Cada vez más bancos suizos y de otros países están trasladando
las fortunas de sus clientes a EEUU, que no ha firmado los estándares bancarios
internacionales.
EE.UU. se ha convertido en la mejor opción para trasladar las cuentas bancarias
de los más ricos para evitar pagar impuestos y ocultarlo de los Gobiernos de
otros países.
Tras años arremetiendo contra otras naciones por ayudar a los estadounidenses
más acaudalados a esconder su dinero, ahora EE.UU. está emergiendo como un
paraíso fiscal de primer orden para los extranjeros adinerados.
Casi 100 países, entre los que no se encuentra EE.UU., firmaron los acuerdos
sobre el intercambio de información de cuentas financieras de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La entidad financiera europea Rothschild, con una fuerte influencia en la
Reserva Federal estadounidense, y otros importantes bancos con sede en Suiza,
las islas Bermudas o las islas Caimán han abierto y traslado las fortunas de
sus clientes extranjeros a sus nuevas sucursales en los estados de Nevada y
Dakota del Sur, donde no están sujetas a la nueva normativa de divulgación de
información y promueven la confidencialidad y la baja fiscalidad.
El país norteamericano es “el mayor paraíso fiscal del mundo”, carece de “los
recursos para hacer cumplir las leyes tributarias extranjeras y no tiene muchas
ganas de hacerlo”, aseguró el director general de Rothschild, Andrew Penney.
EEUU atrae a clientes extranjeros para que depositen su dinero en el país,
garantizando a cambio total confidencialidad, lo que convierte a EE.UU. es uno
de los pocos países donde las entidades financieras promueven la captación de
fondos asegurando que la información sobre los depósitos no será divulgada a
las autoridades extranjeras.
La cuestión, en definitiva, no solo tiene que ver con la evasión fiscal que
ciudadanos extranjeros realizan en sus países de origen, sino también con la
entrada de capitales que provienen de actividades ilícitas y que constituye un
intento de lavado de dinero.
EE.UU. se ha convertido en la mejor opción para trasladar las cuentas bancarias de los más ricos para evitar pagar impuestos y ocultarlo de los Gobiernos de otros países.
Tras años arremetiendo contra otras naciones por ayudar a los estadounidenses más acaudalados a esconder su dinero, ahora EE.UU. está emergiendo como un paraíso fiscal de primer orden para los extranjeros adinerados.
Casi 100 países, entre los que no se encuentra EE.UU., firmaron los acuerdos sobre el intercambio de información de cuentas financieras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La entidad financiera europea Rothschild, con una fuerte influencia en la Reserva Federal estadounidense, y otros importantes bancos con sede en Suiza, las islas Bermudas o las islas Caimán han abierto y traslado las fortunas de sus clientes extranjeros a sus nuevas sucursales en los estados de Nevada y Dakota del Sur, donde no están sujetas a la nueva normativa de divulgación de información y promueven la confidencialidad y la baja fiscalidad.
El país norteamericano es “el mayor paraíso fiscal del mundo”, carece de “los recursos para hacer cumplir las leyes tributarias extranjeras y no tiene muchas ganas de hacerlo”, aseguró el director general de Rothschild, Andrew Penney.
EEUU atrae a clientes extranjeros para que depositen su dinero en el país, garantizando a cambio total confidencialidad, lo que convierte a EE.UU. es uno de los pocos países donde las entidades financieras promueven la captación de fondos asegurando que la información sobre los depósitos no será divulgada a las autoridades extranjeras.
La cuestión, en definitiva, no solo tiene que ver con la evasión fiscal que ciudadanos extranjeros realizan en sus países de origen, sino también con la entrada de capitales que provienen de actividades ilícitas y que constituye un intento de lavado de dinero.
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