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15 de diciembre de 2022

Hay un detalle de la mayor importancia que conviene recordar en el asunto de la colaboración de los médicos en toda esta trama.

 Eutiquiano Hdez Camón:

Buenos días:
Hay un detalle de la mayor importancia que conviene recordar en el asunto de la colaboración de los médicos en toda esta trama.
Es algo que la mayoría de los pacientes no saben, pero que a mi modo de ver es fundamental. Cuando un médico sigue el protocolo y el paciente muere, queda automáticamente exonerado de toda responsabilidad; pero si el paciente fallece cuando el doctor NO ha seguido el protocolo, su seguro médico puede NO cubrir su responsabilidad civil y penal de cara a posibles demandas de los familiares. Piensen en ello. El sistema sanitario perverso trabaja para que todo lo que no le interesa le sea incómodo y tedioso al facultativo, el cual, además, suele estar agobiado de tiempo y saturado de trabajo.
Por tanto obedecer y aplicar lo que los protocolos, gerencia, jefes, sanidad y OMS “recomiendan”, es mucho más fácil que tomar decisiones propias para salvarle la vida al paciente. Ojo que no digo que esto justifique nada; mi intención es que conozcamos como funcionan las cosas en el día a día de muchos sanitarios, para así eliminar estas barreras que no solemos conocer.
Todo está dispuesto para dirigir a los doctores a seguir las reglas de los que mayor cantidad de privilegios de todo tipo y contacto tienen con las farmacéuticas y la política. La manipulación viene de arriba, está diseñada perfectamente para que los que no estén muy atentos se dejen llevar. Lo mismo ocurre con las famosas firmas de las causas de fallecimiento, donde ya descubrimos que en determinadas épocas poner “COVID” era una exigencia del protocolo, y aquel médico que escribía la razón real podía ser llamado al orden. Todo se basa en entender que los médicos son humanos y son trabajadores como cualquier otro. Si los hemos endiosado o sobrevalorado es culpa nuestra. Oigo a mucha gente ser muy dura con ellos, con razón, pero después trabajan en bancos, empresas grandes o sectores donde ellos mismos siguen sus “protocolos” sin rechistar diciendo “solo soy un empleado, recibo órdenes, necesito mi trabajo”. A veces exigimos indignados cosas a otros que nosotros no somos capaces de hacer. Por eso es más estratégico y efectivo ir a por los de arriba con nombres y apellidos en lugar de generalizar, que hace que el sistema se cierre en banda para proteger a los simples colaboradores, pero se nos escapan los mayores culpables. Nombres de los gerentes de hospitales, de los colegios de médicos (auténticos nidos de corrupción) de los jefes de toda la sanidad, de los políticos implicados… haciendo eso muchos médicos y sanitarios lo apoyarían desde dentro. Pero si pretendemos culpar a todos de todo de forma tosca, se defenderán a nivel corporativo.
Muchos de los pacientes que critican a gente que actúa así fueron los que se inocularon por no perder su trabajo ¿hay  mucha diferencia?
Cualquier estrategia de mejora de la sociedad debe pasar por un análisis minucioso de la naturaleza humana, las cosas ocurren porque hay todo un entramado complejo que lo favorece. No se puede pedir santidad a ningún colectivo por encima de otros, simplemente no funciona. Desde el emperador Romano Trajano y mucho antes, buscar porqué se corrompe un colectivo y atajar esas circunstancias desde dentro es la forma de limpiarlo. Hay que procesar a los responsables de hacer esos protocolos, cuyos nombres nadie conoce y se han ido de rositas. Esos bastardos volverán a hacerlo pronto, siguen ahí. Pido ayuda a los sanitarios para que me den nombres para investigarlos y denunciarlos.
Y no perdamos de vista que lo que para los pacientes es una pesadilla, para los sanitarios es su trabajo cotidiano, no se ve igual.

Siempre que vamos a visitar a un médico se da un encuentro desigual. El paciente está en shock, muerto de miedo, mientras el galeno está trabajando un día más. Eso hace que se produzca una relación tóxica para ambos, pues si estamos bien se lo agradecemos y si estamos mal lo vemos como el dios que nos puede curar; pero él está pensando en el colegio de los niños igual que cualquier otra persona. Tras muchos años de esa relación tóxica, el médico y el paciente llegan al acuerdo tácito de que el doctor es un ser superior, y ahí empiezan los problemas. Un aullido.

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