a menudo, “ni somos críticos con decisiones estadounidenses que a veces merecen alguna objeción, ni defendemos nuestros intereses con la debida firmeza” (Dezcallar, 2015, pág. 452).


Un claro ejemplo en este sentido es el caso griego. El país heleno, tradicional receptor de buques rusos, se ha negado a ceder soberanía ante las mismas presiones que ha recibido España. Así, aparte de los comunicados públicos de la OTAN, o las recomendaciones de la esfera política anglosajona, la visita el día 15 de noviembre del todavía presidente estadounidense Barack Obama, perseguía la intención de tratar un abanico de temáticas clave, entre las que se encontraban la petición de acabar con las escalas de naves rusas en puertos griegos.


En un acto valiente y soberano, Grecia acogió la visita del destructor Smetlivy en el puerto de El Pireo mientras el Kuznetsov atravesaba el Estrecho de Gibraltar y se adentraba en el Mediterráneo profundo.


Desde entonces, ha renunciado públicamente, a través de diversos comunicados a alinearse con unos miedos que no son los suyos (Infoestrecho, 2016), anunciando que continuará cooperando con la Federación Rusa en su territorio (Sputnik, 2016).


e) El pretérito legado


Tanto con una como con otra nación, España mantiene relaciones históricas repletas de momentos de beligerancia y alianza.


Estas relaciones seculares, cuando se las observa en profundidad, demuestran que cuando estos grandes países han confluido en sus intereses con España la relación ha sido fructífera y los logros mutuos numerosos, pero cuando no ha sido así, las fricciones terminaron por adueñarse de unas relaciones fundamentales para el Reino de España que, a menudo, fue el gran damnificado por la ruptura.


f) Soberanía Nacional


Dado que ni Ceuta ni Melilla han sido expresamente incluidas en los territorios a defender por la OTAN desde la adhesión de España a la Organización en 1982, su defensa por la Alianza ante un hipotético ataque únicamente se sobreentiende por lo acordado en la Cumbre de Lisboa de 2010, si bien no parece una certeza, debido a que no hay declaración oficial alguna en tal sentido.


Una muestra de esta reprochable desprotección la encontramos en el incidente de Perejil de Julio de 2002, en el que el operativo español encargado de la operación Romeo Sierra, tuvo que evitar la escala en Morón, para que los norteamericanos, también aliados de Marruecos, no informasen a los vecinos del sur de los movimientos españoles en su propio territorio.


Este hecho, fue denunciado por el entonces ministro de Defensa en sus memorias que recordaba haber dicho ante esta eventualidad: “¿Aliados? ¡Aquí no hay aliados!” (Trillo, 2005, pág. 185).


g) Distensión


Frente a los movimientos de disuasión de poder duro en los que se están convirtiendo las relaciones internacionales, España, en su calidad de potencia media, libre, soberana y pacífica, debe reclamar el concepto de distensión propia de un mundo multipolar, según el cual las muy deterioradas relaciones con Rusia no lleguen a un punto de tirantez de no retorno.


Aunque ello no exime al país de seguir reivindicando el cumplimiento de la legalidad internacional respecto de las injerencias rusas acaecidas en los últimos tiempos, aún cabe la posibilidad de endurecer la vía del diálogo (retórica, sanciones…) antes de iniciar hostilidad física alguna contra una nación con la que mantenemos relaciones históricas. La alternativa, nos empujaría a una grave crísis de consecuencias impredecibles.
Conclusión


Desgraciadamente España, por la decadente clase política que lo dirige, por la deficitaria política exterior que proyecta, así como por la pérdida de peso estratégico que soporta desde hace décadas, adolece de los arrestos suficientes para imponer a placer su interés económico o geopolítico frente a otros países, ni siquiera frente a los que se autodefinen como amigos, lo que se debe a la carencia de un poder fuerte en Madrid capaz de cumplir sus convicciones, pese a la multitud de argumentos que pueden esgrimirse para su defensa.


En cualquier caso, y con independencia de lo que ocurra en el futuro con las escalas rusas en territorio nacional, o incluso con la deriva prebélica imperante en el este, España deberá someter su política exterior a una revisión estratégica realista, que evalúe los Estados que realmente comprometen la seguridad, la economía y la soberanía nacional del reino, así como aquellos que la lucran, la estabilizan y la benefician, para, después, poder actuar en consecuencia.


Ser fuertes es una necesidad estratégica a día de hoy para la nación, pero la fuerza, si no está canalizada por una inteligencia estratégicamente meditada, no derivara en la acumulación de poder real y perdurable para España, sino que, más bien, recaerá en una pantomima coyuntural e inofensiva como la protagonizada en Irak, hace ya más de una década. Por ello, este país debe replantearse que batallas debe pelear, cuales quiere mediar y cuales está dispuesto a dejar pasar, pero seguir jugando a la debilidad consumada, siendo siervo de todos y esclava de sí misma, es un peligroso juego al que llevamos jugando ya demasiado tiempo. Más del que jamás debimos haber permitido.


España debe despertar del letargo iniciado hace ya más de dos siglos, o sucumbir ante los intereses que, desde entonces, nos imponen las potencias hegemónicas.


Claro que, si no fructifica esta quimera y, finalmente, se imponen los intereses de estas potencias, resulta imposible no lanzarles una advertencia a las mismas, y es que la historia nos demuestra una y otra vez, cómo todas las acciones orquestadas con el objetivo de limitar el potencial de España, que ya acumula medio milenio de vida, tienen el defecto de que, si se las supera, tienden a fortalecerla.
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Nuevo modelo de seguridad global para el mundo multipolar (1ª parte)


El plan afroeuroasiático para un orden mundial multipolar


Las nuevas realidades de la multipolaridad mundial


Rusia: ¿una potencia europea o euroasiática?


La estrategia nacional militar de los EEUU 2017


La futura blitzkrieg de la OTAN contra Rusia: Guerra naval y terrestre


La futura blitzkrieg de la OTAN contra Rusia: La batalla por la supremacía aérea


La geoestrategia de Gazprom


Mar negro: Un gran desconocido para la OTAN


Rusia está amenazada por la invasión de la OTAN en el mar negro


Flotilla de Rusia en Ceuta: la OTAN manda y ordena. España, sumisa, obedece

el débil papel de España en el concierto de las naciones (primera parte)



 el débil papel de España en el concierto de las naciones


El Caso Ceuta, o el débil papel de España en el concierto de las naciones (1ª parte)

Resumen

Cuando uno de los vestigios de la Guerra Fría, el viejo portaviones soviético Almirante Kuznetsov, ponía proa hacia el Mediterráneo oriental desde el Mar de Barents, sacando músculo al atravesar el costado occidental de Europa, pocos imaginaban que ésta maniobra era parte del juego de la “Segunda Guerra Fría” en la que, sin previo aviso, se habían enfrascado las grandes potencias.
Tras remilitarizar Europa y los mares que la circundan, y mientras guerrean en cuantos escenarios pueden, las grandes potencias están movilizando sus piezas por todo el planeta para reconcentrarlas en zonas estratégicas que, consecuentemente, se están convirtiendo en una peligrosa olla a presión militar.
En este contexto prebélico, potencias medias como España están llamadas a cumplir los dictámenes de las grandes naciones, haciendo el menor ruido posible en su rol de servilismo, en una vergonzosa actitud que bien puede valerle el desprecio, el descrédito y el desprestigio ante el resto de las naciones, si no se la evita. El reciente contencioso de Ceuta, no es sino un argumento más en este sentido.

LA “SEGUNDA GUERRA FRÍA”

Cuando cayó la URSS, a finales de 1991, científicos, políticos, intelectuales y militares de diversa índole, se apresuraron a proclamar que los mecanismos que movían la herrumbrosa maquinaria de la historia, quedaban paralizados indefinidamente, bajo la premisa de que una nueva era de comunicación global, desarrollo sin parangón y paz sin precedentes se adueñaría entonces del orbe. 
En poco tiempo aquellos que profetizaron el inminente advenimiento de esta arcadia global demostraron que, sencillamente, no podían estar más equivocados.
Tras su victoria en los 90, Estados Unidos llevó a cabo una potente realpolitik destinada a acentuar los logros de un imperialismo unilateralista que se sentía omnipotente sobre el globo. Su gran rival, la ya atomizada URSS, había parido con su último aliento a un gran número de naciones entre las que destacó la Federación Rusa, por ser su principal heredera. 
Aprovechando la patente debilidad en el espacio exsoviético, la superpotencia norteamericana extendió fulminante su influencia hacia el este, hasta situarse a 600 kms de Moscú (García-Margallo, 2015, pág. 445), a través de multitud de acciones tales como la intervención en Kosovo (1999), la expansión y reforma estructural de la OTAN, la instalación del escudo antimisiles o la penetración económica en Europa del Este y Asia Central.
Sin embargo, una vez hubo resuelto sus problemas intestinos (Chechenia, 1994-2000), Rusia respondió desbordando sus fronteras e interviniendo sobre el entorno de la Federación, tal y como vimos en la guerra de Georgia (2008), en la remilitarización de las Kuriles (2011), en la anexión de Crimea (2014), en la intervención en Siria (2015), en la fundación de la Unión Económica Euroasiática (2015) o en la remilitarización de Kaliningrado (2016). 
Como consecuencia del reflorecimiento del expansionismo ruso en Eurasia, la OTAN está tratando de establecer un “cordón sanitario” de contención a su avance, lo que ha degenerado en la propagación de focos de tensión extrema (el Báltico, el Mediterráneo oriental, Siria, Ucrania, Nagorno Karabakh…) que, en último término, amenazan con degenerar en un peligroso enfrentamiento directo entre “unos imperios que siempre actúan en su propio interés” (Ali, 2005, pág. 34).
En este contexto que muchos definen ya, por sus semejanzas con la primera, como la “Segunda Guerra Fría”, puede resultar alarmante que España, la duodécima economía mundial, Estado miembro de la UE y activo participante de la OTAN, permita el constante recalado y avituallamiento de buques de guerra rusos en su territorio soberano.

LA LEY DEL IMPERIO

Ceuta, con unos 20 Km2 de territorio y unos 85.000 habitantes dentro del mismo, ha vuelto a ocupar las portadas de los medios de comunicación occidentales debido a que la ciudad autónoma española ha permitido con cierta recurrencia el amarre de navíos rusos en el puerto de la ciudad, en la búsqueda de un interés nacional que nada ha gustado en la esfera anglosajona y en la OTAN.
Esta actividad, iniciada en abril de 2010 y fortalecida desde 2011, consiste en la recepción anual de en torno a una decena de navíos rusos a los que se brinda suministro y asistencia técnica, así como descanso para sus tripulaciones. El volumen de unidades rusas que frecuentan Ceuta, 60 hasta la fecha, ha convertido la plaza española en el norte de África, en una suerte de base no permanente de la marina rusa en el Mediterráneo occidental, lo que ha atraído la furia de diversos grupos de poder a raíz de la agresión que Rusia cometió al anexionarse Crimea en 2014.


1. Atraque de navíos rusos en Ceuta (2010-2016). Fuente: Elaboración propia.

Como resultado de la recepción de navíos rusos, diversos grupos británicos, gibraltareños y norteamericanos (Chomsky, 2008, págs. 123, 124), han visto en la nada beligerante actitud española hacia los rusos, una posible brecha en la seguridad colectiva, pues ven hostilidad en la presencia estratégica de las unidades de la Federación en el Estrecho de Gibraltar, a escasos kilómetros de la colonia británica del mismo nombre y de los interceptores Aerligh Burke norteamericanos que forman parte del paraguas antimisil. 
Por tanto, a consecuencia de su desasosiego, han iniciado denuncias contra España en las cámaras del Parlamento Británico (2014), en la Comisión Europea (2016), en el Congreso de Estados Unidos (2016) y, finalmente, en la OTAN (2016), con el objetivo de neutralizar la actividad naval rusa en territorio ceutí, obteniendo hasta hace escaso tiempo un improductivo resultado.
Sin embargo, el 15 de octubre de 2016, el nerviosismo alarmista de estos grupos de presión volvía a dispararse cuando la agrupación naval rusa del portaaviones Almirante Kuznetsov, perteneciente a la Flota Rusa del Norte, abandonaba el norte del país con Siria como probable destino. 
Las unidades de superficie que formaban la agrupación eran, aparte del veterano buque insignia Almirante Kuznetsov, el crucero de propulsión nuclear Pedro el Grande, los destructores antisubmarinos Severomorsk y Vicealmirante Kulakov, los buques-cisterna Serguéi Ósipov, Kama y Dubna, así como las unidades auxiliares de patrulla Altair y Nikolai Chiker. 
Por su parte, la escolta submarina, la componían dos submarinos tipo Schuka-B y otro tipo 636 Varshavianka (Forster, 2016).


2. La flota rusa. Fuente: The Thelegraph

Tras atravesar las gélidas aguas del Mar de Noruega, lugar donde el operativo naval comenzó maniobras de guerra bajo la atenta mirada de una fragata de la Armada Real de Noruega, el mando ruso obviaba la ruta a través del Atlántico Norte y se adentraba en el Mar del Norte rumbo al Canal de la Mancha. Holandeses, británicos, belgas y franceses, se sumaban entonces a la vigilancia de la agrupación naval.
El 21 de octubre, horas antes de pavonearse la escuadra en las aguas del Canal de la Mancha frente a las marinas de la OTAN, y pese a su capacidad para mantenerse semanas a flote sin ningún tipo de estacionamiento, se anunciaba que la agrupación rusa se dirigía al Estrecho de Gibraltar y, desde ahí, al Mediterráneo Oriental, para, presumiblemente, atacar a  los grupos rebeldes contrarios al régimen Sirio, que Rusia y Al Assad definen como terroristas y que Estados Unidos apoya frente a los anteriores. Todas las miradas pasaban entonces a posarse sobre España.

3. La singladura de la escuadra. Fuente: BBC

España, paso obligado en el acceso de la flota desde el Atlántico al Mediterráneo, volvía a las portadas cuando la escuadra rusa anunciaba que un total de tres de sus unidades, concretamente dos escoltas y un buque auxiliar, recalarían en Ceuta entre los días 28 de Octubre y 2 de Noviembre con el beneplácito del gobierno de la nación, concedido en forma de permiso en Septiembre del presente año (Tarasenko, 2016). Acto seguido, las encarnizadas cargas dialécticas contra España, provenientes de los círculos militares y políticos angloestadounidenses, o incluso de los sectores más extremistas de la política nacional (Ceuta Actualidad, 2016), no tardarían en redoblar su retórica.
Ante la presión por el cruce de la flota rusa por el Estrecho de Gibraltar el 25 de octubre, ese mismo día, Madrid se interesó públicamente por el itinerario y destino de la escuadra rusa. Con esta consulta oficial hecha, España aceptaba las exigencias de la OTAN de conocer el paradero de la fuerza rusa y, de ser la presumible Siria, impedir su estacionamiento. 
Al mismo tiempo, dado que no pretendía menoscabar el prestigio ruso, Madrid conseguía una salida a la incipiente crisis sin impedir bruscamente el recalado de la flotilla (lo que habría provocado un conflicto diplomático con Moscú), pues con la actitud del gobierno español se estaba forzando indirectamente a que el Kremlin, a través de su embajador en Madrid, procediese a la retirada de su petición de escala el día 26, como si de una decisión unilateral se tratase.
En pocas horas, España, la gran beneficiada hasta la fecha por las escalas rusas, pasaba a ser la gran damnificada. 
Tachada de desleal por unos y de sumisa por otros, renunciaba a ser más que un pequeño país en el concierto de las grandes naciones, una minúscula e irrelevante potencia incapaz de anteponer los intereses propios a los extranjeros, una nación sin voz frente a aquellas que redoblan su tono para salvaguardar sus necesidades o su prestigio.
Finalmente, el día 26  la escuadra del Kuznetsov sobrepasó el Estrecho de Gibraltar, dejó a estribor la ciudad autónoma española y prosiguió la singladura hacia el Mediterráneo oriental, a donde llegó el 4 de noviembre. 
Bajo la atenta mirada de los submarinos  (Litovkin, 2016), y aeronaves (HispanTV, 2016) de la OTAN, el grupo de combate llegó a su destino cuatro días más tarde, coincidiendo con las elecciones presidenciales de Estados Unidos. 
El día 12 de noviembre, la escuadra ya había tomado posiciones frente a la costa Siria y había iniciado los preparativos necesarios para realizar su misión de ataque a tierra, la primera de esta tipología en la historia rusa.


4. La flota arriba a su destino. Fuente: Elaboración propia

El 15 de noviembre, un mes después de abandonar su base en Rusia, tras asimilar en la escuadra a la fragata Almirante Grigórovich y a un buque de remolque auxiliar, ambos procedentes de la flota del Mar Negro (Litovkin, 2016), y tras coordinarse con los cuarteles de mando aeroespaciales, Rusia comenzó un ataque total sobre las posiciones enemigas de Idlib y Homs, en el noroeste de Siria.
La potente demostración de fuerza, que contó con el lanzamiento de misiles de crucero Kalibr y Óniks, bombardeos con cazas furtivos, cazabombarderos y bombarderos estratégicos y medios de inteligencia altamente sofisticados (Litovkin, 2016), de repente quedó silenciada. 
Al parecer, las desventuras de la travesía del Kuznetsov, que se había cobrado la destrucción de un 16,5% de su capacidad de ataque aire-superficie (Villarejo, 2016), (bien por fallo técnico en un motor de uno de los 8 MiG-29, el 14 de Noviembre, bien por la ruptura del cable de frenado de la cubierta del portaaviones, que provocó la destrucción de uno de los 4 Su-33 el 5 de diciembre), había motivado el traslado temporal del grueso del ala embarcada del portaaviones a la base Siria de Latakia (Sean O'Connor, Jeremy Binnie and Tim Ripley, 2016). 
Así las cosas, hacia el 20 de noviembre, la presencia del viejo Kuznetsov quedaba reducida a una simple muestra de prestigio, pero ya poco importaba, la misión militar había cosechado un éxito político que tardaría pocos días en recogerse.

Políticas millonarias e inútiles

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La Media Luna Dorada de Afganistán: un narco-Estado a la sombra del Hindukush 

Una niña afgana recoge opio en la provincia de Badajshán (1992). Fuente: Steve McCurry (The Guardian)

Más de tres décadas de guerra han convertido Afganistán en un narco-Estado construido sobre la economía del opio. Analizamos cómo se ha configurado dicho sistema, los factores económicos y sociales que lo han hecho posible y las opciones que tiene el pueblo afgano para dejar de ser la principal fuente de heroína del planeta.
Retrocedemos en el tiempo hasta la década de los 80 del pasado siglo. Las tropas soviéticas han ocupado Afganistán para asegurar la supervivencia del Gobierno afín y Washington ha puesto la maquinaria en marcha para apoyar a la resistencia armada. 
Se trata de una de las últimas grandes batallas que se librarán durante la Guerra Fría, y en ella los EE. UU. pondrán toda la carne en el asador, hasta tal punto que la operación de la CIA, asentada en la capital del país vecino, Islamabad, se convertiría en uno de los centros de operaciones de inteligencia más grandes del mundo.
Aprovechándose de las porosas zonas fronterizas entre Afganistán y Pakistán, al margen de la ley de los Gobiernos y dominada por las relaciones tribales, la CIA iniciaría una guerra sucia contra los soviéticos apoyándose en su homólogo pakistaní, el ISI (Inter-Services Intelligence) y utilizando el opio como combustible. El cultivo de la amapola adormidera era perfecto para un contexto bélico, pues requiere poca inversión, crece a enorme velocidad y es fácil de transportar. 
A medida que los muyahidines iban ganando terreno a los rusos a lo largo de los años 80, irían introduciendo las semillas, fomentando su cultivo mediante créditos y estableciendo el sistema de impuestos a los agricultores. 
El comandante muyahidín Mullah Nasim Akhundzada sería el pionero de este sistema. 
Estas dinámicas se darían especialmente en el valle de la región de Helmand, el cual concentra actualmente alrededor del 50% de la producción de opio del país. 
Cuarenta años antes, en lo que fuera una zona desértica en la orilla este del río que da nombre al valle, la Agencia de los EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), en búsqueda de imponer su influencia frente a la URSS, había llevado a cabo megalómanos proyectos de irrigación de la zona con el fin de hacerla idónea para la agricultura y motivar la sedentarización de tribus nómadas procedentes de todo el territorio afgano.
Propaganda antisoviética de los muyahidines. Fuente: History in Posters
Con el inicio del conflicto bélico, las caravanas entrarían en Afganistán cargadas con armas y municiones procedentes del puerto de Karachi para salir después cargadas de opio. A lo largo de los más de diez años de guerra, los servicios de inteligencia estadounidenses promocionarían la apertura de una masiva red de laboratorios de síntesis de heroína a lo largo de toda la frontera afgano-pakistaní —hasta 200 a finales de los años 80—. 
Aunque si bien el opio siempre se había cultivado en la zona, siempre se había destinado a los mercados locales y nunca se había llevado a cabo una producción de heroína a nivel local. Con la guerra, de las cien toneladas anuales producidas en los 70, se pasaría a las dos mil. 
Con ello, Afganistán se convertiría en el principal productor de heroína —aún no de opio como tal— del mundo: en 1984 aportaba el 60% del mercado norteamericano y hasta el 80% de la demanda europea. 
Además, entre 1979 y 1985 el número de adictos a los opiáceos en Pakistán pasaría de virtualmente cero a 1,3 millones. 
La pieza final la pondría Irán, desde cuyas permeables fronteras el cargamento se proyectaría al resto del mundo y fluiría por los corredores del tráfico ilegal hasta llegar a los mercados europeos —a través de la ruta de los Balcanes—, al golfo Pérsico, a África o a través de Asia central hasta alcanzar el mercado ruso. Había nacido la región de la Media Luna Dorada.
El camino de la heroína hasta Europa. Fuente: El País
Tras la retirada de las tropas soviéticas en 1989, una cruenta guerra civil estallaría entre los distintos señores de la guerra que habían participado del conflicto en un país que arrastraba ya más de un millón y medio de muertos y el doble de refugiados. 
En este contexto, los agricultores tendrían bien claro qué cosecha elegir: la adormidera crecía más rápido que cualquier otra planta, requería nueve veces más empleados —algo excelente para los millones de refugiados que regresaban a sus hogares— y suponía unos beneficios económicos asombrosos, con lo que aseguraba la supervivencia de la empobrecida clase campesina. 
Si la producción ya había alcanzado niveles históricos, durante la primera mitad de los años 90 se duplicaría. 
Mientras tanto, el ISI pakistaní buscaría que sus aliados pastunes, armados a cambio de seguir llenando de suministros los laboratorios de heroína, ocuparan el Gobierno de Kabul, lo que llevaría al infructuoso bombardeo de la capital entre 1992 y 1994. 
Todo cambiaría con la aparición de un grupo militante pastún, los talibanes, nacido de diversos grupos fundamentalistas educados en escuelas coránicas, quienes demostrarían una capacidad para el combate inusitada y tomarían Kabul en 1996. 
También estos fomentarían el cultivo de la amapola y llegarían a elevarlo hasta suponer el 75% de la producción mundial.
En búsqueda de reconocimiento internacional, en 2000 los talibanes prohibieron la producción, algo que les valió la recepción de 43 millones de dólares en ayuda humanitaria por parte de EE. UU. 
No obstante, para ese momento la economía afgana era prácticamente de monocultivo y la prohibición, impuesta a sangre y fuego, supuso que 3,3 millones de personas —el 15% de la población del país— sufrieran una violenta bajada en sus ingresos. 
A pesar de todo, la organización no perseguía ni el tráfico ni el procesamiento de heroína, con lo que, tras el asalto a los laboratorios por parte del Gobierno pakistaní, estos se trasladaron a territorio afgano. 
Con menos materia prima en el mercado, los precios se elevaron exponencialmente y la producción de heroína, que aporta diez veces más beneficios que el opio puro, empezó a llenar las arcas de los talibanes.
Cuando un año después EE. UU. invadió el país, el cultivo volvió a su máximo esplendor para financiar la resistencia, con el aliciente de que ahora el país controlaba también la producción de los derivados del opio. 
A pesar de que los talibanes serían destronados en pocos meses, nunca desaparecerían, y para 2008 se calcula que controlaban ya el 98% de los campos de amapolas de todo el país y hasta 50 laboratorios de heroína —que ahora valía diez veces más—, por lo que consiguieron de nuevo el favor de millones de agricultores. 
Esto les supuso más de 400 millones de dólares solo en impuestos y la capacidad de proseguir el reclutamiento de combatientes al ofrecer sueldos de hasta 300 dólares mensuales, muy por encima de los ingresos medios del país.
Por su parte, para combatir a los talibanes, los EE. UU. apoyarían a señores de la guerra enemigos y harían la vista gorda en cuanto a su financiación, por supuesto ligada íntimamente al tráfico de opio, a cambio también de que les proporcionaran información sobre el paradero de Osama bin Laden. Todo ello ocurría a la vez que promocionaba políticas para la reconversión de la economía a un modelo no ligado a los estupefacientes. 
Aunque es cierto que finalmente el proceso de construcción estatal llevado a cabo durante esta década haría que la dependencia económica del cultivo de la adormidera se redujera de un 63% del PIB en 2003 a un 13% en 2014, los viejos señores de la guerra aliados de los invasores serían los que ocuparían las posiciones de poder en las instituciones estatales recién creadas, lo que ligaba indisolublemente el opio con el poder en el naciente sistema político.

Arquitectura de un narco-Estado

Actualmente, más de 200.000 hectáreas afganas son destinadas al cultivo de la adormidera y el tráfico de opio en Afganistán se entrelaza de manera inseparable con la financiación de los grupos insurgentes de todo tipo y con la corrupción sistemática en las instituciones. 
Es, además,fuente de ingresos imprescindible para hasta 500.000 familias —el 20% de la población afgana—, así como otra de las causas que llena los cementerios afganos y el frágil pilar de vida de un número creciente de adictos, que alcanzó el millón en todo el país en 2010, con una tasa de hasta un 8% de drogodependientes entre la población adulta —el doble que la media mundial—, lo que también ha potenciado el aumento de casos de ETS
Con todo ello, Afganistán ostenta el dudoso honor de concentrar el 90% de la producción de opio mundial —seguido de Myanmar, México y Colombia—, la cual supone hasta el 15% del PIB del país. 
Solo en 2014 se calcula que la industria del opio afgana generó más de 400 toneladas de heroína —más que la demanda mundial— y beneficios de hasta 850 millones de dólares —el doble que en 2009—, de los cuales solo 60 millones se quedaron en el país.
Y es que los beneficios de la codiciada amapola se multiplican a medida que se avanza por el largo y sinuoso camino entre el lugar de producción y el de consumo y son superados a escala mundial solo por el comercio de petróleo. 
Un kilo de opio se compra a 30 dólares a los agricultores, un pago realizado muchas veces en especie. Ese mismo kilo de opio ve aumentado su valor cada vez que cruza una frontera, hasta los 2.400 dólares que pueden pagarse por él en Turquía. 
Una vez sintetizado, es convertido en 100 gramos de heroína, cada uno de los cuales, suponiendo una pureza de entre el 30 y el 80%, se venderá a una horquilla aproximada entre 20 y 100 dólares en las calles de Europa,
Claramente, los desorbitados beneficios que genera el opio son más que suficientes para continuar con el negocio. 
Un edificio construido sobre los pilares de la corrupción y la precariedad hace que la rueda siga girando. 
Según Transparencia Internacional, Afganistán tiene una de las tasas de corrupción más elevadas del mundo, y uno de sus más conocidos marcadores es el hawala, un sistema informal de intercambio de capitales cuyos orígenes se remontan al siglo VIII y que conecta el dinero de las transacciones ilegales en la oscuridad de la frontera con paraísos fiscales en las Islas Caimán. 
El alcance de dicho sistema es tal que se calcula que solo el 35% de los movimientos de capital dentro de Afganistán se llevan a cabo por la vía legal, de manera que en ocasiones es imposible diferenciar dónde empieza el sistema bancario formal y termina el hawala al tener los intermediarios cuentas en bancos tanto nacionales como en el exterior y producirse los pagos tanto en efectivo como en bienes físicos.
Por otra parte, a pesar de la importancia que se suele dar al tráfico ilegal de opio como pilar de financiación de los talibanes y otros grupos terroristas, lo cierto es que solo entre un 10 y un 15% de los ingresos del grupo dependen de la adormidera. 
El resto lo consiguen de donaciones que envían organizaciones no gubernamentales falsas, de secuestros y del contrabando de madera o minerales. Así pues, si el sistema continúa hacia adelante es porque todos los estratos de la sociedad afgana, y no solo los grupos criminales, se benefician de él.
El primero de estos grupos, la clase campesina, se encuentra abajo en la jerarquía social afgana y al principio de la cadena de producción del opio. 
El cultivo de la adormidera no solo les proporciona unos ingresos mayores que los de cualquier otra actividad que pudieran elegir para subsistir, sino que además les supone una garantía de seguridad en un ecosistema marcado por la guerra y en el que el Estado está ausente en gran parte del territorio. 
Los talibanes y los líderes tribales implicados en el lucrativo negocio del opio se aseguran de que sus trabajadores permanezcan a salvo de toda amenaza ajena a ellos mismos, algo que, en un país en el que suplir las necesidades básicas no está al alcance de todos, es una bendición.
En el vértice opuesto de la pirámide social, todos los rangos de la clase política afgana beben de una u otra forma de los beneficios de la amapola, desde la familia y aliados del expresidente Karzai hasta los mandos policiales de las provincias y los jueces
Cuando los grupos armados son expulsados de una zona, su lugar es simplemente ocupado por el de los funcionarios de la Administración local o de la Policía, lo cual genera un clima de impunidad y corrupción absolutas en el que el dinero del opio se sobrepone a la aplicación de la ley y a la rendición de cuentas y en el que resulta imposible encontrar incentivos para poner fin a su cultivo. 
A esto se añade la facilidad con la que los amos de la droga pueden exiliarse en los países aledaños —principalmente Pakistán, India e Irán— para huir de los tribunales afganos.
La Media Luna Dorada y sus flujos hacia el subcontinente indio. Fuente: India Times

Políticas millonarias e inútiles

Desde que EE. UU. invadiera Afganistán en 2001, la inversión en programas para combatir el narcotráfico ha sido de dimensiones millonarias y de carácter inútil, pues aparentemente solo han beneficiado a las empresas contratadas para la aplicación del programa
Por un lado, las dificultades impuestas al cultivo arruinaban la vida de cientos de miles de familias empobrecidas de las zonas rurales afganas, mientras que por el otro lado los señores de la droga simplemente cambiaban su lugar de residencia o sus líneas de negocio. 
Todo ello a la vez que los precios de la heroína en el mercado internacional se disparaban, lo que incentivó aún más su tráfico y multiplicó, en consecuencia, el número de muertes derivadas del consumo —que solamente en EE. UU. triplican a las muertes en combate de soldados estadounidenses—.
Todo ello plantea la necesidad de encontrar tanto alternativas materiales como incentivos morales, utilizando la educación como pilar fundamental de la erradicación y el planteamiento de alternativas. 
Considerando el enorme volumen de la producción de adormidera del país, así como la total dependencia económica de este cultivo, la transformación se plantea imposible en el corto plazo. 
Sin embargo, canalizar los gigantescos beneficios hacia un mercado legal otorgaría mayores beneficios, tanto para el Estado afgano como para los agricultores —que podrían ver sus ingresos aumentados un 4.000%—, al incrementar la capacidad de inversión en infraestructuras y la implementación de programas de desarrollo y de desintoxicación, atacando con ello todas las facetas del problema simultáneamente. 
Aunque la mayor parte del opio del planeta se cultiva en estas tierras, el 50% de los opiáceos, imprescindibles para la medicina moderna —e inaccesibles para el 80% de los afganos—, se producen en Australia y Francia, lo cual aporta bases suficientes para plantear un cambio de estrategia. 
Al producirse localmente, los afganos podrían acceder a medicinas a menos de la mitad de precio que en el extranjero y beneficiarse de un excedente más que de sobra para suplir la demanda mundial, lo que les permitiría adquirir una enorme masa de capital imprescindible para la industrialización del país.
La idea no es revolucionaria, con ejemplos históricos como Turquía, que realizó en los 70 un viraje hacia la producción legal y se convirtió así en un líder mundial en el campo. 
Allí, el régimen de los ayatolás comenzó aplicando políticas basadas en la criminalización y la represión, con castigos como la pena de muerte o los trabajos forzados para los traficantes. 
No obstante, ante la inutilidad de las mismas y el imparable aumento de adictos y de casos de VIH, los líderes de la república islámica decidieron cambiar de estrategia. 
Su solución sería la de invertir más del 50% del presupuesto antinarcóticos en políticas de prevención y educación social para combatir el consumo de drogas, a la par que se multiplicaban los centros de rehabilitación y desintoxicación, facilitando incluso el acceso a jeringuillas limpias y tratamientos con metadona. 
Con ello, Irán consiguió reducir los infectados por sida a la mitad entre 2004 y 2010 —en la población de las prisiones, incluso más— a la vez que daba una oportunidad a los adictos para reintegrarse en la sociedad. 
Tener como ejemplo dos países de mayoría musulmana debería ser de gran utilidad y servir de ayuda para los afganos a cargo de la reforma del sistema político, que, en vez de mirar hacia Washington o Londres, tendrán tal vez que seguir los pasos del más cercano Teherán y potenciar la creatividad en el diseño de sus políticas.
By Daniel Rossellóelordenmundial.com

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