La habitual franqueza de Vladímir Putin ha puesto el dedo en la llaga sobre la razón de ser del Estado Islámico. «La financiación de Estado Islámico proviene de 40 países, entre ellos varios del G-20», afirmó este lunes el presidente ruso en la reunión del G-20 en Antalya (Turquía). ¿A qué países se refiere Putin? ¿Cómo se ha convertido en pocos años el Estado Islámico en la organización terrorista más rica del mundo, según la revista Forbes?
A pesar de que su existencia es relativamente reciente, Estado Islámico cuenta con unos ingresos estimados de 1.864 millones de euros anuales, que proceden en su mayoría del tráfico de petróleo y del robo de bancos, pero que también incluye donaciones particulares. «Tradicionalmente se ha dicho que las petrofortunas del Golfo han financiado a grupos salafistas, entre ellos al Estado Islámico en su génesis. Cuando Putin hace referencia a esos 40 países que financian a Daesh se entiende que está hablando de las donaciones procedentes de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait o Qatar», explica Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de la Universidad de Alicante y experto en Oriente Medio de la Fundación Alternativas. Estas donaciones privadas suponen un tercio del total de sus recursos económicos disponibles; si bien, se encuentran en retroceso frente a otros ingresos emergentes como el petróleo.
En 2014 se rompe «el cordón umbilical»
A partir del verano de 2014, no en vano, la organización terrorista vivió su particular metamorfosis, lo cual le permitió «romper el cordón umbilical» con los países del Golfo. «Al conquistar amplios territorios en Irak y Siria adquieren flujos de ingresos propios y empiezan a tomar decisiones incluso más radicales al no depender de otros», apunta Álvarez-Ossorio. Lo primero que les facilitó las conquistas de territorios fue acceder al dinero guardado en los bancos nacionales y a un patrimonio artístico que han comercializado en el mercado negro. Las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí elevan la cantidad robada el año pasado en los bancos de Mosul hasta los 1.000 millones de dólares (755 millones de euros).
Pero más allá de esos ingresos extraordinarios, tener bajo control un país con aproximadamente cinco millones de personas les ha permitido desde entonces poner en marcha diferentes impuestos e incluso hacerse con su propia hacienda. «El EI ha reclutado a contables y otros profesionales financieros para mejorar la gestión de sus ingresos y minimizar pérdidas», señala un reciente informe del Grupo de Acción Financiera (Gafi), el organismo intergubernamental encargado de la lucha contra el blanqueo de capitales. La organización terrorista cobra impuestos a los trabajadores de sus territorios e impone tarifas a quien pretende transportar bienes, moverse de una región a otra –lo cual afecta sobre todo a los refugiados– o demanda determinados servicios.
La otra fuente constante de dinero llega a través del tráfico de petróleo. Las autoridades estadounidenses creen que el grupo terrorista puede obtener más de 37,5 millones de euros mensuales gracias a la producción y exportación de petróleo en las áreas que controla en Siria e Irak. Por esta razón, mientras Putin insinuaba que son muchos los países que compran petróleo a los terroristas, las fuerzas americanas bombardearon este lunes por primera vez un total de 116 camiones cisterna que se cree que Estado Islámico usaba para transportar crudo. «Se han atacado por primera vez las líneas de suministro, pero no se han atacado los campos de petróleo porque las autoridades esperan recuperarlos algún día para explotar ellos esos recursos», recuerda Álvarez-Ossorio, que considera factible atacar estos campos si la coalición internacional realmente lo quisiera.
¿Quién compra el petróleo yihadista?
Se sabe que en el pasado incluso el régimen sirio compró petróleo a los yihadistas, pero resulta muy complicado identificar a las multinacionales y a los países que se están haciendo con este crudo, cuyo precio de venta no alcanza ni la mitad de lo que se cotiza en los mercados internacionales. Lo que sí se puede confirmar a ciencia cierta son los puntos de salida al exterior de estos recursos energéticos: el petróleo se exporta desde Turquía y desde algunos puntos de Irak. «La mejor forma de combatir las vías de financiación del Estado Islámico es instaurar controles económicos más eficaces y arrebatar los puestos fronterizos de las manos terroristas», añade Álvarez-Ossorio.
Por su parte, el informe de Gafi reclama «aumentar la cooperación público-privada en la prevención del blanqueo de capitales y la lucha contra la financiación del terrorismo» y aconseja, por encima de todo, desarrollar unidades de inteligencia financiera con este fin. La colaboración internacional de los distintos países y el hecho de que compartan información, destaca, será clave para cortar el brazo financiero del terrorismo y evitar nuevas amenazas.
Todavía más difícil se presenta cortar el grifo que supone el pago por secuestros a los yihadistas, tanto a nivel local como internacional, así como la extorsión criminal. Según datos proporcionados por EE.UU, el terrorismo islamista –Al-Qaeda y el EI principalmente– ha recaudado unos 208 millones de euros en rescates entre 2008 y 2014. «Sabemos que existe un intercambio constante de secuestrados entre las milicias locales, que venden a las personas al mejor postor, el cual normalmente es Estado Islámico. Luego ellos negocian directamente con los gobiernos el precio», precisa Álvarez-Ossorio.
Dentro de lo que puede clasificarse como ingresos por extorsión aparecen también los impuestos que determinadas ONG se ven obligadas a pagar para seguir trabajando en las zonas calientes.
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