Desde el fin de la II Guerra Mundial hasta 2008 la Europa Occidental ha presumido internacionalmente de ser la zona regional donde se complementó un fuerte crecimiento económico con la reducción de la desigualdad al aplicar las políticas keynesianas del Estado del Bienestar, complementando economía privada y pública. Situándose en un punto intermedio entre el extremo del bloque capitalista - el neoliberalismo de los Estados Unidos creciendo económicamente pero con una sociedad muy desigual - y el extremo del bloque socialista, la URSS - con estanque económico tras los años 70 pero con la sociedad desarrollada con mayor igualdad de renta.
Este periodo de bienestar económico europeo fue acompañado de un funcionamiento político prevaleciente bipartidista donde dividía, no solo a los parlamentos nacionales sino también al parlamento europeo desde su elección democrática en 1979 con 751 escaños, entre dos fuerzas principales; los conservadores/democristianos (derecha) y los socialdemócratas (izquierda), quedando alejados de la hegemonía los partidos comunistas (a excepción de algunos países como Italia en los años 60 y 70), ecologistas, o chovinismos de izquierda y de derecha.
Esta hegemonía bipartidista llevó al debate sobre si existía en Europa diferencias entre la Izquierda y la Derecha al defenderse conjuntamente la construcción de una Europa desarrollada bajo parámetros de la globalización neoliberal. Algunos como el politólogo italiano Norberto Bobbio atacaban estos argumentos defendiendo que seguía existiendo la dicotomía "Derecha e Izquierda". Más allá de debates epistemológicos, lo que hay que señalar es que mientras Europa tuvo crecimiento y estabilidad económica no se ponía en duda esta hegemonía bipartidista. El problema llegó justamente tras la crisis de 2008, cuando tanto conservadores como socialistas han configurado una misma hoja de ruta como solución; "la Austeridad".
Una estrategia neoliberal apostando por Recortes en Políticas Sociales y privatizaciones que ya se llevó a cabo en otras regiones como América Latina con el "Consenso de Washington" en los años 90 y se obtuvieron resultados desastrosos. Europa es otro contexto, no dudamos, pero la estrategia de privatizar empresas públicas o amplios recortes en gastos como salud o educación al aceptar el objetivo neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Troika (Comisión Europeo, Banco Central Europeo y FMI) para buscar estabilidad macroeconómica por encima del bienestar social y contra la desigualdad derrumbaba la esencia histórica de la Europa del Bienestar desde la posguerra. Entre el debate que hemos subrayado proveniente de la Guerra Fría, "Crecimiento o Igualdad", finalmente la UE se decantó por romper el punto de equilibrio y seguir el proyecto de los Estados Unidos.
A finales de 2015 en 12 de los 28 países de la UE, estando el motor alemán como modelo, gobernaban juntos socialdemócratas y conservadores (la llamada Gran Coalición) con la justificación de hacer frente a la crisis económica implementado estrategias de Austeridad. Un gesto que ha dejado evidente a la opinión pública europea que entre el bipartidismo histórico más qué diferencias hay similitudes. Justamente esa identidad de la Gran Coalición como sujeto único ha sido fortalecida con la defensa del macroproyecto del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP en inglés) entre Estados Unidos y América Latina por parte tanto de conservadores como socialdemócratas. Un tratado de comercio ultraneoliberal, con similitudes al ALCA entre Estados Unidos y América Latina rechazado en 2005 por gobiernos y movimientos progresistas, que ha hecho finalmente suprimir la esencia a la vieja socialdemocracia europea.
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