Translate

14 de mayo de 2016

Inyecciones monetarias: esta vez para la gente



Inyecciones monetarias: esta vez para la gente

Por Europa constituyente


Publicado en Effimera
Marco Bertorello y Christian Marazzi
Nos guste o no, las políticas monetarias han sido en los últimos años
el único antídoto verdadero que se ha utilizado para frenar la
crisis. Un vacío de la política económica a escala internacional
ha sido colmado por el activismo de los gobernadores de los bancos
centrales, ¡hasta tal punto que la derecha alemana critica hoy la
excesiva independencia del BCE! La edición del Economist del
pasado 20 de febrero ya se preguntaba sin embargo si ahora a sus bazucas
se les había acabado la munición. La economía mundial ha
disfrutado primero de bajas tasas de interés, y luego de la flexibilización cuantitativa iniciada por la Reserva federal y, a partir de abril, siguiendo los pasos del Banco Central de Japón, el BCE ha aumentado la dosis aumentando las compras mensuales de valores públicos y privados y reduciendo posteriormente sus tipos negativossobre los depósitos bancarios.
La opción de la Reserva Federal en diciembre de reducir su protagonismo "expansivo"
 empezando a subir los tipos parece ya archivada debido a la
 perduración de la crisis económica mundial. El intento de Estados
 Unidos de sustraerse a este mecanismo, gracias a un crecimiento
 nacional que no deja de ser modesto, ha fortalecido inmediatamente
 el dólar, haciendo aparecer nuevas señales de sufrimiento para la
 economía de Estados Unidos, empezando por su sector industrial. No
 es casualidad que ante cualquier resultado por debajo de las
 expectativas en la economía real, Wall Street subiera y el dólar se
 debilitase, mientras se alejaba el final del dinero fácil. Al
 decidir no lleva a cabo nuevos aumentos de los tipos de interés, al
 menos a corto plazo, la Reserva federal ha bloqueado cualquier desalineación en
 las políticas monetarias, desencadenado de hecho una competición en
 absoluto tranquilizadora entre devaluaciones monetarias.
Se puede sostener que lo que se consideraban medidas no convencionales
 se han convertido en más que convencionales. Nos dirigimos incluso
 hacia un periodo de tipos negativos generalizados, que creará con
 certeza problemas inéditos. Vienen a complicar notablemente la
 situación la significativa desaceleración de la economía china,
 causada por el exceso de deuda y de capacidad productiva y la caída
 de los precios del petróleo. En este marco de inestabilidad aumentan
 su peso específico las debilidades propias de Europa, desde las
 dificultades bancarias a la deuda soberana. Además, las deudas,
 tanto públicas como privadas, en una dinámica de deflación tendencial,
 se vuelven cada vez más agobiantes, multiplicando las dificultades.
Falta de ideas frente a la crisis
Frente a un agravamiento de la crisis, las clases dominantes parecen carecer
 de ideas sobre cómo salir de ella. De nuevo The Economist, se pregunta si no
 se necesitan  enfoques "radicales" para evitar una repetición de la recesión.
 Es decir, se admiten los límites de expansión monetaria, pero, al mismo tiempo
 se permanece anclado a la misma lógica, ampliándola. Retorna el debate sobre el
famoso “dinero arrojado desde un helicóptero” propuesto en 1969 por
Milton Friedman, que consiste en la inyección de dinero directamente a las personas
para reanimar el consumo y la inversión, con lo cual se reactivaría el crecimiento.
 Martin Wolf sostuvo esta hipótesis en las columnas de Financial Times, afirmando
 que no hay soluciones simples a los desequilibrios globales, sino sólo paliativos
 (The helicopter drops might not be far away” (Los lanzamientos desde helicópteros
 podrían no estar muy lejos), FT, 24 de febrero de 2016).
El dinero desde el helicóptero sería uno de estos paliativos. Se piensa en la
 creación de bonos específicos para invertir en obras públicas y,
 sobre todo, se piensa en efectuar abonos de liquidez a los ciudadanos
 europeos. Aumentar la moneda en circulación de forma aún más decidida
 para relanzar la inflación y poder aligerar la carga de las deudas.
 Alternativamente, se plantea un mecanismo tributario para aumentar el
 dinero circulante. En el último G20 ambas opciones se disputaban
 el escenario.
En realidad, hasta ahora se ha tratado de salvar a las finanzas por medio
 de las finanzas, con sus propias reglas y su potencialidades, sin
 preocuparse por las crecientes desigualdades e incluso la eficacia
 real de ciertas medidas. El riesgo ahora es que la posición correcta,
 consistente en aumentar el consumo y la inversión, acabe liquidada
 por la trituradora de carne económico-financiera. Esto es, que se
 recorte aún más la presión impositiva en proporción inversa a la riqueza
 que se posee o se realicen gastos en infraestructuras faraónicas que
 son fines en sí mismas, y cuyo único valor se limita solo a la
 etapa final de realización. En resumen, el riesgo es que el dinero
 desde eñ helicóptero, en consonancia con su inventor, termine siendo
 acorde con las políticas neoliberales de las últimas décadas. En
 cualquier caso no funcionará, porque, como temía Isabella
 Buffacchi en Il Sole 24 ore, cuando tenga lugar no encontrará un mercado
 subyacente sano y floreciente, sino solo desierto; será una nueva medida
 en beneficio de los principales actores de la economía contemporánea y la
 pagarán en cualquier caso los sectores populares y subalternos.
Resulta curioso, sin embargo, que en Italia no se dé este debate fuera de las
 noticias económicas. Ni siquiera en la izquierda parece que se le
 dedique especial consideración. Sin embargo, a nivel internacional,
 especialmente en el mundo anglosajón, va cobrando fuerza la idea de
 una flexibilización cuantitativa para la gente (Quantitative
 easing for the people), en oposición a lo que oficialmente está en marcha.
 Esta propuesta fue presentada en marzo de 2015 por un grupo de economistas en
 una carta publicada en el Financial Times. Posteriormente, el líder laborista Jeremy
 Corbyn habló de flexibilización cuantitativa para las personas. Nos gustaría
 intentar recuperar esta propuesta para profundizar en ella, entrando
 en el fondo del razonamiento en que se basa, para que deje de ser
 un eslogan, sino que pueda representar un desafío creíble en el
 debate económico y financiero de nuestro tiempo.
 
Los límites del Quantitative Easing tradicional
 
Los objetivos explícitos de la flexibilización cuantitativa
(Quantitative easing: QE) oficial son dos: por un lado, el aumento de
la liquidez en circulación para evitar la contracción del crédito
y aumentar la tasa de inflación; por otro, el estímulo a la
concesión de crédito, y por lo tanto al crecimiento del PIB, a
través de la compra de bonos de deuda públicos y privados y la
reducción de riesgos en una amplia gama de activos no sólo
financieros. Los objetivos implícitos, sin embargo, se refieren a la
devaluación de las monedas para facilitar la exportación (Europa y
Japón) y para reducir la prima de riesgo de las letras del Tesoro,
facilitando de esta manera la sostenibilidad de la deuda pública de
los países periféricos (Europa). En este sentido, países como
Italia y España, donde los bancos son grandes tenedores de bonos
soberanos, han sido capaces en los últimos meses de mejorar su
 fuerza acreedora mediante la venta de esos valores al BCE, liberando
 así sus balances.

La contribución del QE al crecimiento económico
 es, sin embargo, mínimo según la mayoría de los analistas.
En los EE.UU., según un estudio reciente de la
 Reserva Federal,  es de alrededor de 0,26 puntos porcentuales.
Esto se debe al propio mecanismo del QE, en particular a
 la intermediación bancaria que impide que la liquidez creada se
 inyecta en la circulación, que "gotee" en la economía
 real. Esto es especialmente cierto en un momento en que los tipos de
 interés ya son muy bajos, así como las expectativas de crecimiento
 global (estancamiento secular en los países desarrollados, reforzado
 por la disminución de la tasa de crecimiento de los países
 emergentes). La consecuencia de esto es que el aumento de la liquidez
 en circulación alimenta las inversiones financieras sin estimular la
 demanda interna, alimentando el círculo vicioso de
 estancamiento-con-financiarización. El efecto riqueza ha existido,
 pero de hecho, se concentra en el 10% más rico. En particular, el QE
 no favoreció el aumento de la inversión socialmente útil en
 infraestructura (vivienda y transporte, así como sanidad e
 investigación).
El efecto neto del QE es aumentar la riqueza de los ricos sin ninguna
 contribución al aumento general de las rentas. Se dice que "los
 bancos dan dinero a los que ya tienen", a aquellos que ofrecen
 garantías, sobre todo si son de tipo político-clientelar,
 penalizando así la pequeña y mediana empresa. El crédito está
 pues racionado, a pesar del aumento de la liquidez, debido al aumento
 de los préstamos impagados causado por la crisis, como ocurrió en
 Italia en 2011. Es más, es común el uso del aumento de liquidez
 para cubrir los agujeros de la balances de los bancos, sustituyendo
 los créditos frágiles por nuevos créditos en mejores condiciones.
 "Las intervenciones del BCE, favorecen, dirigen o facilitan el
 crédito, pero no pueden obligar a conceder créditos, si
 resulta que para los bancos es y sigue siendo más conveniente hacer
 otra cosa, esto es invertir de otra manera la liquidez que reciben:
 actualmente en los balances de las entidades de crédito italianas
 hay 400.000 millones en títulos públicos, es decir, cuatro veces
 más de lo que había en 2008, antes de la crisis. Y las maniobras de
 frenado del Banco Central puede estimular estos usos alternativos,
 porque cada vez que se reduce el costo del dinero, todo el patrimonio
 existente, que materializa las condiciones anteriores, se revaloriza.
 "(Andrea Boda, Roberta Carlini, "Dateci i soldi", Pagina99we,
 19-25 de marzo de 2016).
Además, cuanto más se prolonga el QE en el tiempo, menos eficaz resulta y,
 sobre todo, más difícil es salir de él. Los propios Estados
 Unidos, después de tres años de QE y de bajos tipos de interés, se
 enfrentan de nuevo con el problema de evitar un aumento destructivo
 de los tipos de interés, inducido por la desinversión de su deuda
 pública por los países emergentes, en particular China (y también
 Rusia, Brasil, etc.). No es imposible, según algunos analistas, una
 reedición norteamericana del QE para contrarrestar los efectos de la
 crisis de los países emergentes sobre los países desarrollados. En
 este sentido, el QE está demostrando ser una política monetaria
 convencional destinada a durar en el tiempo, una política que está
 cambiando en al menos dos aspectos importantes las condiciones
 generales para su continuación.
Para evitar los obstáculos de la intermediación bancaria, a saber, el
 hecho de que la liquidez no está goteando en la economía real, con
 su última operación el propio BCE ofrece la posibilidad, mediante
 subastas a tipo cero o negativo de comprar directamente bonos emitidos
 por empresas. Ni que decir tiene que esta oportunidad beneficiará
 sobre todo las grandes empresas de los países económicamente más
 poderosos. Sin embargo, esto es un síntoma de la necesidad de
 aplicar estrategias de desintermediación bancaria para hacer
 efectivas las medidas de creación casi ilimitada de dinero.
 
La politica de tipos negativos de los bancos centrales
 
La otra medida, que ahora afecta a una cuarta parte de la economía
 mundial, tiene que ver con los tipos negativos que cobran los bancos
 centrales para penalizar a los bancos que depositan sus excesos de
 liquidez y obligarlos así a conceder préstamos. No parece, al menos
 por el momento, que los tipos negativos del BCE fueran capaces de
 inhibir los depósitos bancarios que se efectúan en sus cuentas,
 pues el 80% de la liquidez inyectada en el sistema bancario vuelve al
 BCE en forma de depósitos. Si acaso, como ocurrió en Suiza, que
 abrió en marzo de 2015 esta práctica de tipos negativos, los bancos
 intentarán recuperar estos tipos negativos aumentando los tipos de
 algunos préstamos, tales como los préstamos hipotecarios. Y no hay duda
 de que los tipos negativos están suscitando un debate político, así
 como económico, sobre su eficacia. “Salvad a los ahorradores”,
dicen los acreedores, es decir, bancos, fondos de cobertura y los
 países del norte de Europa, mientras que los mismos tipos negativos
 permiten a los prestatarios aligerar el servicio de la deuda. El
 hecho es que los tipos negativos son síntoma de un problema más
 profundo que afecta a la economía mundial, es decir, el exceso del
 ahorro sobre la demanda, la de bienes de capital en particular. Los
 tipos negativos reflejan este exceso de ahorro en relación con la
 demanda, por ejemplo, refleja el hecho de que con un superávit
 comercial equivalente al 9% del PIB, Alemania contribuye en gran
 medida a la creación de las condiciones para esta espectacular caída
 de los tipos de interés, una disminución que, a pesar de las
 afirmaciones de sus detractores alemanes, sería mucho peor si
 Alemania se viera obligada a reciclar sus ahorros exclusivamente
 dentro de sus propias fronteras.
No hay duda, que aun siendo síntoma de un desequilibrio estructural (el
 famoso estancamiento secular), la política de tipos negativos puede
 escaparse de las manos, sobre todo si los tipos de interés
 disminuyeran hasta el punto de desencadenar una carrera de los
 depositantes hacia formas de dinero líquido. Por esta razón, una
 política monetaria que quiera ser eficaz necesita desesperadamente
 una política fiscal que corresponda a la gravedad del desequilibrio
 estructural. Reactivar la demanda global a través de la combinación
 de la política monetaria y la fiscal, especialmente en una fase en
 la que la obsesión de limitar la deuda pública a costo cero es
 completamente incomprensible, sigue siendo la única opción viable.
 En ausencia de un relanzamiento de la demanda desde abajo es muy
 probable que las medidas monetarias contribuyan paradójicamente a
 agravar el desequilibrio estructural, generando otras burbujas y,
 sobre todo, una recesión aún más dramática. Por consiguiente, es
 legítimo plantear el problema de otro QE, radicalmente no
 convencional.
 
Inyecciones monetarias para la gente
 
Es cierto que expandir la base monetaria a través del banco central no
 permite deshacerse del riesgo existente en el sistema. Hay quien
 incluso compara los bancos centrales que participan en el QE con el
 banco malo, es decir, con estructuras especialmente diseñadas para
 aliviar los sistemas bancarios de la carga de los préstamos de mala
 calidad y no productivos. En ambos casos, la compra de bonos con
 dinero nuevo o la creación de estructuras especiales para canalizar
 préstamos difícilmente cobrables, se espera apartar los peligros,
 pero a través de la garantía fundamental de las autoridades
 públicas. A la lógica puramente monetaria y financiera sigue
 siempre un aterrizaje en la realidad económica. En ambos casos, por
 lo tanto, la garantía pública termina por constituir un potencial
 regreso a la esfera fiscal, por mucho que se aplace en el tiempo. El
 papel de garante en último instancia de la esfera pública refleja
 fielmente la imposibilidad de un proyecto de financiación privada
 estructuralmente autosuficiente. Aquí se abre una brecha para
 plantear una salida diferente para la flexibilización cuantitativa,
 dado que existe el riesgo de que la intervención de un banco central
 se transforma entonces en una exacción tributaria sobre la
 comunidad.

¿Por qué no plantear la hipótesis de que el Banco Central
 proporcione dinero directamente a los ciudadanos, así como la
 creación de infraestructuras socialmente necesarias? Aprovechar
 la oportunidad de crear dinero con el fin de redistribuir la riqueza
 destinada a crear demanda y una inversión adicional seleccionada
 según criterios sociales.
El QE oficial tiene un límite de tiempo en cuanto a la
 adquisición de valores, pero no hay un calendario rígido para la
 neutralización del programa de adquisiciones. El programa puede
 interrumpirse, pero ello no supone un retorno a la cantidad de dinero
 anteriormente en circulación. Muchos incluso lo descartan. Algunos
 incluso hablan de "perpetuación" de las distintas medidas
 destinadas a aumentar la oferta de dinero. Un QE social podría dar
 lugar a una amplia gama de ofertas de dinero. Desde el préstamo de
 primera vivienda sin interés a los préstamos a tipo cero, que
 podría llegar a que se facilitara directamente una suma no
 reembolsable para las personas socialmente más desfavorecidas. Esta
 operación, dado el contexto actual, sin duda, no dará lugar a
 fenómenos de inflación descontrolada. También un QE social podría
 proporcionar recursos para un programa de obras para la seguridad de
 los territorios y de las infraestructuras, un programa que podría
 ser recuperada mediante gravámenes sobre el sector financiero, que
 es el principal beneficiario del QE convencional.
Este proyecto de QE no tiene pretensiones de resolver la crisis actual.
 Podría incluso requerir una moratoria parcial sobre la deuda
 soberana de los países periféricos si se tratara de que sustituyese
 a los QE actuales que, de hecho, están reduciendo de modo apreciable
 el servicio de sus deudas de nueva emisión.
Sin embargo, el QE para la gente que tenemos en mente responde a la
 necesidad de redistribuir la riqueza en nuestras sociedades; se trata
 de un QE que no debe de ninguna manera sustituir el actual Estado del
 bienestar, pero que puede crear ingresos adicionales de forma
 permanente. Esta medida, aunque puede constituir una profundización
 de las políticas monetarias que ya son convencionales, por otra
 parte podría ser una opción socialmente comprensible para
 intervenir en el ámbito financiero de manera inusual o poco
 ortodoxa. Serviría en parte para desvelar, o aclarar al menos, el
 misterioso arcano que permite a los bancos centrales "imprimir
 dinero". Una opción muy utilizada en los últimos años y de la
 cual ni siquiera se entienden fácilmente las implicaciones. El
 rigor, de hecho, se practica para hacer recortes en el ámbito de los
 gastos sociales, pero no para rescatar a los sujetos financieros
 habituales. ¿Por qué no correr el riesgo de crear dinero para
 estimular consumos socialmente seleccionados y no los sistemas
 bancarios? Por una vez, podría intentarse desviar el cauce
 aparentemente intocable por el que discurren los sistemas
 financieros, revelando su carácter altamente político. Superando su
 supuesta naturalización, para que sean objeto de disputa.
Son muchas las contradicciones en juego, pero al menos la propuesta de un QE
 para la gente tiene la ambición de tratar de desplazar el centro de gravedad
 del discurso económico y político y, al mismo tiempo, proporcionar
 recursos, esto es poderes, a las clases menos acomodadas, en una
 lógica de confrontación que ciertamente no puede ser domesticada.
 Se trata de incidir fuertemente en este debate con una campaña de signo
 opuesto, creando las condiciones para un QE para la gente con otras
 prioridades y una naturaleza distinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admiten comentarios con datos personales como teléfonos, direcciones o publicidad encubierta

Entrada destacada

PROYECTO EVACUACIÓN MUNDIAL POR EL COMANDO ASHTAR

SOY IBA OLODUMARE, CONOCIDO POR VOSOTROS COMO VUESTRO DIOS  Os digo hijos míos que el final de estos tiempos se aproximan.  Ningú...