Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, avaló el portaviones USS Gerald Ford, que pronto entrará en servicio de la Armada.
El mandatario lo calificó de “símbolo de la potencia estadounidense”.
No obstante, no todos están de acuerdo con el mandatario.
El mandatario lo calificó de “símbolo de la potencia estadounidense”.
No obstante, no todos están de acuerdo con el mandatario.
El analista militar Roger Thompson explica en una reciente entrevista que a su parecer, el gigantesco buque es un desastre total.
Está previsto que el portaviones Gerald R. Ford, buque insignia de su clase, ingrese en la Marina de guerra estadounidense en 2017, tres años más tarde de lo inicialmente programado.
Según varios cálculos, el buque ya le ha costado a Washington unos 12.800 millones de dólares. Estos gastos forman parte de un programa militar, cuyo presupuesto se cifra en 36.300 millones de dólares, que está plagado de sobrecostes. El dispendio se debe también a otros proyectos militares estadounidenses, como el F-35 o los destructores de la clase Zumwalt.
Según Thompson,
“Los buques de la clase Gerald Ford tienen serios problemas. Ya excedieron su presupuesto y paralelamente, su botadura se retrasa enormemente. No estoy exagerando cuando digo que la mitad de sus sistemas no funcionan”.
“Los buques de la clase Gerald Ford tienen serios problemas. Ya excedieron su presupuesto y paralelamente, su botadura se retrasa enormemente. No estoy exagerando cuando digo que la mitad de sus sistemas no funcionan”.
Asimismo, el experto calificó el portaviones de “artilugio del pasado” y “reliquia de la Segunda Guerra Mundial”. También emplazó al Pentágono a poner el foco en aquellos buques que están más acondicionados para el combate moderno.
“Sueñan con la gloriosa época de la II Guerra Mundial, cuando EEUU luchó contra Japón portaviones contra portaviones. Al parecer, Washington cree que habrá otra gran guerra”.
Thompson planteó que ninguna otra potencia mundial dispone de tantos portaviones como EEUU. Es más: algunos países que también los poseyeron, como Canadá y Australia, los rechazaron al fin y al cabo por su escasa rentabilidad.
El analista observa que los portaviones estadounidense son vulnerables a submarinos y nuevos tipos de armas antibuque. Además, afirma que los marineros que trataron de denunciar la ineficacia de estas naves, fueron despedidos de la Armada.
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