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La nueva "píldora contra el COVID" fabricada por la farmacéutica Merck es mutagénica |
sta semana hemos asistido a una cobertura mediática sin precedentes del “molnupiravir”, un nuevo medicamento antiviral para el tratamiento del covid-19, promocionado por Merck (cuyas acciones se han disparado) en base a una nota de prensa, según informan Maryanne Demasi y mpr21.
El molnupiravir -que aún está en fase de investigación- puede inhibir la producción de virus de ARN como el SARS-CoV-2. Se administra al principio de la enfermedad en forma de píldora durante cinco días. No hubo ningún documento revisado por pares sobre el estudio, ni se publicaron los datos en el registro de ensayos.
Sin embargo, el gobierno australiano ha asegurado la compra de 300.000 dosis de “molnupiravir” a Merck y el gobierno de Biden ha adquirido 1,7 millones. Si la FDA lo autoriza, será el primer fármaco antiviral oral para el covid-19 (se está preparando una formulación oral de remdesivir).
Merck comenzó a probar el molnupiravir para el covid-19. La empresa ya contaba con la ivermectina en su cuaderno de medicamentos, que también tiene propiedades antivirales y está aprobada por la FDA para el tratamiento de las lombrices. Pero cuando Merck desacreditó públicamente el uso de la ivermectina para el covid-19, a pesar de que algunos de los primeros ensayos demostraban su eficacia, muchos sugirieron que se trataba de un movimiento estratégico de la empresa para dejar de lado la ivermectina (que es barata y no está patentada), para dar paso a su nuevo y muy rentable medicamento.
El “molnupiravir” costará unos 700 dólares por tratamiento y se calcula que la empresa farmacéutica obtendrá hasta 7.000 millones de dólares a finales de este año.
Aunque Merck defiende que los efectos adversos no son importantes, un estudio reciente publicado en Nature afirmaba que el molnupiravir es “mutagénico”, es decir, que aumenta la frecuencia de las mutaciones del ARN viral y perjudica la replicación del SARS-CoV-2 en modelos animales y en humanos.
Hay que recordar que cuando el remdesivir fue probado por la OMS (ensayo Solidaridad) con la participación de 405 hospitales de 30 países, los resultados, publicados varios meses después, mostraron que no tenía ningún efecto sobre la mortalidad general, el inicio de la ventilación o la duración de la estancia hospitalaria. La OMS emitió una declaración en la que recomendaba no utilizar remdesivir; sin embargo, muchos médicos de hospital siguen utilizando el fármaco para tratar el covid-19.
El ensayo de Merck en fase 3 fue suspendido antes de tiempo. El análisis intermedio sólo incluía datos de 775 sujetos, a pesar de que habían reclutado el 90 por ciento del número total previsto (1.850 sujetos). Los datos de los sujetos restantes no se han publicado. Otro ensayo para investigar la eficacia del molnupiravir en personas hospitalizadas se dio por finalizado el 9 de septiembre de 2021, “por motivos comerciales”.
Uno de los investigadores que participó en la revelación del escándalo del tamiflú, el profesor Tom Jefferson, emprendió acciones legales contra Roche en Estados Unidos, alegando que la empresa defraudó al gobierno federal y a los gobiernos estatales al afirmar falsamente que podía ser una poderosa herramienta para mitigar una pandemia de gripe. La demanda solicitaba el reembolso de los fondos de los contribuyentes por valor de más de 4.500 millones de dólares por “conclusiones científicas falsificadas” y por montar “una campaña de marketing y de presión de gran potencia para engañar al gobierno sobre la eficacia del tamiflú para combatir una pandemia de gripe”.
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