04-04-2016
Estados Unidos tolera los paraísos fiscales de terceros siempre que sirvan a sus intereses, pero en cuanto amenazan con convertirse en un agujero para su Hacienda o sean cogidos en renuncio como refugio del dinero que financia la actividad criminal y terrorista o sirve para blanquear los réditos de éstas, impone su ley, con consecuencias muy caras, como le ha ocurrido a la banca suiza.
La imposición unilateral por parte de Washington de la FATCA, una ley con la cual impide la evasión fiscal de las personas físicas y jurídicas estadounidenses ya que exige a todas las instituciones financieras foráneas a que identifiquen e informen de las cuentas de los ciudadanos norteamericanos que tengan depósitos e inversiones en esos bancos, ha acelerado el mecanismo de intercambio automático de información fiscal en el área de los países de la OCDE, una de las medidas estrella para frenar la evasión y la elusión fiscal.
Sin embargo, Estados Unidos tiene un comportamiento hipócrita y a pesar de presentarse como el heraldo de la lucha contra los paraísos fiscales, tierra adentro ampara y fomenta la generación de un negocio financiero de gran calado cuya base son sociedades pantalla que ocultan fortunas extranjeras, y también ha permitido que las filiales de sus multinacionales utilicen los beneficios de fuera sin repatriar (cerca de 2 billones de dólares) y esquivados al fisco de los países, como España, donde operan, para su expansión, habiendo conseguido un dominio mundial sin precedentes.
Una revista tan poco sospechosa de izquierdista como Fortune (estadounidense)publicó en 2010 un excelente trabajo en el que se estableció un ranking de paraísos fiscales, para el que se tuvieron en cuenta 12 criterios básicos de opacidad y los flujos de dinero que absorbían.
Esta clasificación la encabezaba Estados Unidos, seguido de Luxemburgo, Suiza, Islas Caimán, City de Londres, Irlanda, Bermudas, Singapur, Bélgica y Hong Kong.
Esta lista no coincide con las declaradas por la Unión Europea y sus países miembros, que sólo incluyen a Estados que ‘no cooperan en materia fiscal’, en la que figuran los nombres bien conocidos de Islas Vírgenes, Caimán, Panamá, etcétera.
No hay que engañarse,
si se publica que una persona cuenta con una sociedad en Panamá su reputación sufre muchos enteros, mientas que si la cuenta la tiene en Delaware se le considera un lince.
No obstante este nombre comienza también a ser identificado como lugar turbio.
La lista de Forbes se asemeja al reciente Financial Secrecy Index, que publica Tax Justice.
Sin embargo ya ha encontrado un buen sustituto, la tierra de los indios sioux, Dakota del Sur, un lugar que está atrayendo a fortunas de todo el mundo, algunas de ellas procedentes de Suiza, donde filtraciones y robos de datos han hecho mucho daño.
Dakota era hasta hace pocos años un lugar propicio para el cultivo del maíz y la soja, pero aprendió pronto de su estado vecino, Wisconsin, que se vive mejor con la ocultación del dinero, con una cantidad superior a los 300.000 millones de dólares cobijados bajo fideicomisos (trusts), creados en pocas horas sin problemas burocráticos y legales de consideración.
La única exigencia para los gestores de estos fideicomisos es que celebren dos consejos de administración en la ciudad sede, habitualmente Sioux Falls o Pierre, la capital.
No hay impuesto de sociedades en la tierra de los sioux
Dakota se ha convertido en un plaza de gran interés para europeos y latinoamericanos porque el secreto del fideicomiso sólo se puede levantar con una orden judicial, lo que quiere decir que no hay intercambio de información fiscal ni de otro tipo con otros países.
El gobierno de Dakota cuenta con un gabinete fiscal que está al loro de los cambios legislativos internacionales y nacionales para mantener su competitividad.
No hay impuesto de sociedades ni de plusvalías ni se paga por sucesiones, facilitando las transmisiones a las fortunas familiares y no hay límite temporal al fideicomiso.
En Dakota tienen su sede Citibank y Wells Fargo, entre otras entidades financieras, lo que mejora la tarjeta de presentación financiera del Estado.
El creciente impulso que se está dando en Estados Unidos al negocio offshore comienza a ser mal visto por los países de la Unión Europea, entre otros, que presionan ante la OCDE para que Washington aplique el modelo de intercambio automático de información fiscal al que el resto se ha comprometido.
Recuerdan los críticos que un informe de hace cinco años del Foro Global sobre transparencia fiscal de la OCDE denunciaba ya el funcionamiento de las sociedades pantalla en Estados Unidos y el Grupo de Acción Financiera (GAFI) también suspendía a la hiperpotencia por la opacidad en el último examen que le hizo hace 10 años, y desde entonces la situación no ha mejorado.
Habrá que ver si la presión que comienza a ejercerse, especialmente desde el Parlamento Europeo, da resultado y el gobierno de Obama, que ha prometido introducir más transparencia, cumple con su palabra.
De momento, Estados Unidos gana negocio y mercado a otros paraísos fiscales sin rubor alguno. Al respecto hay que recordar que el Banco Madrid fue intervenido después de que Washington denunciara a su matriz, Banca Privada de Andorra, por no atajar el blanqueo de dinero de actividades criminales, y finalmente retirase los cargos contra ella.
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