El jueves 5 de octubre de 2017, después de que el gobierno español dejara las cuentas a cero en el Banco Sabadell, sus dirigentes decidieron trasladar la sede, arrodillándose ante el ejecutivo de Rajoy.
Después de casi 140 años de permanencia en territorio catalán se largaban a Alicante.
Es evidente que, a diferencia de La Caixa, el exbanco catalán no tenía tanta resonancia en España. Por eso, el boicot de los catalanes a la entidad, la han desestabilizado. En menos de un año se ha desprendido de alrededor de 12.300 millones de euros en activos procedentes del negocio inmobiliario (900 millones de hipotecas morosas, al grupo noruego Axactor; 9.100 millones de dos grandes carteras de inmuebles, al fondo estadounidense Cerberus; y 2.295 millones de una cartera de créditos fallidos, a Deutsche Bank y Carval Investors.
Aun así, no engañan a nadie y han perdido la confianza de los inversores.
A 1,4602 estaba el precio de la acción ese 5 octubre por los 1,2660 actuales. Un -13,3% de valor.
Hasta la familia Lara, ratas especialistas en abandonar barcos, han vendido sus acciones.
Noticia del pasado viernes |
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