Todos tenemos un origen cósmico, lo cual significa que el cuerpo que habitamos puede haber nacido en este planeta, pero nuestro Ser interno, se formó fuera de ella, en otros mundos o galaxias.
Debemos ser conscientes de esto y comprender que somos Hijos del Cosmos y que estamos constituídos por “polvo de estrellas”Millares de civilizaciones cósmicas integran alianzas, sociedades y grupos de trabajo, muchos pertenecen a la Confederación Galáctica, y están aquí para ayudarnos en esta transición.
Esas civilizaciones cósmicas siempre estuvieron con nosotros desde múltiples formas dimensionales que a través de los ojos físicos son imposibles de ver
“Dentro de nuestro universo local y su infinidad de razas cósmicas, treinta y dos de ellas, las más evolucionadas, decidieron crear una nueva.
Esas civilizaciones cósmicas siempre estuvieron con nosotros desde múltiples formas dimensionales que a través de los ojos físicos son imposibles de ver
“Dentro de nuestro universo local y su infinidad de razas cósmicas, treinta y dos de ellas, las más evolucionadas, decidieron crear una nueva.
Esta raza sería el resultado de fusionar la sabiduría de todos ellos. Y, para ello, los representantes de cada una de las treinta y dos civilizaciones ofrendaron a la raza que estaba en proceso de creación esferas lumínicas que contenían información de toda su historia, su desarrollo como sociedad avanzada, sus ciclos y su vibración. Así, pues, las treinta y dos esferas se integraron, en forma de códigos estelares, exactamente en el pilar biológico de la futura raza, en la columna vertebral.
Después, los representantes de dichas civilizaciones envolvieron cada código estelar en hebras multidimensionales llamadas “neuroesencias”, para que las treinta y dos esferas trabajaran como una sola.
Y de este entramado sagrado nació el sistema nervioso que inervaría órganos vitales y cuya finalidad cósmica era la de representar a determinadas constelaciones y galaxias del universo local.
Cuando finalizó la creación del cuerpo, llegó lo más increíble: que diferentes niveles de conciencias del universo pudieran integrarse en aquellos moldes biológicos y que la fusión de todo ello fuera el comienzo de una nueva raza cósmica, la raza 33.
Nuestra especie no tiene un origen en el mono, sino que somos descendientes de las razas cósmicas más avanzadas del universo. Y esto cambia radicalmente la forma en la que hemos vivido hasta ahora. Nuestro linaje estelar es sagrado y esa es la fuerza que sientes dentro de ti y que te genera el impulso de salir, de encontrar y de ser quien en verdad eres, un ser extra y terrestre, un viajero estelar”
Anael. Origen Estelar en bastardilla.
GRUPO DE ESTUDIO LOS MENSAJEROS DEL KOSMOS
Después, los representantes de dichas civilizaciones envolvieron cada código estelar en hebras multidimensionales llamadas “neuroesencias”, para que las treinta y dos esferas trabajaran como una sola.
Y de este entramado sagrado nació el sistema nervioso que inervaría órganos vitales y cuya finalidad cósmica era la de representar a determinadas constelaciones y galaxias del universo local.
Cuando finalizó la creación del cuerpo, llegó lo más increíble: que diferentes niveles de conciencias del universo pudieran integrarse en aquellos moldes biológicos y que la fusión de todo ello fuera el comienzo de una nueva raza cósmica, la raza 33.
Nuestra especie no tiene un origen en el mono, sino que somos descendientes de las razas cósmicas más avanzadas del universo. Y esto cambia radicalmente la forma en la que hemos vivido hasta ahora. Nuestro linaje estelar es sagrado y esa es la fuerza que sientes dentro de ti y que te genera el impulso de salir, de encontrar y de ser quien en verdad eres, un ser extra y terrestre, un viajero estelar”
Anael. Origen Estelar en bastardilla.
GRUPO DE ESTUDIO LOS MENSAJEROS DEL KOSMOS
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