"EEUU tiene poco tiempo y quienquiera que sea el siguiente presidente, tendrá que tomar decisiones drásticas para salvar el país", ha advertido el escritor norteamericano Todd G. Buchholz, argumentando que, no solo los países pobres, sino también los ricos, pueden entrar en una espiral de decadencia.
"¿Ha visto alguna vez a un otomano? ¿Y a un súbdito del imperio de los Habsburgo? Tampoco yo", plantea Todd G. Buchholz, autor del libro 'El precio de la prosperidad: ¿por qué fracasan las naciones ricas y cómo renovarlas?'.
1. Caída de la natalidad
"A medida que los países se hacen más ricos, se observa una caída de la natalidad en las familias", analiza Buchholz, aludiendo a que la tasa de natalidad en EEUU es de 1,89. Para mantener unos estándares de vida elevados, los ciudadanos necesitan que los trabajadores coticen, pero también son necesarios los migrantes. Los migrantes pueden, no obstante, dividir a la cultura dominante, por lo que los países se enfrentan a una dura dicotomía: la disminución de la riqueza o la erosión de su cultura. El autor cree que todos los imperios del pasado enfrentaron este problema, "pero al fin y al cabo no pudieron gestionarlo".
2. Globalización del comercio
El escritor opina que los países no pueden lograr crecimiento económico ni preservar la riqueza sin el comercio, porque se pudren. Buchholz alude a Corea del Norte, que, según él, "recuerda a una cárcel". En contraposición, en Corea del Sur, "que sí cree en el comercio", la población es 17 veces más rica, dado que produce mercancías mucho más sofisticadas. Pero, al mismo tiempo, el escritor desliza un lado negativo del comercio, que consiste en que dicha actividad difumina las costumbres y la esencia de la nación.
3. Aumento de la deuda pública
Así, cuando una familia se enriquece, disminuye la posibilidad de su endeudamiento, pero todo es al revés con los países: las naciones ricas acumulan enormes deudas, que son mucho mayores que las de los países pobres. El autor atribuye el fenómeno a la capacidad de recibir más y más préstamos por parte de un país rico, a quien los bancos se los conceden dada su mayor solvencia. Además, prosigue, los políticos de hoy no se responsabilizan por las deudas que dejan a sus sucesores.
4. Quiebra de la ética profesional
"Cuando se desmorona un país grande, la gente no padece de hambre. Solo dejan de despertar temprano", escribe Todd G. Buchholz.
Como método para devolver a los parados al mundo laboral, el autor propone otorgarles premios adicionales en caso de que acepten ofertas de un nuevo empleo antes de que les dejen de pagar las indemnizaciones por desempleo.
5. El problema del patriotismo en un país multinacional
"A menos que los países ricos se enteren de cuáles son sus intereses nacionales, no podrán sobrevivir" razona el escritor.
Destaca que muchos personajes históricos como Cristóbal Colón o George Washington se perciben en EEUU como saqueadores y no son considerados como símbolos de libertad religiosa, descubrimientos, valor o audacia.
Como solución, el autor propone hacer a cualquier migrante que pide préstamos federales visitar los cinco monumentos y museo principales y poner sellos en sus pasaportes.
¿Es tarde ya para actuar?
Con todo eso, Buchholz estima que todo esto se puede aplicar no solo a EEUU, sino también a los países de la UE. El autor observa que estos países, que están experimentando un problema de migración masiva, todavía disponen de tiempo para actuar con diligencia.
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