LA CONSTITUCIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA es la constitución de los ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA incorporados.
Funciona en una capacidad económica y se ha utilizado para engañar al pueblo haciéndoles creer que gobierna la República. ¡No es así! El uso de mayúsculas NO es insignificante cuando uno se refiere a un documento legal. Esta alteración aparentemente “menor” ha tenido un gran impacto en cada generación posterior de estadounidenses. Lo que hizo el Congreso al aprobar la Ley de 1871 fue crear un documento completamente nuevo, una constitución para el gobierno del Distrito de Columbia, un gobierno INCORPORADO.
En lugar de tener derechos absolutos e inalienables garantizados bajo la Constitución orgánica, nosotros, el pueblo, tenemos ahora derechos o privilegios “relativos”. Un ejemplo es el derecho del soberano a viajar, que ahora se ha transformado (bajo la política del gobierno corporativo) en un “privilegio” que requiere que los ciudadanos tengan licencias – licencias de conducir y pasaportes. Al aprobar la Ley de 1871, el Congreso cometió TRAICIÓN contra el Pueblo que era Soberano bajo las concesiones y decretos de la Declaración de Independencia y la Constitución orgánica. La Ley de 1871 se convirtió en la BASE de todas las traiciones cometidas desde entonces por funcionarios del gobierno.A partir de 1871, Estados Unidos ya no es un país, sino una corporación. En preparación para robarse a Estados Unidos, los títeres de la camarilla bancaria británica ya habían creado un segundo gobierno, un gobierno en la sombra diseñado para administrar lo que “el pueblo” creía que era una democracia, pero que en realidad era un ESTADOS UNIDOS incorporado. En conjunto, esta quimera, este monstruo de dos cabezas, le negó al “pueblo” todos los derechos de sui juris. [usted, en su soberanía]
Estados Unidos es una colonia de la Corona. Estados Unidos siempre ha sido y sigue siendo una colonia de la Corona británica. El rey Jaime I no solo es famoso por traducir la Biblia a la versión “King James”, sino por firmar la “Primera Carta de Virginia” en 1606, que otorgaba a los antepasados británicos de Estados Unidos licencia para establecerse y colonizar América. La carta garantizaba que los futuros reyes y reinas de Inglaterra tendrían autoridad soberana sobre todos los ciudadanos y las tierras colonizadas en América.
Después de que Estados Unidos declarara su independencia de Gran Bretaña, se firmó el Tratado de París, firmado el 3 de septiembre de 1783. Ese tratado identifica al rey de Inglaterra como príncipe de los Estados Unidos: “el príncipe Jorge III, por la gracia de Dios, rey de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, defensor de la fe, duque de Brunswick y Luneburgo, architesorero y príncipe elector del Sacro Imperio Romano Germánico, etc., y de los Estados Unidos de América”, lo que contradice por completo la premisa de que Estados Unidos ganó la Guerra de la Independencia.
El artículo 5 de ese tratado devolvió a Gran Bretaña todos los estados, derechos y propiedades británicos.
Se conviene en que el Congreso recomendará encarecidamente a las legislaturas de los respectivos estados que se disponga la restitución de todos los bienes, derechos y propiedades que hayan sido confiscados y que pertenezcan a verdaderos súbditos británicos, y también de los bienes, derechos y propiedades de las personas residentes en distritos que estén en posesión de las armas de Su Majestad y que no hayan portado armas contra dichos Estados Unidos
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