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13 de marzo de 2016

IDEAS PARA CAMBIAR EL MUNDO (XV)





IDEAS PARA CAMBIAR EL MUNDO



Decimoquinta entrega de las Ideas, Propuestas y Reflexiones de los lectores para CAMBIAR EL MUNDO…


LOS ISMOS Y LAS TRANSMUTACIONES ALQUÍMICAS
¡Basta ya de querer cambiar el mundo! ¿No os habéis dado cuenta de que cada vez que queréis cambiar el mundo es el mundo el que os cambia a vosotros? ¡Basta ya de salir a la calle, basta ya de protestar, basta ya de activismos y de ecologismos, basta ya de comunismos y de populismos, basta ya de líderes con camisas de cuadros y con coletas. ¡Basta ya de líderes! ¡Basta ya de campañas electorales y de debates televisivos! ¡Basta ya de farsas!
¿No habéis entendido que el comunismo ha servido para destruir las culturas tradicionales? ¿Que el comunismo estaba al servicio del sistema? ¿No habéis entendido que no se puede medir a toda la sociedad por el mismo rasero? ¿No habéis entendido que el problema es precisamente la igualdad? ¿No habéis comprendido que los derechos del hombre están ahí para legitimar las guerras del sistema? ¿No habéis entendido que el humanismo está ahí para destruir al hombre? ¿Lo mismo que el Cristianismo está ahí para sacar partido del sacrificio de Cristo? El comunismo, el ecologismo, el socialismo, el activismo, el cristianismo o el olimpismo, es decir, todos los ‘ismos’, son parte de la misma historia: mecanismos de sumisión, de vuestra, de nuestra sumisión al sistema. No están ahí para que cambiéis el mundo sino para que el mundo os cambie a vosotros. También el agnosticismo y el ateismo. Son todos religiones. Y es que no se puede hacer nada en este mundo sin creer. Creer en lo que sea, pero creer. Porque de hecho vuestros ismos no son más que eso, religiones, religiones de masas, es decir, mecanismos de manipulación a través de los cuales os sometéis al sistema, sin que ni siquiera seáis conscientes de ello. Queriendo cambiar el mundo, el mundo os está cambiando a vosotros. Precisamente porque participáis, porque creéis, porque ponéis vuestra energía, vuestro deseo en ello, porque lo hacéis sin que nadie os lo mande. El comunismo y el socialismo y el ecologismo y el activismo y el feminismo y el homosexualismo y el resto de ismos son distintas formas de sumisión. Distintas maneras de robaros vuestro presente a cambio de un hipotético futuro, que sistemáticamente se os negará porque el futuro por definición no os pertenece. Porque el futuro solo puede servirle al sistema, para el que estáis trabajando voluntariamente sin saberlo, al participar en vuestros ismos, en los grandes ismos. Participando en todos esos ismos, cada vez estáis más enfangados en el sistema.
El mundo no necesita todos esos ismos. El mundo no necesita vuestro cuidado. Sois vosotros los que necesitáis “un” mundo, los que necesitáis recuperar vuestro mundo, los que necesitáis comprender que lo habéis perdido. Lo único que hacéis con vuestros grandes ismos es extender el sufrimiento, extender el sadismo sublimado que rige el sistema. No critico el sadismo, porque sería criticar a la humanidad entera. Critico su instrumentalización, su sublimación. Lo mismo podríamos decir del masoquismo. Lo único que hacéis participando en esos ismos sistémicos es enterraros hasta el cuello en su matrix. Creyendo que lucháis contra él, creyendo que hacéis algo “bueno” por el mundo, os ponéis a su servicio. ¿No habéis entendido que cada vez que hacéis algo “bueno” estáis designando algo como “malo”? ¿No habéis entendido que el “bien” solo se mide por el “mal”? ¿Que cada vez que habláis del “bien” estáis hablando implícitamente del “mal”? ¿Que la balanza del “bien” y el “mal” opera en conjunción con la espada? Vuestros ismos dicen hacer el “bien”, pero, porque son más complejos de lo que creéis, terminan trabajando al servicio del “mal”.
Vuestras ONGs humanitarias denuncian los genocidios de los “dictadores”. ¿Pero no denuncian que estos genocidios han sido orquestados por vuestras agencias de inteligencia, por insurgentes y terroristas que trabajan a su servicio, que asesinan con las armas que les entregan vuestros gobiernos y vuestras corporaciones, que se pagan con vuestros impuestos? Vuestras ONGs ecológicas denuncian el cambio climático. ¿Pero no os habéis dado cuenta que de que se trata de una gran fabricación pseudocientífica al servicio de un proyecto de dominación global? Vuestros antepasados, aquellos que vivieron el Periodo Cálido Medieval, hicieron algo más útil que vuestros movimientos danzando el Baile de San Vito. Vuestros partidos emergentes denuncian el sistema de partidos dominante. ¿Pero no os habéis dado cuenta de que los partidos emergentes están ahí para capturar vuestro deseo de cambio y transformarlo en el no cambio del sistema? Para eso están ahí las camisas de cuadros y las coletas, para capturar vuestro deseo. Vuestros “whistelblowers” de turno, vuestros Assange, vuestros Snowden, vuestros Pequeños Nicolás airean los trapos sucios del sistema. ¿Pero no os habéis dado cuenta de que son parte del sistema, parte del Estado profundo? ¿Que no son más que la manera que utiliza el sistema para publicar información sensible que no puede publicar de manera oficial, si quiere seguir sosteniendo la farsa del Estado de derecho? ¿Cortinas de humo para reforzar las grandes mentiras con verdades de cuarta categoría? Vuestros activistas denuncian la discriminación homosexual. ¿Pero no os habéis dado cuenta de que la homosexualidad es el caballo de Troya de la destrucción de la familia y la fertilidad humana? Vuestras feministas denuncian el machismo. ¿Pero no os habéis dado cuenta de que también el feminismo está ahí para destruir las relaciones entre hombres y mujeres? ¿Que el feminismo está ahí precisamente para reforzar el machismo, para separarnos, para destruir el amor? ¿No habéis entendido que lo que están haciendo todos estos ismos es dividirnos? La misma historia con la violencia de género. No hay telediario en el que no nos den la murga con la violencia de género, que está ahí precisamente para generar más violencia, para encubrir la violencia del sistema con la fabricación de la violencia de género. ¿Por qué no nos hablan de los que se suicidan porque han perdido la casa, porque han perdido el trabajo, porque han dejado de creer en el futuro, porque ni siquiera creían ya en el presente? Lo mismo podríamos decir de la violencia religiosa. Todas máscaras para ocultar la violencia sistémica y para capturar vuestro deseo, vuestra violencia. ¿No habéis comprendido que cada vez que defendéis cualquiera de estos movimientos, lo único que estáis haciendo es someteros más? ¿Que cada vez que pedís, cada vez que protestáis, cada vez que salís a la calle, cada vez que levantáis una pancarta, cada vez que publicáis un post en Facebook o en Twitter, cada vez que cliqueáis ‘me gusta’ estáis sometiéndoos más y más al sistema?
Si queréis salir a la calle, si queréis uniros, si queréis juntaros con otros que tienen las mismas inquietudes, hacedlo. Pero no os dejéis atrapar en su red. Si queréis crear “vuestras” redes, hacedlo. Pero que sean de verdad vuestras redes y no las del sistema. El sistema no va a cambiar porque salgáis a la calle, porque protestéis, porque pidáis esto o lo otro. El sistema solo va a cambiar si cambiáis vosotros. Si queréis formar parte de algún ismo, hacedlo. Pero que sea vuestro ismo. Si queréis cambiar algo, intedtadlo. Pero sed vosotros los que cambiáis. Entonces a lo mejor cambia algo en el mundo.
Toda la energía que invirtáis en pretender cambiar el mundo la estáis invirtiendo también en transformaros vosotros o en que os transformen. Si intentáis cambiar el mundo y no lo conseguís, lo que ocurrirá es que el sistema os estará cambiando a vosotros, os estará engullendo secretamente en su matrix. Sin que os déis cuenta. Porque toda acción supone una reacción, y es más fácil que el mundo os cambie a vosotros que vosotros cambiéis al mundo. Todo el deseo que invistáis en cambiar el mundo lo dejaréis de investir en “vuestro” mundo. Todo el miedo que sentís por el terrorismo que el sistema fabrica para vosotros, lo estáis dejando de sentir como “vuestro” miedo, el único verdadero. Y así perdéis la oportunidad de enfrentarlo y de superarlo. Toda la compasión que sentís por el planeta y por la naturaleza de parque temático que os venden, la estáis dejando de sentir por “vuestra” verdadera naturaleza. Toda la lástima que sentís por las víctimas del sistema la estáis dejando de sentir por “vuestras” víctimas, incluso por vosotros mismos como víctimas. Esa lástima os está impidiendo ver que las víctimas “del” sistema son también las víctimas “provocadas por” el sistema, que son parte de su maquinaria sacrificial.
Si queréis sacrificaros, hacedlo. Pero hacedlo con “vuestras” propias maquinas sacrificiales. Sed víctimas o verdugos, víctimas y verdugos al mismo tiempo, si queréis, pero de “vuestros” propios entramados sacrificiales. Investid “vuestro” deseo y “vuestra” violencia como más os plazca. Pero que sean de verdad “vuestro” deseo y “vuestra” violencia, y no los del sistema. Lo que es importante entender es que el deseo y la amenaza están más cerca de lo que parece. Que en el límite, el goce y la violencia también se funden. Y esto solo se puede entender viviéndolo. Si no lo entendéis es que estáis demasiado atrapados en el sistema. Si os creéis que los “buenos” son los buenos y los “malos” son los malos, entonces es que estáis demasiado atrapados en el sistema. Si no entendéis que en el límite, el “bien” y el “mal” son la misma cosa, es que estáis demasiado manipulados por el sistema. Esto solo lo entenderéis montando vuestras propias máquinas sacrificiales. Para ello necesitáis juntaros como mínimo tres personas, porque las máquinas sacrificiales son en realidad máquinas hierogámico-sacrificiales. No os creáis la farsa de la pareja. Solo comprenderéis la pareja si esta está inscrita en una máquina hierogámico-sacrificial. Y para eso hacen falta por lo menos tres personas y dos sexos. Entonces comprenderéis cómo el deseo y la amenaza se dan la mano, cómo el goce y la violencia se persiguen el uno a la otra, como todas ellas se transmutan en una estructura continua. Solo vais a cambiar el mundo si aprendéis a transmutar, como verdaderos alquimistas, estos cuatros elementos. El goce, el deseo, la amenaza y la violencia.
Todos estos grandes ismos en los que participáis son máquinas hierogámico-sacrificiales. Están ahí para capturar vuestro deseo, para dosificar o reprimir el goce, para escenificar la amenaza, para contener y canalizar la violencia. Todo ello al servicio del sistema, de la “vida” del sistema, que supone sistemáticamente vuestro sacrificio. Cada vez que participáis de una manera u otra en esos grandes ismos formáis parte de una inmensa máquina hierogámico-sacrificial, y vuestro deseo y vuestro goce estarán siendo transmutados en deseo y goce del sistema, en amenaza y violencia que el sistema utiliza para reproducirse. Para que la “zoé” devore a los “bíoi” y a otras “zoés”. Vuestra defensa de los derechos humanos, vuestras aportaciones a ONGs humanitarias están sirviendo para apoyar a grupos terroristas, para librar guerras. Vuestra lucha por el medioambiente contribuye a degradarlo. La lucha contra el cambio climático lo provoca. Y lo que es más importante de todo, formando parte de estas grandes máquinas hierogámico-sacrificiales no llegaréis nunca a comprender cómo se transmutan el goce, el deseo, la amenaza y la violencia. No llegaréis a comprender cómo se transmutan el bien y el mal.
Pero si vuestros ismos son de verdad “vuestros”, entonces es posible que cambiéis el mundo. No porque lo cambiéis directamente, sino porque cambiéis vosotros. Pero para esto es necesario comprender que vuestros ismos son también maquinas hierogámico-sacrificiales. Solo que trabajan en sentido contrario a como lo hacen las grandes máquinas sacrificiales. En esto consiste la verdadera oposición, la verdadera resistencia, el verdadero cambio. Montando vuestras propias máquinas hierogámico-sacrificial podéis practicar el misterio de las transmutaciones alquímicas del goce, el deseo, la violencia y la amenaza, del bien y del mal. El secreto, pues, es el de la alquimia, el de la comprensión y la práctica del misterio hierogámico-sacrificial.
No os creáis la moral de la no violencia. Todos los movimientos “pacifistas” son parte del sistema, que en última instancia es un sistema de guerra. El “pacifismo” contribuye a la guerra. El verdadero pacifismo lo están “librando” hoy mejor aquellos estadounidenses que defienden su derecho a poseer armas. La violencia, como el goce, está ahí para que la utilicéis. Pero con sabiduría, con nobleza, con justicia, si no hay más remedio, con heroísmo. El cuento de la “no violencia” es el mismo cuento que el del “no goce”, el mismo discurso represivo que el mundo padece desde hace milenios, el mismo que hace posible los imperios. La no violencia es el discurso que más le gusta pronunciar al sistema, porque así puede canalizar esa violencia reprimida y ponerla a su servicio, a menudo al servicio de un proyecto imperial. Todo ello a través de su inmensa maquinaria hierogámico-sacrificial. No olvidéis que la violencia no es más que uno de los cuatro elementos alquímicos, que puede trasmutarse en amenaza, en deseo y en goce. Eso es lo que el sistema no quiere que entendáis.
No os creáis tampoco la moral del goce. Ni la del no goce ni la del goce. Son dos caras de la misma moneda. Una por defecto y otra por exceso. Tan perversa es la moral de la represión como la de la “liberación”. Ambas son formas de sumisión. Las dos consisten en atraparnos en la misma gran maquinaria hierogámica-sacrificial. El círculo se cierra y las perversiones de la libido que hoy incentiva el sistema son las mismas que llevan practicando desde milenios las castas que controlan las instituciones religiosas y las sociedades secretas, no menos religiosas. La gran maquinaria hierogámico-sacrificial en la que pretende atraparnos el sistema confluye precisamente en estos círculos más selectos. Sus sacrificios y sus hierogamias son la cumbre de todo el dispositivo hierogámico-sacrificial. Las grandes transferencias de los cuatro elementos de la alquimia hierogámico-sacrificial terminan y empiezan en estos círculos secretos. Todo el goce reprimido se transmuta en goce y en violencia sádicos en estos círculos. Toda la no violencia que proclaman alimenta la violencia sacrificial en las cúpulas, las muertes de las estrellas de Hollywood y de la música, las decapitaciones hollywoodenses, las guerras. La gran maquinaria hierogámica-sacrificial opera a lo largo de todo el espectro del sistema mediante transferencias y transmutaciones de estos cuatros elementos alquímicos. La programación y el control mental, los MkUltra y similares, consisten precisamente en esto, en vincular los sacrificios y las hierogamias que se practican ritualmente en las cúpulas del sistema con las prácticas reales en la base. Todo vínculado en un gran nudo de Hercules, o si se prefiere, en una gran Estrella de David. No es casualidad que el sionismo tenga mucho que ver en esto. Sacrificios y hierogamias al más alto nivel, que dan forma a toda la sociedad a través de las películas, de los videoclips, de la forma de vestir y de hablar y de mirar, en definitiva, de todos los rituales sociales. Los MkUltra, los Monarch funcionan a lo largo de todo el espectro del sistema, desde la cumbre a la base, porque es la manera en que opera la alquimia hierogámico-sacrificial. Los sacrificios y las hierogamias a los que podemos reducir todo lo que sucede en las altas esferas, en las bases secretas de las agencias de inteligencia, todo lo “innombrable” si uno quiere conservar la vida, dan forma a toda la sociedad, precisamente porque la estructura del sistema es hierogámico-sacrificial, porque está hecha de transferencias y transmutaciones alquímicas de goce, deseo, amenaza y violencia.
Que el deseo y el goce se metamorfosean el uno en el otro es evidente para cualquiera. Lo mismo se puede decir de la amenaza y la violencia. Lo que también es necesario comprender es que el deseo y la amenaza son dos caras de la misma moneda. Lo mismo que el goce y la violencia. Estas son las transmutaciones que se producen en la máquina hierogámica-sacrificial. En las grandes y en las pequeñas. Todo esto lo experimentamos día a día, pero a menudo de manera inconsciente.
Si no lo supiesemos, si no lo experimentásemos, no sería tan efectivo. La cuestión es ser consciente de ello, saber en qué máquina hierogámico-sacrificial estamos enganchados. Comprender que el sistema es un inmenso captador de deseo, de “nuestro” deseo, de su canalización, de su transmutación en amenaza, en violencia. También podríamos hablar de cómo el sistema productivo, mercantil, monetario se inscribe en esta máquina hierogámico-sacrificial. Que el trabajo, las mercancías, el dinero son parte de sus mecanismos, todo ello inscrito en la alquimia hierogámico-sacrificial, la de los cuatros elementos. Cada vez que sentimos la amenaza del sistema, lo que estamos haciendo en realidad es suministrándole nuestro deseo. La misma vinculación sádica de goce y de violencia que preside los sacrificios y las hierogamias en las cumbres del sistema se refleja en la vinculación del deseo y la amenaza en su base. Goce y violencia son dos caras de la misma moneda. Deseo y amenaza son también dos caras de la misma moneda. Todo ello transmutándose permanentemente en las máquinas hierogámico-sacrificiales.
Para concluir, digamos que, si queréis partipar, hacedlo. Pero siendo conscientes de la gran maquinaria hierogámico-sacrificial a la que os conectáis. Si queréis participad en una de estos ismos, hacedlo. Pero montando vuestra propia máquina hierogámica-sacrificial. Si queréis particpar en un ismo para cambiar el mundo, hacedlo. Pero sed conscientes de que es muy posible que ese ismo sea una de estas máquinas, o que lo acabe siendo si adquiere cierta entidad. Comprended que, si participáis en las grandes máquinas hierogámico-sacrificiales, vuestro deseo y vuestro goce van a ser transmutados en deseo y goce del sistema, en amenaza y en violencia que vais a sufrir vosotros mismos, que van a sufrir otros con los que la gran máquina secretamente nos vincula. La clave para saber si vuestro ismo es de verdad “vuestro” o es uno de esos grandes ismos del sistema ya la sabéis. Es el misterio de las transmutaciones alquímicas, las del goce, el deseo, la amenaza y la violencia. Pero esto solo podréis entenderlo si lo vivís.
Pedro Bustamante
Pedro Bustamante es investigador independiente, arquitecto y artista. Su obra El imperio de la ficción: Capitalismo y sacrificios hollywoodenses ha sido publicada recientemente en Ediciones Libertarias

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