Transformando la Economía – Demolición Controlada del Capitalismo
Como se mencionó anteriormente, el crecimiento económico no puede continuar por siempre en un planeta finito. Es evidente que el paradigma del capitalismo/crecimiento debe llegar a su fin tarde o temprano. Con base a estos hechos, muchos analistas han estado prediciendo el colapso de la civilización. Algunos incluso ven esto como algo bueno, una oportunidad para construir una nueva sociedad desde cero.
Estos analistas o bien no entienden el grado hasta el cual el poder está centralizado en el mundo de hoy, o asumen que los que tienen poder son ciegos y estúpidos; los Dioses del Dinero no lo son. Han estado planeando al sucesor del paradigma del crecimiento desde la creación del Club de Roma en 1968, si no antes. En lugar de dejar que el capitalismo colapse por si mismo, han organizado un colapso controlado, para que puedan forjar un resultado de su propia elección.
El colapso financiero de 2008 no sucedió por accidente; fue un proyecto diseñado por los Dioses del Dinero. No habrá recuperación del colapso porque no hay intención de recuperación. En lugar de una economía basada en la actividad del mercado, tendremos una micro-economía gestionada a nivel mundial, como presagia el amplio despliegue de ‘contadores inteligentes’. Las lecciones aprendidas en el experimento soviético han de aplicarse a nivel mundial.
El fundamento para el proyecto colapso de 2008 fue el establecimiento de la regla ‘precios-de-mercado’, también conocido como Basilea II. Este fue un edicto del Banco de Pagos Internacionales (BPI), el banco central de los bancos centrales, con sede en Basilea, Suiza. Esta norma requiere que los bancos valoren sus activos de acuerdo a lo que podría venderse inmediatamente en los mercados.
Lo que significa que una caída temporal en algún valor de los activos desinfla el valor de todos los activos relacionados. Esto preocupa poco en los mercados en alza, pero en cualquier tipo de crisis grave puede hacer que un banco se haga insolvente innecesariamente. Los mercados fluctúan y los bancos rutinariamente sobrellevan los golpes en valores. La regla de ‘precios-de-mercado’ significa que un golpe de mercado de supervivencia se puede convertir en un descarrilamiento: una bomba de tiempo fue colocada en el sistema financiero mundial.
Con esta bomba en su lugar, el escenario estaba listo para el proyecto de demolición. El primer paso, organizado por agentes de Wall Street de los Dioses del Dinero, fue la derogación de la Ley Glass-Steagall en los EE.UU.. Esto dio a Wall Street la libertad que necesita para continuar con el resto del proyecto. Después, las líneas de crédito a nivel mundial se abrieron, creando todo tipo de préstamos que nunca podrían ser reembolsados, especialmente en el mercado inmobiliario de Estados Unidos. Esas malas hipotecas fueron agrupadas en derivados, y un seguro ficticio era anexado para que a los derivados se le puediera dar una calificación triple-A. Estos derivados tóxicos fueron comercializados agresivamente en los mercados globales.
Una burbuja de la vivienda se había creado; los derivados tóxicos diversificaron el riesgo en todo el sistema bancario, y la bomba de tiempo aseguraba que cuando la burbuja estallase el sistema bancario quedaría insolvente. En 2008, la burbuja se reventó y las insolvencias previstas siguieron inmediatamente. Pero eso no fue lo peor de todo.
Si un banco, o cualquier negocio, se declara insolvente, lo más sensato es poner el negocio en suspensión de pagos y hacer los arreglos para una disposición ordenada de sus activos y pasivos. Lo que esto significa en el caso de un banco insolvente, es que el banco puede ser cerrado un viernes y volverse a re-abrir el lunes bajo propiedad estatal. Los malos préstamos pueden ser entregados a los acreedores no garantizados y las operaciones bancarias normales se pueden reanudar. El banco puede ser operado por el estado, o se puede vender de nuevo en el sector privado.
Como si este bien conocido ordenado procedimiento no existiera, los Dioses del Dinero fueron capaces de promulgar una disparatada doctrina llamada “demasiado grandes para quebrar”. Con el fin de ayudar a facilitar esta estafa, los funcionarios obedientes y los medios de comunicación afirmaron que los bancos no estaban sufriendo de insolvencia, sino que sólo era una crisis de liquidez temporal. En base a esta mentira, se puso en marcha un programa demencial de rescates bancarios. Debido a que los bancos eran insolventes, los gobiernos no podrían cumplir con sus obligaciones de rescate asumidos de manera fraudulenta. Dado que los pagos de rescate fueron exigidos, los gobiernos se vieron obligados a pedir prestado para cumplir con ellos. Los Dioses del Dinero ahora tenían a los gobiernos exactamente donde ellos querían.
El resultado, como estaba previsto, fue la transformación de la insolvencia bancaria en la insolvencia del gobierno. Los gobiernos tienen sus préstamos necesarios, pero con condiciones onerosas – el mismo tipo de condiciones que el FMI había fijado a los préstamos de los países del ‘tercer mundo’ durante décadas. En lugar de bancos en suspensión de pagos, los gobiernos se vieron obligados a la suspensión de pagos, comenzando con los que tienen mayor exposición de rescate – Portugal, Irlanda, Grecia y España.
Los Dioses del Dinero enviaron a sus agentes (troikas) a estos países, tomando el control de los presupuestos nacionales. Se decretó un régimen de austeridad, garantizando que no pueda haber recuperación económica, y comenzó una venta masiva de activos nacionales – a precios de ganga. Países como Francia y Alemania han sido económicamente lo suficientemente fuertes para sobrevivir al asalto inicial, pero a medida que la economía global siga deteriorándose ellos también serán arrastrados finalmente hacia la trampa de la insolvencia. Cuanto más traten de salvar la Eurozona, más sumidos en la deuda estarán. Los EE.UU. está ya endeudado por encima de su cabeza, en parte por los rescates financieros, y en parte por motivos propios, como la sobre-expansión militar.
En todo Occidente está siendo creado el siguiente escenario: en lugar de naciones soberanas que operan según las fuerzas del mercado, tendremos naciones que serán propiedad de los Dioses del Dinero, que operan en base a los presupuestos asignados por los bancos centrales. La meta del gobierno central ha sido en la práctica alcanzada por medio de la deuda, y un régimen de micro-gestión económica también se logrará, como ya ha ocurrido en las economías más débiles.
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