Un párrafo del artículo de Fernando del Pino
“El caso del covid es revelador: primero crearon el pánico; luego buscaron un chivo expiatorio: los jóvenes, estigmatizados por su comportamiento supuestamente irresponsable, y más tarde los no vacunados, a los que condenaron a un vergonzoso apartheid; y finalmente se postularon como salvadores si les obedecíamos sin rechistar renunciando a nuestra libertad con los confinamientos, mascarillas, “vacunas” y demás tomaduras de pelo.
Pero el miedo también funciona como arma para doblegar voluntades de forma más directa mediante la presión de grupo. El hombre, animal social y gregario, teme el aislamiento, y por tanto es vulnerable a la amenaza de ser estigmatizado y condenado al ostracismo si se atreve a ir contracorriente.
Dios nos creó individuos, únicos e irrepetibles. Los yonquis del poder buscan destruir esa individualidad para transformarnos en dóciles e indistinguibles autómatas.
Un instrumento muy útil para lograrlo son las redes sociales, diseñadas para diluir la individualidad en una masa informe cuyos individuos sean esclavos de su “popularidad” y, por tanto, fácilmente controlables por quien decide lo que es popular.
Para eso inventaron los likes, utilizando no sólo el miedo a quedarnos solos, sino nuestra tendencia a construir nuestra opinión sobre nosotros mismos en función del aplauso ajeno, craso y frecuente error.
Al miedo a la presión de grupo se suele unir el abuso del principio de autoridad, que antaño era política, militar o religiosa. Hoy los yonquis del poder han decidido manipular la Ciencia (con mayúscula) para convertirla en la nueva Autoridad, en un nuevo dios, y a los científicos en los nuevos sumos sacerdotes, siervos útiles del poder. Lo dice “la Ciencia”, así que no discutan: obedezcan.
Todo esto está inventado desde hace milenios y los estudiantes de siglos anteriores, más inteligentes que los de hoy (pues carecían de móviles), lo estudiaban en cualquier curso de lógica antes de cumplir los 16.
Se trata de la falacia ad verecundiam, que defiende algo únicamente porque alguien considerado una autoridad lo ha afirmado, la falacia ad hominem, que en lugar de proponer argumentos desacredita a la persona que defiende la postura contraria, y la falacia ad populum, que defiende que algo es verdad sólo porque así lo opina una mayoría o la “opinión pública”.
Durante el covid, las medidas “científicas” más absurdas, las mentiras más descabelladas y las creencias supersticiosas repetidas ad nauseam por los yonquis del poder y sus portavoces mediáticos no han sido más que una sucesión de falacias.
Al miedo a la presión de grupo se suele unir el abuso del principio de autoridad, que antaño era política, militar o religiosa. Hoy los yonquis del poder han decidido manipular la Ciencia (con mayúscula) para convertirla en la nueva Autoridad, en un nuevo dios, y a los científicos en los nuevos sumos sacerdotes, siervos útiles del poder. Lo dice “la Ciencia”, así que no discutan: obedezcan.
Todo esto está inventado desde hace milenios y los estudiantes de siglos anteriores, más inteligentes que los de hoy (pues carecían de móviles), lo estudiaban en cualquier curso de lógica antes de cumplir los 16.
Se trata de la falacia ad verecundiam, que defiende algo únicamente porque alguien considerado una autoridad lo ha afirmado, la falacia ad hominem, que en lugar de proponer argumentos desacredita a la persona que defiende la postura contraria, y la falacia ad populum, que defiende que algo es verdad sólo porque así lo opina una mayoría o la “opinión pública”.
Durante el covid, las medidas “científicas” más absurdas, las mentiras más descabelladas y las creencias supersticiosas repetidas ad nauseam por los yonquis del poder y sus portavoces mediáticos no han sido más que una sucesión de falacias.
En el siguiente artículo recordaré a qué extremo llegamos y propondré cómo combatir la Cultura del Miedo en la que se ha basado la locura que hemos vivido, pues no podemos permitir que se repita.”
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