HOY APRENDI ALGO NUEVO 馃.
"Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre.
Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso.
Es cuando uno de los padres que te tom贸 con fuerza de la mano cuando eras peque帽o ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar.
Es cuando el padre, que en otro tiempo hab铆a mandado y ordenado, hoy solo suspira, solo gime, y busca d贸nde est谩 la puerta y la ventana - todo corredor ahora est谩 lejos.
Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda sus medicamentos.
Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendr贸 depende de nuestra vida para morir en paz.
Todo hijo es el padre de la muerte de su padre.
Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el 煤ltimo embarazo. Nuestra 煤ltima ense帽anza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por d茅cadas.
Y as铆 como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros beb茅s, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribuci贸n de los muebles para nuestros padres.
La primera transformaci贸n ocurre en el cuarto de ba帽o.
Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la regadera .
La barra es emblem谩tica. La barra es simb贸lica. La barra es inaugurar el “destemplamiento de las aguas”.
Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ning煤n momento.
La casa de quien cuida de sus padres tendr谩 abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extender谩n en forma de barandillas .
Envejecer es caminar sosteni茅ndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones.
Seremos extra帽os en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupaci贸n. Seremos arquitectos, dise帽adores, ingenieros frustrados. ¿C贸mo no previmos que nuestros padres se enfermar铆an y necesitar铆an de nosotros?
Nos lamentaremos de los sof谩s, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obst谩culos y la alfombra.
Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece s贸lo en el funeral y no se despide un poco cada d铆a .
Mi amigo Joseph Klein acompa帽贸 a su padre hasta sus 煤ltimos minutos.
En el hospital , la enfermera hac铆a la maniobra para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las s谩banas cuando Joe grit贸 desde su asiento:
- Deja que te ayude .
Reuni贸 fuerzas y tom贸 por primera vez a su padre en su regazo.
Coloc贸 la cara de su padre contra su pecho.
Acomod贸 en sus hombros a su padre consumido por el c谩ncer: peque帽o, arrugado, fr谩gil , tembloroso.
Se qued贸 abraz谩ndolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable.
Meciendo a su padre de un lado al otro.
Acariciando a su padre.
Calmado el su padre.
Y dec铆a en voz baja :
- Estoy aqu铆, estoy aqu铆, pap谩!
Lo que un padre quiere o铆r al final de su vida es que su hijo est谩 ah铆".
Del muro de Gerardo P茅rez.
Hijos como esos se cuentan con los dedos de las manos y a mucha honra soy uno de esos.
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