El presidente de EEUU, Donald Trump, con el presidente de la Fed, Jeremy Powell. Reuters
La decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de imponer una nueva ronda de aranceles contra China tiene consecuencias directas sobre el pulso que mantiene con la Fed y Jerome Powell. El magnate ha conseguido redoblar la presión para conseguir que banco central se mueva en línea sus intereses para devaluar el dólar respecto a sus competidores. Trump ha encontrado un aliado en el mercado con un desplome de los intereses de la deuda. Por cuarta vez en el año, la curva de tipos se ha invertido, poniendo contra las cuerdas a la Fed para la reunión de septiembre. El mercado ya descuenta el 88% de probabilidades de un nuevo recorte de 25 puntos básicos en el próximo cónclave.
Las primeras palabras de Trump tras la decisión de la Fed, el pasado miércoles, fue: "Powell nos decepcionó". El banco central rebajó los tipos de interés por primera vez desde la crisis financiera, en un movimiento preventivo para apoyar a la economía estadounidense, en mitad la desaceleración de la economía mundial. La economía sigue mostrando robustez y el mercado de trabajo en pleno empleo. La decisión se tomó con una Fed dividida ante un recorte innecesario con los indicadores económicos en la mano. "Lo que el mercado quería oír de Jay Powell y de la Reserva Federal era que este era el inicio de un prolongado y agresivo ciclo de recorte de tasas que seguiría el ritmo de China, la Unión Europea y otros países", tuiteó Trump horas después de la decisión.
Trump tiene un pulso abierto con la Fed para que la política monetaria se adapte a su estrategia de comercio exterior de devaluación del dólar y de terminar con el déficit comercial con sus competidores. La Fed, en su comunicado, dejó claro que la razón principal por la que redujo las tasas fue "las implicaciones de los desarrollos globales para el panorama económico". En otras palabras, cambió el criterio de seguir la inflación y el empleo, por tener en cuenta el empeoramiento de la situación de la guerra comercial.
Un día después llegó la noticia con otro tuit presidencial, de nuevos aranceles del 10% sobre las importaciones chinas por valor de 300.000 millones de dólares. El anunció cogió por sorpresa al mercado. Coincidía con un nuevo encuentro entre las delegaciones de China y EEUU, en el que se decidió retomar las negociaciones a partir de septiembre. La reacción del mercado fue rápida. Desplome del interés de los bonos. A diez año bajó del 2% cotizando en el 1,86% en mínimos de 2016. Sonrisa del destino, coincidiendo los niveles con la victoria en las presidenciales de ese año.
El mercado ya ha comenzado a descontar un nuevo recorte de los intereses en septiembre, tal como busca Trump. Por un lado, la temida curva invertida se ha vuelto a producir con la nueva embestida en los aranceles. El rendimiento del bono a un año se sitúa en el 1,9% frente al 1,86% que ofrece el bono a diez años. Es decir, la rentabilidad a corto plazo de la deuda americana es superior que a largo plazo. Una anomalía que suele anticipar una próxima recesión entre nueve y veinticinco meses después.
Por otro lado, la herramienta de CME de futuros sobre los tipos de interés ofrece un 88% de posibilidades de que haya recorte de tipos en septiembre. Esta probabilidad se mantenía en el 48% tras la decisión de la Fed y un día antes del anuncio de Trump.
Ahora veo una probabilidad del 70% de un recorte de 25 puntos básicos, una probabilidad del 10% de un recorte de 50 puntos básicos y una probabilidad del 20% de que no haya cambios en la política monetaria en septiembre", indica Goldman Sachs en una nota clientes.
Jan Hatzius, economista de la firma, señala que es probable que el inesperado anuncio de Trump obligará a los bancos centrales a responder.
El recrudecimiento de la guerra comercial aumenta el riesgo de recesión, algo que quiere evitar a toda costa la Fed. Los analistas de Morgan Stanley señalan que una recesión estadounidense es probable dentro de tres trimestres si los aranceles anunciados por Trump aumentan a 25% y perduran entre cuatro y seis meses. Algo que está sobre la mesa, si no hay avances en la guerra comercial.
"La confianza del consumidor sigue siendo alta, pero la confianza de los negocios ha disminuido drásticamente desde que las tensiones comerciales han aumentado. La incertidumbre comercial está en la mente de las empresas. Me preocupa cada vez más que las empresas empiecen a reducir el número de trabajadores", comenta Ryan Sweet, jefe de investigación de política monetaria en Moody's Analytics.
"Si bien el impacto directo de estos aranceles (si se imponen) será modesto, tienen el potencial de dañar el crecimiento global de manera más sustancial a través de un impacto negativo en el sentimiento empresarial ya débil", subrayan Joseph Lupton y Olya Borichevska, los economistas de JP Morgan