Si todos sabemos que el mundo no es un lugar perfecto, que está lleno de injusticias y que la riqueza no está distribuida de una forma equilibrada y que los problemas se nos acumulan, corrupción, niveles de deuda, terrorismo, cambio climático, racismo y un largo etcetera.
Sin embargo si nos apartamos de los árboles y miramos el bosque en su conjunto nos podemos dar cuenta de que la humanidad en su conjunto está a punto de lograr un hito jamás alcanzado en toda su historia. Conseguir extinguir la pobreza extrema o que el grueso de los habitantes del planeta logren ganar más de $1,25 al día y además lo hemos logrado en una fase en el que la población ha tenido una explosión demográfica sin precedentes.
En 1900, el mundo tenía algo menos de 2 mil millones de habitantes de los cuales un 85% de ello vivían en la pobreza extrema. Hoy, tenemos sobre el planeta Tierra más de 7 mil millones de personas y “sólo” tenemos unos 800 millones de personas viviendo en la pobreza extrema, un 10% de la población mundial.
Sigue siendo mucha gente, y queda mucho por hacer, pero pensad que es un logro jamás alcanzado en la historia de la humanidad.
Gran parte de esta reducción en la pobreza extrema tiene un nombre propio. China. En 1990, el 66% de la población China o más de 700 millones de personas vivían en la pobreza extrema. En 2013 sólo el 1,9% de la población China estaba en esta situación, es decir poco más de 25 millones de habitantes.
En esta reducción de la pobreza extrema mundial ha tenido un impacto imprescindible la globalización. Sin ella China no podría haber logrado sacar de la miseria absoluta a 700 millones de personas. En cierto modo este logro tiene un coste.
La globalización conlleva una cierta transferencia de riqueza de los países más ricos y desarrollados a países en vía de desarrollo cómo China o una transferencia de potencial de crecimiento del PIB de los países desarrollados a los países en vía de desarrollo.
Esta transferencia crea inseguridad en las clases medias de los países desarrollados pero la realidad es que un punto de crecimiento del PIB en un país en vías de desarrollo saca a muchas más personas de la pobreza extrema que el mismo punto de incremento de PIB en un país desarrollado.
Y aquí viene la pregunta que nos tenemos que realizar cómo sociedad e individuos. ¿Estamos dispuestos a ser solidarios con las partes más pobres del mundo y transferirles parte de nuestra riqueza? o por el contrario preferimos dejarles como está y bloquear su crecimiento para no ceder ni un milímetro de nuestro bienestar.
De momento vistos los resultados electorales en muchos países desarrollados parece que estamos optando claramente por la segunda opción.
Gráfico vía VisualCapitalist
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