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21 de abril de 2016

Bruselas bloquea la venta de O2




Bruselas bloquea la venta de O2 y utiliza a Telefónica de escudo para frenar el Brexit
Telefónica da por perdida la venta de O2 en el Reino Unido, porque sabe que la Comisión Europea no puede ahora dar ninguna señal que favorezca a los defensores del Brexit

José Antonio Navas
El Confidencial


La Comisión Europea dará el próximo 19 de mayo su veredicto final sobre la venta de O2 por parte de Telefónica al grupo chino Hutchinson. A un mes escaso del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, que se celebrará el 23 de junio, nadie da un euro por una operación valorada en 10.300 millones de libras y que se ha convertido en la coartada perfecta de la política de apaciguamiento que las autoridades comunitarias tratan de exhibir en sus relaciones con el Gobierno británico. El objetivo prioritario de Bruselas no es otro que sofocar los ánimos inflamados a favor del Brexit, y Telefónica sabe que la suerte de la sentencia está echada en contra de su pretendida y multimillonaria desinversión.
Durante las últimas semanas, los organismos reguladores del Reino Unido han descargado una tromba de presiones contra los responsables de la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, utilizando los más peregrinos argumentos para descalificar la operación. Ninguno de los llamados ‘remedies’ o concesiones asumidas por el comprador asiático para ajustar los términos del acuerdo con Telefónica a los planteamientos exigidos por Bruselas satisface los intereses británicos, porque la venta de O2 se ha convertido en uno de los desafíos que utilizan los euroescépticos del país para demostrar la incapacidad de sus políticos a la hora de influir en todo lo que se cuece al otro lado del Canal de la Mancha.


Esta sensación de frustración que existe desde hace tiempo en Reino Unido es uno de los motivos que inspiran el Brexit, otorgando plena legitimidad a los que defienden la salida inmediata de la Unión Europea. La CE se ha propuesto desmentir, a fuerza de hechos, los efectos negativos y demostrar la querencia de la burocracia comunitaria a los deseos convertidos en órdenes que llegan del Reino Unido. La estrategia de colaboración exige renovados gestos de amistad, y si Londres ha decidido echar por tierra la venta de O2, no será Bruselas quien le lleve la contraria. Jean-Claude Juncker actúa en este sentido como hizo el condestable francés Bertrand du Guesclin en la guerra de Castilla, que ni quita ni pone rey, pero ayuda a su señor, que en este caso no es otro que David Cameron.
Telefónica sabe que en este momento no tiene nada que hacer y que la fuerza del imperio se trasladará al ámbito de decisión que encarna la comisaria danesa Margrete Vestager, última encargada de bajar el pulgar como máxima y supuesta defensora de la ‘sagrada competencia’ en Europa. Los burócratas comunitarios llevan días afilando el lápiz para reivindicar la escasa conveniencia de la operación con argumentos totalmente dispares a los que empleó en enero la Autoridad de los Mercados y la Competencia del Reino Unido (CMA por sus siglas en inglés) para dar luz verde a la compra de Everything Everywhere (EE) por British Telecom (BT).
Cameron se niega a aceptar que una empresa de Hong Kong, antigua colonia británica, pueda convertirse en el gran rival de BT dentro del Reino Unido
En materia de regulación y competencia, está visto que nada es verdad ni es mentira, sino que todo es del color del cristal con que se mira, y a Telefónica se le ha puesto muy negro su pacto con el magnate Li Ka-Shing, dueño de Hutchison Whampoa y procedente, para más inri, de la antigua colonia británica de Hong Kong. El inversor asiático opera en el mercado de telecomunicaciones del Reino Unido con la marca Three, cuarto operador de telefonía móvil que pretendía encaramarse, hasta ahí podíamos llegar, a una posición de liderazgo con la adquisición de O2. El paraíso de la economía libre de mercado ha quedado supeditado una vez más a los intereses nacionalistas, que todavía siguen imperando en gran parte de las decisiones estratégicas de la Vieja Europa, incluidas las propias Islas Británicas.
Para Telefónica, la única solución es poner en marcha el plan B, orientado al saneamiento del balance mediante una importante reducción de deuda que la agencia de 'rating' Moody's cifraba en 15.000 millones de euros durante los dos próximos años. La colocación de O2 se antojaba como el factor clave de un desapalancamiento que es fundamental para asegurar un dividendo sostenible en el tiempo. Los analistas internacionales estiman que la operadora no pondrá en riesgo la retribución a los accionistas por nada del mundo, pero temen que pueda recortar el pago en efectivo apoyando más el reparto en acciones dentro de lo que se conoce como ‘scrip dividend’ o dividendo flexible.
Telefónica pone en marcha un plan B para salvar el dividendo, aunque a lo peor necesita pagar con más acciones y reducir la parte de retribución en efectivo
En paralelo, la compañía que preside desde hace 15 días José María Álvarez-Pallete está preparando su ‘mercadillo’ particular de primavera en busca de compradores que puedan generar ingresos con la adquisición de otros activos. El primero y más importante es la flamante filial de infraestructuras Telxius, creada con vistas a su colocación en bolsa y que ahora está siendo convenientemente cebada a fin de aumentar el peso de una oferta pública prevista para el mes de junio. La valoración de la compañía podría alcanzar los 8.000 millones de euros, a tenor de la acumulación de activos puestos en almoneda, que incluyen torres de telefonía móvil, cables submarinos, centros de datos y 'call centers'. Telefónica se propone vender hasta un 40% de Telxius, lo que podría generar unos ingresos superiores incluso a los 3.000 millones de euros para las arcas de la empresa.
Otras iniciativas que están ahora en estudio incluyen también la venta de la participación del 2,5% que todavía mantiene en China Unicom o la del 0,7% que posee en BBVA, aparte de la emisión de convertibles que puedan reforzar su balance para los próximos ejercicios. Todo ello sin descartar la búsqueda de algún otro mirlo blanco para O2 que, como Sky o Liberty, disponga de un pasaporte más adecuado a los intereses del Gobierno que preside Cameron. El Brexit supone un enorme reto para el proyecto de integración europea, pero los dirigentes británicos han aprovechado la amenaza para librar una batalla psicológica con sus socios comunitarios que, al margen del resultado del referéndum, está produciendo interesantes réditos políticos en el Reino Unido.


© TITANIA COMPAÑÍA EDITORIAL, S.L

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