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7 de mayo de 2024

El verdadero Yo

 El verdadero Yo


El Yo es el Yo. Su identidad es intrínseca: “YO SOY QUIEN SOY”, “YO SOY EL QUE SOY”. El Yo no tiene identidad. Es pura identidad, Ser en si mismo. En el Yo, somos todo lo que vemos y ver es ser. Esta es la ecuación última, la solución a todas las preguntas, en las que todas las cosas se convierten en Uno.

El verdadero Yo nunca puede ser otro. Nunca puede ser una cosa. 

Pensar en que “yo soy esto” o “yo soy eso”, es quedar atrapado en una corriente de dependencia porque lo externo nunca puede ser intrínseco o independiente. Tener una imagen de uno mismo es perder el Yo, es hacerlo un artículo. Ser algo es perder la identidad de uno como un puro Sujeto y es convertirse en un objeto entre los objetos en un mundo incierto.

Sufrimos porque no tenemos un Yo. Nuestra identidad está dependiente de algo o de una persona con la que estamos conectados. La identidad que es dependiente, que es dada por otro -como un nombre o título- es una ficción. Es una sobre imposición de pensamiento y aunque pueda distraernos por un tiempo, no nos puede brindar paz.
Sufrimos porque buscamos el Yo en el no-Yo, el Sujeto en el objeto. 

Tratamos de encontrar felicidad por logros y adquisiciones en el mundo externo. Pero el logro es llegar a ser más grande o un mejor objeto. 

La adquisición es la acumulación de objetos alrededor de nuestra objetividad y asumida materialidad. Pero ser un objeto, es ser pesado, dependiente y transitorio. La objetividad no es un estado de felicidad o de cumplimiento. La felicidad solo es posible en la existencia eterna, que solo es posible en el Sujeto puro. 

Mientras pensemos que necesitamos algo para ser nosotros, siempre estaremos dependientes de otros. Siempre seremos alguien más o estaremos tratando de complacer a alguien más. Nunca seremos nosotros mismos y estaremos atrapados en las respuestas condicionadas de nuestro alrededor. Seremos víctimas de los pensamientos de otras gentes.

El verdadero Yo no es el ego. No es el “Yo soy esto” o “Yo quiero esto”. 
Está libre de cualquier auto-imagen

Aún el llamarlo un Yo, puede ser mal interpretado porque no pertenece a nadie y nada le pertenece. Pero es quién somos en forma natural. Es el estado de ver puro y libre de cual objetividad del Yo u otro.

No hay necesidad más que de que seamos el Yo, -que no seamos otro y no convertirnos en alguien por otros. Solo necesitamos ser como somos. Además, no deberemos cambiar otros sujetos a objetos, pues son otras manifestaciones diferentes de nuestro Yo. 

Todo es el Yo o ser intrínseco. En la que todos los seres están perdonados, toda vida es dada y la existencia misma es realización.

El Sujeto nunca puede ser un objeto. El Yo, no puede ser el cuerpo, los sentidos, la mente o las emociones. No puede tener ningún papel, estatus o apariencia en el mundo externo o en el mundo del pensamiento. 

El sujeto que solo es un objeto es un concepto erróneo que genera ilusión y sufrimiento. Es una lógica falsa, la lógica de la ignorancia que equipara la conciencia con un objeto, forma o cualidad. Es la equivocación cósmica, el gran error del ama, la caída que crea la confusión y la miseria.

Lo que sea que tenga forma, cualidad, nombre, imagen o acción es un objeto. Lo que sea que tenga conciencia es en esencia el Sujeto puro y no es afectado por los objetos en su campo de percepción. 

Así como cuando una taza cae de la mesa y el que se rompa no nos duele, aunque lo
presenciemos, así las cualidades de nuestro cuerpo y mente no afectan o lastiman al verdadero Yo, aunque lo observamos íntimamente.

Debemos cuestionar esta objetividad de nosotros mismos y de otros. No hay identidad en nada porque todos los objetos son transitorios, dependientes y compuestos. No tienen nada intrínseco.

La identidad solo es posible en Ser por si mismo. Solo hay una identidad pura o absoluta, que es el ser todos. Cualquier identidad relativa o limitada es una ficción de esta confusión entre el sujeto y el objeto. Solo cuando nos hemos despojado de toda objetividad, podemos saber la verdad de quién somos realmente.

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