“Si los militares admitiesen la realidad del fenómeno OVNI, se les vendría abajo el negocio”
J.L. Benítezmaestroviejo
selenitaconsciente.com
Andrés Guerra
Juan José Benítez (Pamplona, 1946) se vio obligado a abandonar el diario en que trabajaba como periodista por la terquedad del fenómeno OVNI. No se ha arrepentido nunca, aunque al principio pasó momentos muy difíciles. De su éxito da fe millones de libros vendidos y de su reputación, que a él recurriese un importante responsable del Estado Mayor para entregarle una docena de expedientes para su desclasificación. Este año, J. J. Benítez cumple los 70 y quiere celebrar su aniversario con la publicación de Solo para tus ojos(Planeta), una selección de los 300 casos que más le han impactado.
Es casi imposible que seleccione un solo caso entre tantos como ha llegado a investigar pero si de uno solo dependiese la credibilidad del fenómeno, por ejemplo, convencerme a mí, ¿cuál escogería?
En efecto, es muy difícil porque son miles y muy interesantes. Mira, me acuerdo de uno ocurrido en Caracas, protagonizado por un reconocido médico, el doctor Sánchez Vegas. Fue en los años 60 y lo recogió la prensa local como un caso extraño, de cómo se presentó en su consulta un individuo de poco más de un metro de altura con unas características físicas muy peculiares (sin orejas, un solo pulmón, el corazón en el centro del tórax, etc.) y que vestía un traje metálico. Su procedencia era desconocida. La realidad fue aún más extraña de lo que recogió la prensa, según me contó personalmente el doctor años después: lo llamaron para atender a un herido en un barrio marginal y al acudir se encontró con un ser con graves heridas, fiebre y una infección importante en una pierna. Vestía camisa y pantalón y estaba descalzo y tenía tres dedos delante y uno en la parte posterior; en las manos tenía seis dedos, dispuestos a modo de pinzas; una cabeza desproporcionada, ojos negros muy grandes, sangre oscura… Verificó que tenía un solo pulmón dividido en dos. Lo estuvo atendiendo durante semanas en aquella humilde casa donde lo habían recogido. Comía y bebía normalmente. Cuando comenzó a hablar, le dijo en mal español que tenía que marcharse pues lo estarían buscando. Solo acertó a decirle que procedía de “lejos”. Le pidió que lo llevase a cierta aldea del centro del país, donde una familia india lo recogería; ellos sabrían qué hacer. Antes lo llevó a su consulta, donde le dio unos medicamentos y fue cuando la noticia se filtró a la prensa. El doctor prefirió inventar una historia para salir del paso. Con unos amigos llevaron a esta criatura a las coordenadas que les dio, el pueblo de San Fernando de Apure. La familia india lo recibió y lo llevaron a un claro. Un objeto en forma de disco descendió, el individuo entró en la nave y esta se elevó hasta desaparecer. Todo ello en absoluto silencio. Antes de irse, el ser le dijo al doctor que, si no moría, regresaría en 2027. Este caso me parece muy interesante porque el testigo es de primera categoría tanto porque era médico, como por el tiempo que estuvo con la criatura y por lo que llegó a ver.
Este boceto ilustra el aspecto que tendría el ser contactado en Caracas por el Dr. Sánchez Vegas en 1967. (J. J. Benítez)
Bastaría una sola radiografía de aquel ser para demostrar al más escéptico que el fenómeno es real.
Fue lo primero que le pregunté cuando me entrevisté con él. Me contestó que no, que no se le ocurrió en ese momento, que pensó en curarlo. Su relato me pareció creíble porque había muchos más testigos: la casa donde se alojó, los vecinos del pueblecito que lo acompañaron siete horas en coche…
¿Cree que una tecnología suficientemente avanzada es capaz de resolver el hoy irresoluble problema de la distancia entre una estrella y otra?
Claro. Se trata de una tecnología que no podemos ni intuir. Salvando las distancias, es como si le dijésemos a Colón que el trayecto que él hizo en tres meses lo hacemos hoy en 8 horas y volando. Esas civilizaciones evidentemente disponen de un nivel de desarrollo tecnológico a tal escala que los argumentos de la ciencia se quedan obsoletos. ¿No pueden venir porque es físicamente imposible superar la velocidad de la luz? La ciencia del siglo XXI dice eso pero ignoramos qué dirá la del siglo XXXI, desde el uso de la teletransportación a viajar desde dimensiones desconocidas a las que no podemos acceder técnicamente.
Si no hay un solo tipo de OVNI es lógico pensar, incluso para los no informados, que tampoco hay un solo tipo de tripulante. ¿Vienen, pues, de todas partes?
En mis archivos tengo recogidos más de 2.000 tipos de seres. La morfología de los seres que se han visto no es una sino diversa. Y yo tengo una mínima parte. No hay una civilización sino miles.
Cuando los exploradores van a la selva, no preguntan quién es el jefe de los monos
J. J. Benítez
Escritor y experto en el fenómeno OVNI
Si hay incontables estrellas y miles de galaxias, ¿qué tiene la Tierra de especial para atraer a tanto visitante intergaláctico?
Me imagino que somos muy primitivos. Lo decía García Márquez, que somos el planeta más provinciano de la galaxia (risas). Somos violentos, envueltos constantemente en guerras, pero vivimos en un planeta bellísimo. Imagino que eso nos hace interesantes para visitas científicas, de exploración, aventura o incluso turísticas.
Hay una pregunta clásica pero también básica que se hace cualquier persona interesada en el fenómeno, no ya los escépticos. ¿Por qué son tan esquivos?
Supongo que debe haber algún tipo de norma universal para no interferir en planetas, digamos, inferiores desde el punto de vista del desarrollo. Cuando nosotros lo hemos hecho, por ejemplo con las colonizaciones, el resultado ha sido un desastre. Siempre acabaron mal. Apuesto a que esta gente lo sabe y lo tiene prohibido: no puedes intervenir en un mundo en que siguen guerreando.
En una ocasión leí una comparación que es ilustrativa: los científicos humanos tampoco hablan con las ratas de laboratorio. ¿Estamos en un caso similar?
Vendría a ser algo así. Cuando los humanos han ido a la selva de exploración y se han encontrado con monos, tampoco preguntan quién es el jefe de los monos. Y creo además que a estas civilizaciones les da lo mismo: estudian, investigan o vigilan, no sabemos cuál es su objetivo. Mientras, los humanos tratamos de entender qué hacen aquí, los militares de derribarlos con sus misiles y… En fin. Bueno, ya lo han conseguido.
“Existen naves estrelladas y criaturas capturadas en poder de los militares”
J. J. Benítez
Escritor y experto en el fenómeno OVNI
¿Derribarlos? ¿Hablamos del incidente de Roswell, en 1947, o de casos más recientes?
De ambos. Yo he tenido la fortuna de investigar a fondo el
caso Roswell, si bien aún no he publicado nada sobre ello, y contacté con uno de los ingenieros a quienes encargaron probar o ensayar sobre aviones militares algunas de las piezas extraídas de aquella nave. De las cinco piezas solo logró hacer funcionar una. Lo que hacía era deformar el fuselaje del avión sin necesidad de cables. Esto no se ha publicado nunca. El ingeniero estaba alucinado. Conseguía mover los flaps del avión recurriendo sin sistemas hidráulicos a la pieza; solo eso ya era algo revolucionario. Un día lo veremos aplicado a la aviación comercial y diremos “Oh, qué invento han aportado los americanos”. Narices.
Este volumen recoge los 300 casos más impactantes en 44 años de investigación OVNI. (Planeta)
Entiendo que hace unas décadas, en que no había los actuales sistemas de grabación y la gente no llevaba un smartphone encima, conseguir una prueba irrefutable era muy difícil. ¿Por qué un testigo o un investigador como usted no acude hoy a televisión con una de esas pruebas? ¿No existen?
Sí existen. A decenas. Pero están en poder de los militares, empezando por vehículos estrellados y criaturas capturadas y siguiendo por pruebas de radar, fotografías, etc. Los investigadores también tenemos algunas pero aunque tú las lleves a un plató, nunca tendrá el mismo valor probatorio que si lo hiciese una autoridad. Y eso no lo van a hacer; no les interesa.
¿Por qué? ¿Qué se vendría abajo?
El negocio. Los militares, de cualquier país, se sostienen por los impuestos. Si yo soy el Ejército y le digo al contribuyente que ahí arriba hay unas civilizaciones que nos llevan cincuenta mil años de adelanto y contra las que no podemos hacer nada, el contribuyente con toda la razón me puede decir que para qué me está pagando un sueldo.
¿Para protegernos de un eventual ataque del DAESH?
Sí, eso ya lo están haciendo. Y se trata de un gran negocio para los fabricantes de armas, ¿no es así?
¿A usted lo han intentado controlar o desacreditar? Me refiero a poderes humanos, naturalmente.
Desde luego. He sufrido fases en la que se ha intoxicado a la opinión pública diciendo de mí de todo menos bonito y he tenido la sospecha de un atentado físico. Pero es lógico, soy un persona molesta que está ahí pinchando y llamando mentirosos a los militares.