Se revelan cartas secretas impactantes: ¡El presidente de Estados Unidos ataca a Clinton, Obama y las esposas de Bush en el funeral del presidente Bush! ¡Se acabó el juego!
Durante el funeral de George H. W. Bush, se produjo un momento de conmoción y asombro ante los ojos del público. Hillary Clinton, Michelle Obama y Laura Bush recibieron sobres misteriosos, cuyo contenido se convirtió en el centro de atención de las verdades ocultas y de los oscuros secretos de la Cábala. Supuestamente, estos sobres contenían las claves de una base de datos secreta revelada por los Sombreros Blancos militares, un archivo que exponía los juegos de poder ocultos de las élites.
Detrás de este sombrío acontecimiento se desató una cascada de secretos que sacudirían los cimientos de lo que el mundo conocía. ¿Recuerdan cuando Jeb Bush palideció al abrir su sobre? Este momento no fue una sorpresa aislada, fue una grieta en la fortaleza del engaño que protegía las maquinaciones más siniestras de la Cábala.
En esta base de datos clandestina se encerraron revelaciones que parecían el manual de un imperio oscuro. Salieron a la luz conexiones con la participación del Vaticano, agendas de la ONU, la implicación de la OTAN en redes de tráfico ocultas y los imperios de la droga que secuestran gobiernos. Las sombras en torno al 11 de septiembre, las alianzas con la CIA, el FBI, los Rockefeller y los Rothschild, todo quedó al descubierto. Incluso el encubrimiento del asesinato de JFK se convirtió en una nota a pie de página en las páginas de esta bóveda oculta.
Los secretos del sobre se filtraron, señalando con el dedo y los nombres a un agente de la era Obama, tramas retorcidas en torno al misterioso final de Bin Laden y conexiones entre Obama y el virus de Wuhan. El alcance y la escala de estas acusaciones amenazaron con hacer añicos las cómodas ilusiones que rodeaban a estos poderosos individuos.
Los Sombreros Blancos revelaron que ninguna comunicación era segura. Cada llamada telefónica, mensaje de texto y correo electrónico estaba bajo escrutinio. La Cábala estaba acorralada; no quedaba ningún lugar donde esconderse, ningún secreto que no quedara a salvo de ser descubierto.
Se creía que el propio George H. W. Bush, antaño un pilar intocable del establishment, se había convertido en informante y había suministrado información vital a la inteligencia militar. Cuando se supo la verdad, se difundió una escalofriante realidad: ese fue el momento en que el poder de la Cábala se desmoronó. Su fortaleza de mentiras, desmantelada pieza por pieza, ya no los protegería de la furiosa tormenta.
No se trataba solo de sobres. Era un ajuste de cuentas.
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