WUHAN, UCRANIA.
F.L.Mirones
Hoy en Europa ha empezado una guerra que estaba planeada. Una guerra en el concepto tradicional de la palabra que no es si no una batalla de la auténtica gran guerra que estamos librando desde hace dos años.
Me gustaría influir en mucha gente para que empiece a darse cuenta de que todo lo que nos parece circunstancial es en realidad un plan gestado y ejecutado por unas élites globalitarias que ya nos dominan desde hace tiempo, pero que todavía necesitan nuestra ignorancia para avanzar.
Les asusta que la gente se de cuenta y eso es una buena noticia para nosotros porque significa que aún podemos invertir la situación.
Disfrazados tras conceptos que nadie discutiría como Paz, Salud, Justicia, Igualdad, Ecología y Vida, manejan a la Humanidad con fases que tienen previamente diseñadas.
Ahora tocaba una guerra creada para justificar el crack económico con subidas de precios aún mayores y desabastecimientos de todo tipo para que la gente se olvide de la masacre de repentinitis que asola a los países cuya población engañada ha permitido que les inyecten ARN sintético.
Si, es tal el escándalo y tan descomunales las responsabilidades de la Plandemia que hace falta una guerra para hacer de tinta de calamar y ocultar la masacre.
Pero está en nosotros dejarnos engañar de nuevo o no; volver a creernos lo que las TV de los Soros y los Gates nos dicen o abrir los ojos a lo evidente.
Sorprende que gente despierta con el falso virus pique en lo de Ayuso/Casado/Feijoo/Sánchez o lo de Ucrania/Rusia.
¿Acaso creen que los que nos quisieron engañar en una cosa de pronto nos dicen la verdad en otras?
Necesitan un desencadenante para cada movimiento. Ese reactivo inicial del proceso de manipulación social puede ser un magnicidio, un virus quimera o una guerra a medida, les da igual.
Lo único que les quita el sueño a los plutócratas globalitarios es que nos demos cuenta de lo que hacen.
Por eso invierten tanto en propaganda, por eso sus cortinas de humo, los capotes que nos tienden para desviar nuestra atención son tan devastadores como una falsa guerra en la que ellos nunca perderán y mucho menos morirán.
De nuevo nosotros, el pueblo, la Humanidad, ponemos el brazo, ya sea para recibir inyecciones letales o para empuñar un arma.
Juegan con nuestros sentimientos para crear toda suerte de miedos, y los alternan cuando empezamos a descubrirlos.
La “vacunación” de la tercera dosis es un rotundo fracaso, millones de binoculados en todo el mundo se han dado cuenta de que han sido engañados y ahora son los mayores negacionistas.
La gente está viendo morir a personas cercanas más ahora que en la supuesta pandemia. Jóvenes y niños inundan las consultas y hospitales con afecciones nunca antes vistas con tal profusión.
Callan, no lo dicen, cada familiar debe pensar que ha sido mala suerte; ellos se encargan de que nunca veamos que el bosque entero está ardiendo.
Esta guerra es la misma que la de Wuhan, es la misma que le costó la vida a J.F. Kennedy, la misma que empezó a fraguarse tras la II Guerra Mundial.
Hoy ha empezado una guerra en Europa y la mayoría de los españoles la ve lejana como les pasó hace dos años con un extraño virus nuevo en China.
Es cosa de chinos, es cosa de ucranios, es cosa de rusos...
Pero los globalistas de Bruselas, la OTAN, la OMS y las Naciones Unidas no son más que instituciones privadas cuyos dueños colocan allí a sus peones para que nos mantengan entretenidos entrando a cada trapo que nos ponen.
Mientras no nos metan el estoque no se acabará la faena, pero es imperativo convencer a la Humanidad de que somos el toro en esta lidia.
No perdamos de vista a los culpables de la falsa pandemia y sus colaboradores políticos.
Ahora vendrá la inflación, la recesión, la subida del gas, el petróleo, la electricidad, las materias primas, los cereales de Crimea y lo vamos a pagar otra vez todos nosotros.
Aunque todos sean parte de lo mismo, si tiene usted que elegir hágalo siempre hacia quien los medios pongan como el malo; sin duda ese es el menos malo. Un aullido
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