El economista que alertó del 'crash' dice que hay motivos
para desconfiar de los cantos de sirena del Gobierno
Según él, hasta el 2023 no vamos a levantar cabeza y,
cuando lo hagamos, habrá que ser muy flexible para adaptarse.
Santiago Niño-Becerra
escribió en un artículo «España no
va bien (creo que soy el primero en decirlo)». Corría el confiado 2005. El precio de la vivienda seguía
subiendo, la tasa de crecimiento interanual estaba por encima del 10%, el paro
se mantenía en el 8% -el más bajo desde hacía tres décadas- y las cuentas
públicas reflejaban un superávit del 1%.
Lo que viene debería compararse con lo que sucedió durante la Gran Depresión» (2007), «Nos hallamos ante una crisis sistémica» (2008), «No
se va a crear empleo y la demanda española, baja y dependiente, aún lo va a ser
más» (2009), «El modelo de protección social es insostenible»
(2010), «No es una infección, se trata de una gangrena y hay que
amputar» (2011), «No es cierto que la caída de los salarios
medios sea temporal: es una tendencia que no tiene marcha atrás» (2012).
¿Pasmados?
-De los famosos brotes verdes de
la señora Salgado a la traca final de las flores de invernadero del señor De
Guindos, no nos dicen la verdad.
-Entre usted le vamos a cortar la pierna.
-La evolución de esta crisis es como la del cáncer.
De manual. Primera fase, la
negación. Segunda, el « ¿por qué me ha tocado a mí?». Tercera, la búsqueda de soluciones milagrosas. Y cuarta, que es la actual, la de la quimioterapia, que durará hasta el 2015. El problema es que no
todos están en la cuarta fase. Unos tienen claro que nunca volveremos al 2006 y
otros no quieren saber la verdad.
-Año 2008, deuda pública en España, 36,5%
del PIB. Año 2014, está presupuestada en el 98,9%, teniendo en cuenta que el
PIB crezca el 0,7%. ¿Qué indica la evolución de la deuda pública? El nivel de
deterioro de la economía española.
El
Gobierno nos está vendiendo la película de que con el turismo y la exportación
España se salvará, y la oposición no dice que no, ¿eh? Es absolutamente falso.
En los mismos presupuestos del Gobierno, las previsiones son de que el saldo
exterior cae, porque las importaciones crecerán
Primero, este año la deuda
pública llegará al billón de euros -«nadie, ni España ni otros países pueden
pagar lo que deben». Segundo, España no crece -«de entrada creo que no
crecerá el 0,7%, que no es nada; y si no crece, la recaudación fiscal será
baja, y los intereses de la deuda son de 36.000 millones de euros. ¿A costa de
qué se puede pagar? De más recortes sociales». Y tercero, no se va a generar
ocupación: «Para que España pueda bajar el 26% de paro, se tendrían que hacer
800.000 viviendas al año. Y eso no es previsible».
El
horizonte, explica, es el de un crecimiento estable del 0, o del 1%, y a partir
de ahí, a ir tirando, con un paro estructural elevado. «En esta dinámica,
España lo tiene mal, porque necesita crecimientos muy elevados para absorber
tanta mano de obra,vamos a
peor, porque cada vez le costará más coger el coche y tomar una cerveza. Pero el Gobierno no habla de eso y la oposición no
pregunta», se queja nuevamente del silencio administrativo.
Y qué pasa con Catalunya, la tercera autonomía
en la que menos invertirá el Gobierno, después de Asturias y de Murcia? ¿La
solución es la independencia?
Santiago Niño Becerra menciona el estudio de las doctoras Núria Bosch y
Marta Espasa, de la UB, que concluye que
una Catalunya independiente generaría un superávit medio anual de 13.000
millones de euros.
Pero puntualiza: «Catalunya tiene un problema económico, pero para resolverlo no es necesaria la independencia. De entrada, si cogiéramos el concierto vasco y lo tradujéramos del euskera al catalán, el problema quedaba resuelto y luego podrían abordarse otros puntos».
En España hay tres regiones que dan -Madrid, Baleares y Catalunya- y el
resto que recibe. Eso no es sostenible. La gran inversión internacional sabe que si Catalunya tuviera una mayor
autonomía económica y financiera, estaría mejor. En Catalunya pueden aparecer
clusters en el sector industrial y agrario, en el porcino, por ejemplo. El
problema vendría después...
-¿Qué quiere decir?
-Si coge un compás, clava la aguja en plaza de Catalunya y traza un
círculo de 50 kilómetros, ahí tiene el 50% del PIB de Catalunya. El que queda
fuera, ¿qué?
Ahora bien, dice, para resolver el problema económico,
Catalunya necesita mucha más autonomía económica y financiera. «Si para obtener
esa mayor autonomía es necesario la independencia, entonces la independencia se
convierte en un instrumento, no en un objetivo»
Un panorama que, haciendo un símil, se parecerá más
al siglo XVII que al XX. Porque en el XX, el objetivo político era que la gente
estuviera bien -si estaba bien, consumía, pagaba impuestos, votaba, se
reproducía y no escuchaba propaganda del otro lado del telón-, pero hoy es el
Banco Central Europeo el que dicta lo que hay que hacer. «El modelo de
protección social que hemos conocido ya ha terminado. Lo dijo hace dos semanas
el jefe de Estado de Holanda, el rey Guillermo, al inicio del curso
parlamentario». Y para rematar la pesadilla, la tecnología está desplazando la
mano de obra. «Cuando salió el Volkswagen Golf se necesitaban 36 horas por
unidad, hoy se hace en siete horas», señala. De hecho, Jeremy Rifkin, teórico
al que respeta, asegura que el 100% del PIB lo acabarán generando el 5% de la
población mundial.
-En el futuro «solo lo necesario será lo
importante», anuncia usted.
-Sí. Hasta ahora lo importante era tener 20
vestidos de Armani en el armario y dos Cayenne en el garaje, y eso era bueno
para el PIB. Pero el consumo se disparó a base de crédito. El endeudamiento
privado fue la gran trampa. Eso ya no volverá.
-¿Tampoco el empleo fijo?
-Habrá un porcentaje de horas de trabajo que no
serán necesarias. Y eso es nuevo. Pienso en el trabajo a tiempo parcial. El
problema es que hay exceso de mano de obra.
-¿Quién tendrá más oportunidades?
-El que tenga alta cualificación. En especial, en
campos como las ingenierías, la logística, el reciclaje, la biotecnología. El
albañil que pone ladrillos no tiene futuro porque, entre otra cosas, se están
diseñando máquinas que imprimen edificios.
-Eso exigirá otra mentalidad.
-Habrá que ser muy flexible. Las posturas
maximalistas e inamovibles no irán a ninguna parte. Y habrá que ir hacia una
sociedad participativa. Creo que se reforzará el peso del municipio, que se
prefigura como la unidad cercana al ciudadano. No será difícil, por ejemplo,
ver salir una ordenanza que obligue a barrer tu trozo de acera.
-Ay, que le sale el lado humano... A menudo parece
que la dimensión moral no le preocupa.
-Claro que me preocupa. Decir la verdad tiene una
dimensión moral.
-Y como ciudadano, ¿qué tal encaja el
desmoronamiento?
-Yo estoy impresionado.
-¡La única forma de vivir el
presente.
¿Serán
tan oscuras sus predicciones?
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