EL DESCONOCIDO Y...
LA NADIE .
El llegó. Borracho, como cada día.
_ Ponme de comer !! _ le dijo a Lidia.
Ella fue a la cocina, quizá habían pasado dos minutos, y el bramó :
_ ¿ Todavía no has tenido tiempo de hacer la comida ?
Ella se deshizo en explicaciones, y cuando se dió cuenta de que se estaba justificando, se calló, avergonzada de sí misma .
La mesa quedó puesta rápidamente, pero el desconocido, aquél del que todos pensaban que era un buen tipo, se fue al baño. Nerviosa, la mujer le recordó que la cena estaba lista.
Una especie de gruñido le contestó que se callara.
Tardó diez minutos en salir, pasó delante de la mesa lista y se fue a cambiar de ropa a su habitación, que hacía tiempo había dejado de ser la de ella también.
Lidia se retorcía las manos, temiendo que la cena se enfriara.
Lo llamó de nuevo :
_ Mane, se te enfría la comida .
La bestia le contestó a gritos que no se lo dijera más ( le parecía a él que ella era muy pesada )
Cuando salió de la habitación fue al balcón y encendió un cigarro, al fresco de la noche, mientras a pié parado se tambaleaba de adelante hacia atrás.
Ella temía que se le saliera el corazón por la boca cada vez que expulsaba el aire al respirar. Dos veces calentó la comida mientras el deambulaba entre las habitaciones de la casa.
Se sentó Mane, y Lidia también, le temblaban las piernas.
Nadie lo observaba de reojo mientras llevaba el primer bocado a la boca, blancas de saliva espesa las comisuras de los labios y borrachas también las manos, incapaces de levantar el tenedor sin que se le cayesen los alimentos.
En los ojos de Lidia no cabían el miedo, el asco y el odio.
Y nadie se perdió en la nada, mirando fijamente al suelo con la cabeza vacía de pura saturación.
Un estrépito de platos y vasos rotos la despertó.
_ Es que me tengo que comer la comida fría en esta casa ?
No sirves ni para poner de comer !!, le dijo a nadie barriendo con el brazo la mesa y tirándole encima lo que no había ido a parar al suelo del primer manotazo.
En otra ocasión ella lo habría mirado impotente y asustada, lo que al parecer a él lo enervaba más, y ayer, ayer mismo, se levantó y la agarró por el cuello, poniéndola contra la pared de un golpe, como un resorte.
Pero de repente le pudo la rabia .
Lo miró con los ojos claros, sin velo, y vio que era un hombre realmente insignificante, que ni siquiera podía mantener un tenedor en la mano, que no podía pararse sin tambalearse como una mecedora .
Un "hombre" que se había convertido para ella, hacía mucho, en un desconocido.
Nadie se levantó y dió un único golpe con las palmas de las manos en la mesa, llorando de rabia, diciéndole un mundo de cosas sin palabras.
Por un segundo se invirtieron las cosas. La sorpresa en los ojos de él dió paso a algo así como un temor agazapado. Hizo un amago de levantarse para golpearla, pero con la misma rapidez desapareció, quedando sentado observándola con algo parecido a una confusión expectante.
A partir de ese día cada vez que venía borracho se metía en la habitación en la que ella hacía mucho que había dejado de formar parte de la ecuación, y se acostaba sin pedir la comida, esa mesa servida que jamás era de su agrado. En tres meses estaba libre, sola y separada de ese miserable energúmeno.
Nadie se reconvirtió en ella misma, en una versión nueva y mejorada, más fuerte, con una nueva lección aprendida : Has de enfrentar tus miedos para vencerlos, y si la persona con la que estás no te hace crecer, sino empequeñecerte, se abandona.
Mejor sola que mal acompañada. Y aprendió algo más. Uno tiene que amarse y respetarse a si mismo.
Y con su nuevo yo de la mano, salió a la vida.
AMPARO MGSR.
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