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7 de marzo de 2017
La solidaridad como arma
La solidaridad como arma
Víctor Arrogante
Rebelión
Naciones Unidas estableció como Día Mundial de la Mujer el 8 de marzo, para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la determinación de las mujeres que han jugado un papel clave en la historia. Pese a todo no debe ser un día de celebraciones, sino de denuncia, protesta y movilización. En España este año 2017 han sido asesinadas 18 mujeres víctimas del #terrorismomachista, la violencia de género con resultado de muerte, la pero cifra de la última década, y no tiemblan los pilares del Estado, como ocurriría si las muertes las hubiera provocado el terrorismo político o separatista.
Un día como el 8 de marzo, no es para celebrar, sino para reafirmar el compromiso por la eliminación de todas las formas de discriminación y violencia, especialmente contra las mujeres. Difícilmente se podrá conseguir, si no se cambia el modelo social, por otro justo y democrático, en el que se promuevan políticas económicas igualitarias, empleo de calidad, lucha contra la pobreza, la desigualdad y la violencia de género. Tenemos que superar las políticas llevadas a cabo por la derecha reaccionaria y austericida, ejecutadas por el PP, que han significado un retroceso en derechos y recortes sociales para la ciudadanía con un fuerte impacto para las mujeres.
Este año, promovido por el colectivo feminista argentino «Ni una menos», que se ha extendido a diversos países latinoamericanos y europeos, se ha convocado para el día 8 de marzo, un Paro Mundial de mujeres contra la violencia machista. La presión en la calle, la movilización y la sensibilización de la sociedad contra la violencia machista son imprescindibles para conseguir avances.
El tema escogido por la ONU este año es: «Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030», al estar en transformación el mundo laboral, con implicaciones significativas para las mujeres. Por un lado, la globalización y la revolución digital y tecnológica, crean nuevas oportunidades, al tiempo que la creciente informalidad en el trabajo, la inestabilidad en las fuentes de ingreso, nuevas políticas fiscales y comerciales y el impacto ambiental, ejercen un papel decisivo en el empoderamiento económico de las mujeres y los derechos humanos.
Parece que las organizaciones sociales van por otro lado. El Paro Internacional de Mujeres –PIM–, es un movimiento de base formado por mujeres de diferentes partes del mundo, inspirado desde Polonia y creado en octubre de 2016, en respuesta a la violencia social, legal, política, económica, moral y verbal que experimentan las mujeres contemporáneas en diversas lugares del mundo. PIM planea paros generales y protestas para el 8 de marzo, bajo un lema en común: «la solidaridad es nuestra arma».
«Nosotras, las mujeres del mundo, estamos hartas de la violencia física, económica, verbal y moral dirigida contra nosotras. No la vamos a tolerar pasivamente. Exigimos que nuestros gobiernos dejen de usar insultos misóginos y empiecen a tomar medidas reales para resolver numerosos problemas relacionados con nuestra seguridad, acceso gratuito a la atención médica, incluyendo los derechos reproductivos, el establecimiento de graves sanciones legales a criminales en casos de violación, violencia en el hogar y de todo tipo de crimen de género que sufrimos cada vez más, así como el cumplimiento de la secularización de nuestros Estados. Antes que las condiciones biológicas femeninas somos sobre todo, seres humanos y lo que es más; estamos en 2017».
El PIM dice en su convocatoria «Como ciudadanas conscientes, nosotras, las mujeres, sabemos que el mundo está pasando por una fase de crisis pero no aceptamos ser víctimas de ella. Exigimos, gobernadores de nuestros países, que sean maduros y aborden los problemas del mundo de una manera directa, pacífica y sin daño a nosotras. Nosotras, las mujeres del mundo, anunciamos que si no se toman medidas inmediatas para detener esta violencia, vamos a hacer un paro, somos solidarias y estamos unidas, en todo el mundo, para defender nuestros derechos humanos. Constituimos más de la mitad de la población del mundo y sabemos que el poder está en nuestras manos».
Denuncian «que el capital explota nuestras economías informales, precarias e intermitentes; que los Estados nacionales y el mercado nos explotan cuando nos endeudan; que los Estados criminalizan nuestros movimientos migratorios; que cobramos menos que los varones y que la brecha salarial llega, en promedio, al 27%». No se reconocen que las tareas domésticas y de cuidado son trabajo que no se remunera y suma, al menos, tres horas más a las jornadas laborales de las mujeres.
La brecha salarial de género en España en 2016 era casi de un 24%, la más alta en los últimos seis años. Han arrastrado sobre los hombros de las mujeres, parte de las consecuencias de la crisis: recortes en servicios sociales que las ha llevado a volver a encargarse de los cuidados de los mayores y los hijos, el aumento de los contratos a tiempo parcial, donde las mujeres son un porcentaje mucho más alto que los hombres. También se produce brecha de género en las pensiones, que en 2016 era de un 34%. No existe ningún país en el mundo donde haya una igualdad plena y España no es una excepción, por lo que la movilización es más necesaria.
La movilización convocada busca evidenciar cómo sería el mundo si las mujeres dejaran de hacer lo que hacen todos los días, desde las tareas del hogar hasta los trabajos en los que se desarrollan. A la par, es un llamado a valorar la vida de las mujeres, a detener la violencia machista que provoca que 38% de los asesinatos de las mujeres en el mundo en manos de sus parejas masculinas.
El PIM es un movimiento que va en serio y sugieren diferentes formas de protesta; desde un paro total o parcial (1 ó 2 horas) en el trabajo o en las tareas domésticas y en los roles sociales como cuidadoras. En caso de que no poder parar en el trabajo, proponen usar ropa o elementos de negro o violeta que identifique la acción; boicot a las empresas que usan el sexismo en sus propagandas o en su enfoque hacia las trabajadoras; huelga de sexo; cese de compras durante la jornada; bloqueo de calles con demostraciones, piquetes y marchas. «No se olviden de que de nuestra decisión depende la continuidad de la vida en la Tierra».
El Movimiento Feminista de Madrid, como no podía ser de otra forma, se suma este 8 de marzo al Paro Internacional de Mujeres. El llamamiento es hacer un paro en las «tareas de cuidados» y también en el «empleo productivo», que irán acompañados de huelga de consumo, manifestaciones, vigilias y concentraciones. Las organizaciones que convocan dicen que se trata de un día de protestas en la que cada mujer puede optar por la que prefiera o considere más oportuna. Las organizaciones feministas en todo el mundo unen sus fuerzas en un grito común para denunciar tanto el desigual reparto del empleo, los trabajos de cuidados, el acceso a la riqueza, como para exigir el fin de las violencias machistas. Entienden que juntas, en un nuevo internacionalismo que reclama el derecho a decidir sobre quienes son, a quienes desean, cuales son sus proyectos de vida y como quieren llevarlo a cabo.
No es tanto una huelga convencional, como un día de movilización, que busca usar distintas formas de protesta para clamar contra la violencia de género, la brecha salarial, el acoso, la discriminación laboral y, en general, contra el machismo en todas sus formas. Dependiendo de la actividad personal o profesional, así es la acción que se propone. En los cuidados, es un día para que en la medida de lo posible, se desatiendan las tareas diarias de atención del hogar y la familia. Un día para que los hombres se hagan cargo de estas tareas al cien por cien.
La idea es que no se consuma nada o lo mínimo imprescindible: básicamente un día sin compras. Reducir el consumo de agua, gas y electricidad a lo estrictamente necesario. No coger el coche, utilizar los servicios públicos; no entrar en bancos ni sacar dinero en cajeros automáticos. De 12:00 a 12:30, paro en los trabajos o en las clases. Concentraciones en las puertas de los centro. Acudir a las concentraciones convocadas en cada ciudad. «Que pare el mundo porque nos están matando. Que pare el mundo porque no funciona sin nosotras. Que paren las calles hasta que podamos transitar seguras. Que paren los feminicidios porque nuestras vidas no están a disposición de otros».
«Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila», decía María Zambrano. #YoParo este 8 de marzo por la libertad de las mujeres, utilizando la acción solidaria como arma contra todas las formas de violencia, por la igualdad y la justicia social para todos y todas.
@caval100
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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