Y Rusia llegó a Libia para poner orden
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- enero 26º, 2017
Mientras los medios occidentales (y algunos líderes conspiranoicos) siguen pintando a rusia como el mal, ellos siguen derrotando a los terroristas y ayudando a la Humanidad.
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- enero 26º, 2017
Mientras los medios occidentales (y algunos líderes conspiranoicos) siguen pintando a rusia como el mal, ellos siguen derrotando a los terroristas y ayudando a la Humanidad.
Desembarco ruso en Libia
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- enero 13º, 2017
Prácticamente al mismo tiempo que Italia reabría su embajada en Trípoli,el portaviones ruso Almirante Kuznetsov , cuya intervención en la guerra de Siria ha sido decisiva, recalaba en las costas de Libia, lanzando una advertencia de cierre de parte del espacio aéreo libio.
A continuación, el general rebelde libio Jalifa Hafter era llevado en helicóptero al buque y recibido allí con todos los honores.
Ya no es ningún secreto que el general Hafter, que tiene su feudo en el este del país y parte de los yacimientos petroleros, es el hombre del Kremlin en Libia.
Hafter habló por videoconferencia con el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú y, según diversas fuentes libias, el mismísimo jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, general Valery Gerasimov, viajó el mismo día, el miércoles, a la base naval de Tobruk y se entrevistó con Hafter.
Nunca hasta ahora se había dado una muestra tan explícita del respaldo de Rusia a una facción libia.
El general Hafter no representa a ningún gobierno, ya que el único reconocido es el de unidad nacional gestado por Naciones Unidas (aunque su autoridad es poco más que simbólica).
A bordo del barco, el militar libio y un oficial de la marina rusa firmaron un documento del que no se han dado detalles.
Haftar ha visitado Moscú un par de veces este año.
El objetivo declarado de todas estas conversaciones es que Rusia presione para que la ONU levante el embargo de armas que pesa sobre Libia.
Esto permitiría al general de Bengasi –ahora que el Estado Islámico ha sido expulsado de Sirte- derrotar a sus enemigos y rivales, que son todo el resto de fuerzas del caótico país.
Hafter, que antes fue un hombre de la CIA, tiene respaldo de Rusia y Egipto frente a las milicias islamistas.
Este militar, que en su día fue hombre de confianza de Estados Unidos –y en particular de la CIA-, lanzó a sus tropas contra todo tipo de milicias en Bengasi en mayo del 2014 tras el asesinato del embajador de EE.UU., Christopher Stevens.
Fue la llamada Operación Dignidad, y desde entonces ha contado con el apoyo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
Hafter fue el más fuerte valedor de un gobierno que tuvo que huir a Tobruk, expulsado por los islamistas de la ciudad de Misrata, que montaron su propio Gobierno de Salvación Nacional en Trípoli.
Cuando la ONU –a través de su enviado especial, el español Bernardino León, y su sucesor, el alemán Martin Kobler- medió para crear un Gobierno de Acuerdo Nacional, el general se resistió, al no obtener la cuota de poder que deseaba.
Mientras Hafter disfrutaba de la hospitalidad rusa en el portaviones y correspondía luego en Tobruk al general Gerasímov, el presidente del GNA, Fayez al Sarraj, visitaba El Cairo para tratar de acercar posiciones a su gobierno, ya que Egipto apoya al general rebelde.
Y, casi como respuesta al espectáculo dado por el general Hafter, una milicia leal al ex primer ministro del gobierno disidente de Trípoli, Jalifa Ghwell, trataba de tomar ayer tres ministerios, entre ellos el de Defensa. Ghwell ha dicho que es hora de acabar con el impotente Gobierno de Acuerdo Nacional y de un nuevo pacto entre libios sin injerencias extranjeras.
Entre las opciones de una gran batalla o un nuevo pacto, Trump podría nombrar como enviado especial para Libia a un miembro de la familia Forbes
El peligro de una partición de Libia es cada vez más evidente, según diversos observadores, aunque unos creen que la batalla definitiva entre las fuerzas del general Hafter y las milicias de Misrata es inminente y otros, que estas últimas se encuentran debilitadas (hay que tener en cuenta que son las que han librado la batalla contra el Estado Islámico en Sirte durante meses).
Una posibilidad es que Haftar, con apoyo ruso y egipcio, se llevara la victoria.
Y otra, que en efecto haya un nuevo acuerdo que reparta el poder y, sobre todo, los recursos económicos entre las principales ciudades libias, Trípoli, Misrata, Bengasi… Libia sigue siendo un país de tribus y familias más que de facciones políticas.
Así, además de los países vecinos que pueden ejercer su influencia –Egipto, Túnez y Argelia- hay que contar ahora con el nuevo factor de la presidencia de Donald Trump.
Observadores como el libio Karim Mezran y los norteamericanos Jason Pack y Nate Mason –que fue agregado comercial de la embajada de EE.UU. entre el 2011 y el 2013-, creen que Trump debería nombrar un enviado especial para Libia que hiciera de mediador.
Todos ellos señalan que el equipo de Trump ya se ha puesto manos a la obra y que el candidato para ese puesto sería un miembro de la poderosa familia Forbes, Phillip Escaravage, que tiene experiencia de negocios en Libia.
Pero en este caso, y dado el manifiesto apoyo ruso al general Hafter, todo dependerá de cómo evolucione la postura de Trump hacia Moscú.
Haftar con los rusos
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- enero 13º, 2017
Prácticamente al mismo tiempo que Italia reabría su embajada en Trípoli,el portaviones ruso Almirante Kuznetsov , cuya intervención en la guerra de Siria ha sido decisiva, recalaba en las costas de Libia, lanzando una advertencia de cierre de parte del espacio aéreo libio.
A continuación, el general rebelde libio Jalifa Hafter era llevado en helicóptero al buque y recibido allí con todos los honores.
Ya no es ningún secreto que el general Hafter, que tiene su feudo en el este del país y parte de los yacimientos petroleros, es el hombre del Kremlin en Libia.
Hafter habló por videoconferencia con el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú y, según diversas fuentes libias, el mismísimo jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, general Valery Gerasimov, viajó el mismo día, el miércoles, a la base naval de Tobruk y se entrevistó con Hafter.
Nunca hasta ahora se había dado una muestra tan explícita del respaldo de Rusia a una facción libia.
El general Hafter no representa a ningún gobierno, ya que el único reconocido es el de unidad nacional gestado por Naciones Unidas (aunque su autoridad es poco más que simbólica).
A bordo del barco, el militar libio y un oficial de la marina rusa firmaron un documento del que no se han dado detalles.
Haftar ha visitado Moscú un par de veces este año.
El objetivo declarado de todas estas conversaciones es que Rusia presione para que la ONU levante el embargo de armas que pesa sobre Libia.
Esto permitiría al general de Bengasi –ahora que el Estado Islámico ha sido expulsado de Sirte- derrotar a sus enemigos y rivales, que son todo el resto de fuerzas del caótico país.
Hafter, que antes fue un hombre de la CIA, tiene respaldo de Rusia y Egipto frente a las milicias islamistas.
Este militar, que en su día fue hombre de confianza de Estados Unidos –y en particular de la CIA-, lanzó a sus tropas contra todo tipo de milicias en Bengasi en mayo del 2014 tras el asesinato del embajador de EE.UU., Christopher Stevens.
Fue la llamada Operación Dignidad, y desde entonces ha contado con el apoyo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
Hafter fue el más fuerte valedor de un gobierno que tuvo que huir a Tobruk, expulsado por los islamistas de la ciudad de Misrata, que montaron su propio Gobierno de Salvación Nacional en Trípoli.
Cuando la ONU –a través de su enviado especial, el español Bernardino León, y su sucesor, el alemán Martin Kobler- medió para crear un Gobierno de Acuerdo Nacional, el general se resistió, al no obtener la cuota de poder que deseaba.
Mientras Hafter disfrutaba de la hospitalidad rusa en el portaviones y correspondía luego en Tobruk al general Gerasímov, el presidente del GNA, Fayez al Sarraj, visitaba El Cairo para tratar de acercar posiciones a su gobierno, ya que Egipto apoya al general rebelde.
Y, casi como respuesta al espectáculo dado por el general Hafter, una milicia leal al ex primer ministro del gobierno disidente de Trípoli, Jalifa Ghwell, trataba de tomar ayer tres ministerios, entre ellos el de Defensa. Ghwell ha dicho que es hora de acabar con el impotente Gobierno de Acuerdo Nacional y de un nuevo pacto entre libios sin injerencias extranjeras.
Entre las opciones de una gran batalla o un nuevo pacto, Trump podría nombrar como enviado especial para Libia a un miembro de la familia Forbes
El peligro de una partición de Libia es cada vez más evidente, según diversos observadores, aunque unos creen que la batalla definitiva entre las fuerzas del general Hafter y las milicias de Misrata es inminente y otros, que estas últimas se encuentran debilitadas (hay que tener en cuenta que son las que han librado la batalla contra el Estado Islámico en Sirte durante meses).
Una posibilidad es que Haftar, con apoyo ruso y egipcio, se llevara la victoria.
Y otra, que en efecto haya un nuevo acuerdo que reparta el poder y, sobre todo, los recursos económicos entre las principales ciudades libias, Trípoli, Misrata, Bengasi… Libia sigue siendo un país de tribus y familias más que de facciones políticas.
Así, además de los países vecinos que pueden ejercer su influencia –Egipto, Túnez y Argelia- hay que contar ahora con el nuevo factor de la presidencia de Donald Trump.
Observadores como el libio Karim Mezran y los norteamericanos Jason Pack y Nate Mason –que fue agregado comercial de la embajada de EE.UU. entre el 2011 y el 2013-, creen que Trump debería nombrar un enviado especial para Libia que hiciera de mediador.
Todos ellos señalan que el equipo de Trump ya se ha puesto manos a la obra y que el candidato para ese puesto sería un miembro de la poderosa familia Forbes, Phillip Escaravage, que tiene experiencia de negocios en Libia.
Pero en este caso, y dado el manifiesto apoyo ruso al general Hafter, todo dependerá de cómo evolucione la postura de Trump hacia Moscú.
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