En los últimos años, el litio se ha ganado un nombre mucho más atractivo, el de “petróleo blanco”, debido a su papel protagonista en el panorama energético.
Sus propiedades convierten a los iones de litio en los ingredientes perfectos para fabricar baterías, como las que tiene casi cualquier aparato de los que manejamos diariamente y los cada vez más abundantes coches eléctricos.
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EC
De la totalidad de litio producido en 2015, el 35% estuvo destinado a este fin, según el último informe del Instituto Geológico Británico.
Una porcentaje que se espera continúe al alza durante los próximos años si los deseos de Tesla se cumplen y los vehículos recargables ganan popularidad frente a los tradicionales.
Esta creciente demanda del sector de las baterías, unida a la falta de nuevas fuentes de suministro, ha provocado “una gran volatilidad en los precios a principios de 2016, alcanzado valores históricos”, explica a Teknautas Andrew Miller, analista en la consultora del sector Benchmark Mineral Intelligence.
Según el índice de mercado estimado por esta empresa británica, el precio del metal ha aumentado un 60% en lo que llevamos de año.
Aunque el mercado del metal ha experimentado incesantes vaivenes durante la última década, “nunca han sido tan extremos como los que hemos visto este año”, detalla Miller.
El coste del carbonato de litio ha pasado de situarse en el 2005 entre los 0,95 y 1,40 dólares (0,84 y 1,25 euros) por libra, equivalente a unos 454 gramos, a rondar los 3 dólares (2,67 euros) según los últimos datos.
Sin embargo, los compuestos del metal vendidos al contado pueden incluso superar los 25 dólares (unos 22 euros) por kilogramo.
Tradicionalmente, las empresas establecían largos contratos de provisión para “mantener una mayor estabilidad de los costes”, indica el analista.
Ahora, los acuerdos alcanzan cifras astronómicas, mientras que muchas optan por el comercio al contado. Todo esto se traduce en unos valores de mercado tan variables que Miller no se arriesga a dar números: “No hay un precio [único]”, asegura.
Ante tales condiciones, muchos se lanzan a extraer el ansiado “petróleo blanco” para sacar partido de su auge. “Con un número limitado de grandes productores que no han sabido reaccionar a la creciente demanda, nuevas empresas quieren entrar en el sector”, indica Miller.
Es el caso de Lithium X Energy, una firma que busca aprovechar el tirón actual del litio sin atender a pronósticos de bonanzas o hecatombes futuras, y convertirse en un proveedor de litio ‘low cost’.
Actualmente, explota un salar en Argentina y estudia las posibilidades de una cuenca sedimentaria de sales de litio en Nevada, propiedad de Albermarle, el mayor productor del metal a nivel mundial.
Valorando posibilidades
En general, “es mucho más rentable económicamente obtener el litio del salar que de la mina”, explica Juan Locutura, jefe del Área de Geoquímica y de Recursos Minerales del Instituto Geográfico y Minero de España (IGME).
En el análisis de viabilidad de un yacimiento entran en juego distintos factores: “La cantidad total y el tipo de mineral, la concentración de litio en la roca, el precio del mismo en el mercado, el coste de la electricidad y la estabilidad económica y política del país”, enumera a modo de ejemplo.
La práctica totalidad de la producción de litio a nivel mundial está en China, es casi un monopolio.
“Además de contener litio, el mineral tiene una serie de productos que no interesan, lo que se conoce como la ganga”, prosigue en experto del IGME. Por eso, los últimos pasos consisten en separar esas dos partes aplicando métodos fisicoquímicos y conseguir un concentrado del mineral rico en el elemento: el “material vendible”, en palabras de Locutura.
Todas estas etapas, que conllevan grandes costes, tienen lugar en la misma mina y por la misma empresa extractora, que solo transportará el producto final, con menor volumen.
Porque llevarlo a miles de kilómetros, hasta Asia, también cuesta mucho dinero. “La práctica totalidad de la producción de litio a nivel mundial está en China, es casi un monopolio”, advierte Locutura.
La principal compañía minera, Talison Lithium, es propiedad de Albemarle y Sichuan Tianqi, una empresa china que también controla la segunda etapa: en sus instalaciones, manipula el mineral concentrado para obtener el metal que se utilizará industrialmente, por ejemplo, para fabricar baterías.
El proceso, que no solo supone grandes costes económicos, sino también energéticos y ambientales, se concentra en el país oriental principalmente por la laxitud de su legislación.
Los tratamientos que se aplican son muy contaminantes y “allí el control ambiental es mucho menor”, aclara el experto del IGME. Por esta razón, “no se obtiene litio metal en Estados Unidos, Canadá o Australia”, países que albergan los principales yacimientos de minerales.
El caso de los salares es diferente. Se trata de balsas de agua con altas concentraciones de litio, conocidas como salmueras, desde donde se obtienen sales del metal por evaporación.
Un producto ya “disgregado y fino”, detalla Locutura, que no requiere procesamientos tan caros y aparatosos como su versión mineral. “El problema es que las operaciones pueden alargarse mucho tiempo antes de lograr producir”, advierte por su parte Miller, así que las empresas deben invertir grandes cantidades de dinero antes de ver beneficios.
Pronósticos y tendencias
Según el Instituto Geológico Británico, la producción global de litio en el 2014 fue de 26.100 toneladas.
Y, según los cálculos del Instituto Geológico de los Estados Unidos, las reservas de litio a nivel mundial rondan las 41 millones de toneladas, concentradas principalmente en Bolivia, Chile, Argentina, Estados Unidos, China y Australia.
“El verdadero incremento de la demanda del sector de las baterías aún está por llegar”, advierte Miller. En la consultora esperan que el pico definitivo se produzca en torno al 2018 y “continuará subiendo en tasas de dos cifras por algún tiempo”, prosigue.
“No vemos una burbuja en el mercado del litio, el crecimiento se debe fundamentalmente a la escasez de suministro”, añade Miller.
Sin embargo, algunos creen que estas enormes necesidades acabaráncolapsando el mercado.
Si un día la producción de litio logra satisfacer la demanda global, dejará de haber sitio para todos los productores. O si aparece un material sustitutivo más abundante y barato. Pero, de momento, lo único que hay son conjeturas: “No sabemos hasta dónde puede llegar la fiebre del litio”, sentencia Locuturai
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