Juicio a la mayor bacanal de corrupción de la democracia
Medio centenar de acusados, entre ellos, el Partido Popular, la exministra Ana Mato y un surtido de exalcaldes y ex altos cargos del PP pasarán desde mañana por la Audiencia Nacional
ESTEBAN ORDÓÑEZ
3 DE OCTUBRE DE 2016
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CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agueros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?
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Desde el 4 de octubre se juzga en la Audiencia Nacional la primera época de la trama Gürtel (1999-2005). Como poco, han transcurrido más de diez años de los últimos hechos de peso que se abordarán. Comienza el procesamiento de un conglomerado mafioso gigantesco que ha tenido que partirse y extractarse en piezas separadas para hacerlo asimilable a nuestra capacidad de impartir justicia.
Medio centenar de acusados. Entre ellos, el propio PP, Ana Mato, exministra de Sanidad, y un surtido de exalcaldes y ex altos cargos del PP se sientan en el banquillo.
A la cabeza de la red, Francisco Correa, un hombre que levantó un imperio de blanqueo, sobornos y enriquecimiento ilícito gracias al PP, y que se embolsó al menos 8,5 millones de euros. Un hombre que se hacía llamar Don Vito, en alusión al padrino Corleone, y que acabó deprimido y recibiendo vigilancia en la cárcel al poco tiempo de ingresar, ante el riesgo de que se suicidara. A Correa le piden 125 años y un mes de prisión.
En segunda línea, Pablo Crespo, ex del PP de Galicia, responsable de muchas empresas del chiringuito y confesor parcial: “Yo repartí sobresueldos en B y tengo todos los nombres”, llegó a decir. O José Luis Izquierdo, contable de la cosa, cuyo pen drive puso al PP en el centro de la trama.
La omertá siciliana le venía grande a Don Vito y en los últimos días ha decidido colaborar con la justicia. Pidió que se desbloquearan 2,2 millones de euros de sus cuentas para compensar los daños provocados. Una estrategia de defensa que busca la reducción de la pena.
Así, dichos en tromba, aparte de los mencionados, algunos de los acusados más sonoros vinculados al partido del Gobierno en funciones son el exconcejal de Madrid Javier Nombela; Ricardo Galeote, exconcejal de Estepona; Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda; Jesús Merino, exdiputado nacional; Jesús Sepúlveda, exalcalde de Pozuelo de Alarcón y exmarido de Mato; Alberto López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid; Carlos Clemente Aguado, exviceconsejero de la misma Comunidad.
Además, hay un buen número de empresas implicadas: Pasadena, Cresva, Alcancia Corporate 02, Easy Concept Comunication, Good and Better…
En total, se les acusa de once delitos: prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, malversación, blanqueo, fraude, asociación ilícita… En resumen, amaños, adjudicaciones perversas, sobornos, ocultación de dinero negro, robo a mano de puro y construcción de un entramado mafioso.
Lo normal sería buscar simbologías que marquen este hito histórico, destacar detalles que diferencien este juicio del montón de casos de corrupción que transitan por los juzgados del país. Porque el caso Gürtel es el mayor ejemplo de la podredumbre política y empresarial, de la serenidad y el descaro de los que delinquen y, sobre todo, de la facilidad con que la depravación puede contagiarse dentro de uno de los partidos fundamentales del régimen del 78. El caso Gürtel no es un manojo de casos aislados como soñaba Rajoy, el ‘eterno ignorante’, sino un ejemplo de la inercia de un sistema de partidos que tiende a la financiación ilegal y al mangoneo.
Calle Límite, 14. Parece un nombre puesto a medida de la justicia. El límite, el techo, el hasta aquí hemos llegado. Pero de momento se ha llegado a pocos lugares. Camps está libre, Baltasar Garzón desterrado, Rajoy ganando elecciones. Y Bárcenas, prestigiándose en la mente de mucha gente como el nuevo Mario Conde, o sea, como ese que no hemos sido cualquiera porque nos faltó oportunidad o inteligencia.
Hay muchos amantes de la picaresca. De los 48 millones que se estima que el extesorero popular guarda en cuentas extranjeras, en este juicio concreto se le procesa por haberse quedado con 300.000 euros de la famosa caja B. Por este mismo delito, de su mano debería ir Álvaro Lapuerta, antiguo tesorero, sin embargo, a sus 88 años se le ha diagnosticado demencia sobrevenida, lo que le impide sentarse en el banquillo.
La sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares se estrenó en febrero de 2009: 27 acusados de narcotráfico se sentaron en los banquillos de la calle Límite diez días después de que Baltasar Garzón ordenara las primeras detenciones, registros y bloqueos de cuentas para frenar la actividad de gürtelianos y genoveses. El edificio se diseñó como lugar para oficinas, pero se remodeló para instalar allí la sede judicial. Una elección correcta: se trata de una mole de hormigón blindada por una rejilla muy apretada de hierro negro. Un búnker, un anticipo de prisión que debería asustar, o por lo menos inquietar, a los acusados. Allí, en otra sala, se está juzgando el caso de las tarjetas black. Todo queda entre amigos.
A Rodrigo Rato, por ejemplo, no le conviene alejarse mucho. Se encuentra entre los 300 testigos citados y será interrogado junto a otros cargos: Esperanza Aguirre, Francisco Álvarez Cascos, Jaime Mayor Oreja, Javier Arenas y Ángel Acebes.
La Audiencia está situada en el polígono industrial Las Fronteras, un lugar de currantes por el que pasean pocos trajes de miles de euros, donde pocos o nadie (que se sepa) tienen cuentas en paraísos fiscales, donde pocos han dedicado noches a beber champán de marca y a mirar mujeres azules (por aquello de las luces de neón, claro, no por el color gaviota PP). Los manifestantes que quieran acercarse a protestar a la sede tendrán que hacerlo en coche o con un buen combo de transportes públicos y, además, caminando un trecho.
Sin embargo, nada parece demasiado si se trata de ver de cerca, como hará CTXT, las caras de resaca de todos los que disfrutaron de una fiesta que parecía no acabar, tostándose al sol, regalándose joyas y bolsos, expoliando millones; de observar al detalle los nervios disimulados de esos que entorpecían la investigación y conspiraban mientras se llenaban la boca de Estado de Derecho o de los que, en definitiva, se sentían como patrones vitalicios del cortijo.
AUTOR
Esteban Ordóñez
Es periodista, creador del blog Manjar de hormiga. Colabora en El estado mental y Negratinta, entre otros
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