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13 de julio de 2016

La clase obrera paga con su salud y con su vida la crisis capitalista (I)

El GASTO PÚBLICO en OCCIDENTE creció desde 1970 en BENEFICIO de las CORPORACIONES y en DETRIMENTO de los CIUDADANOS



La clase obrera paga con su salud y con su vida la crisis capitalista (I)
Ángeles Maestro
Introducción
Una de las expresiones más concluyentes de la validez del concepto de división de la sociedad en clases y de lucha de clases para explicar la esencia del funcionamiento social es su reflejo en la mortalidad de las poblaciones.
Una vez más la ideología judeocristiana yerra: ni a la hora de morir no somos todos iguales. Si la desigualdad social es el rasgo definitorio de la vida en el capitalismo, lo es mucho más de la muerte prematura en la clase obrera.
Si bien es coherente con los intereses de las clases dominantes intentar ocultar, minimizar o tergiversar los estudios que revelan estos datos, es necesario que las organizaciones de clase los utilicen como armas conceptuales para documentar el crimen que se perpetra a diario en el cuerpo de la clase obrera.
Nadie puede creerse que a Zapatero le quiten el sueño las cifras de desempleo mientras su partido, el único del arco parlamentario, aprobaba una reforma laboral que aumenta aún más la discrecionalidad de las empresas para despedir trabajadores.
La primera prueba ha sido UPS, una multinacional que exhibe ganancias millonarias.
La nueva legislación le permite hacer lo que intentó con tres ERE,s y no consiguió: poner en la calle a trabajadores mayores de 40 años, con 20 de antigüedad, sin justificación, ni económica, ni organizativa. como en los recursos de alzada se demostró.
El único motivo es que, mientras el 84,5% de los EREs son pactados, la plantilla de UPS/Vallecas ha tenido el atrevimiento de defender sus derechos.
La nueva contrarreforma laboral, como todas las anteriores es un negocio redondo para la patronal: porque elimina empleo estable y con derechos, y porque, si la lucha no lo remedia, fabrica trabajadores y trabajadoras absolutamente sometidos.
En este artículo pretendo mostrar que hay pruebas irrefutables de que políticos, banqueros y empresarios, son responsables directos del dolor, la enfermedad y la muerte causados por las medidas que engordan sus cuentas de beneficios.
Si les quedara un mínimo de conciencia, cosa imposible porque dejarían de ser lo que son, no podrían volver a pegar ojo en su vida.
La evidencia histórica
Hay tres datos que permiten explicar como la división en clases y los cambios sociales y económicos, que se manifiestan en la realidad concreta mediante una enorme diversidad de formas (pérdida del empleo y del salario, de la autoestima laboral y familiar, de la vivienda, el fracaso escolar, etc), determinan cuántos y quiénes mueren antes de tiempo.
Es decir, exactamente, cuántos y quiénes no hubieran muerto si esos hechos no se hubieran producido o bien, en qué medida la acción consciente de la lucha obrera, aumenta la cantidad de vida.
1º. Las crisis del capitalismo y el incremento de las tasas de desempleo se corresponden con aumentos de la mortalidad por determinadas causas. Un ejemplo histórico es el estudio secular (1870 – 1975) que compara la evolución del nivel de paro y la tasa de mortalidad por úlcera digestiva en varones; en todos los grupos de edad se refleja la elevación del paro en el aumento de la mortalidad
Otro caso ejemplificador es lo ocurrido en la Gran Depresión de principios de los años 30; la disminución del Producto Nacional Bruto per cápita del 40% y la caída del consumo del 30%, se asoció con un incremento del 40% en la Tasa de Mortalidad por Suicidio en EE.UU.
2º. La Tasa de Mortalidad por Tuberculosis en Inglaterra empieza a descender bruscamente coincidiendo con las luchas obreras por mayores salarios, reducción de jornada, mayor control del trabajo femenino e infantil, etc, significativamente antes de que se dispusiera de antibióticos o sulfamidas.
Las privatizaciones masivas en la ex URSS,
un laboratorio criminal
Sin entrar en otro tipo de consideraciones, es un hecho que con la desaparición de la URSS se produjeron privatizaciones masivas de todo tipo de empresas y servicios públicos entre 1991 y 1994.
Se produjeron de forma abrupta, sin precedentes entonces, pero muy semejante a lo sucedido en Iraq tras la invasión de EE.UU.:
la desaparición de millones de puestos de trabajo, de las redes de protección social y el colapso de los servicios públicos.
Un técnico estadounidense destinado a Rusia en la época se expresaba así:
“Me di cuenta rápidamente de que el plan de privatizaciones de la industria rusa se iba a llevar a cabo de la noche a la mañana, con costes muy altos para centenares de miles de personas (…) Se iban a fulminar decenas de miles de empleos.
Pero además las fábricas que iban a cerrar proveían de escuelas, hospitales, atención sanitaria y pensiones de la cuna a la tumba. Informé de todo esto en Washington y les dije que allí no iba a quedar red alguna de seguridad social.
Comprendí claramente que se trataba precisamente de eso; querían eliminar todos los restos posibles del estado para que no volviera el Partido Comunista”.
Los datos referidos en el citado estudio, realizado sobre 25 países de la ex URSS, son los siguientes:
Caída del 30% en el PIB per cápita. Incremento del 20% en la Tasa de Mortalidad por Todas las Causas y aumento de la Tasa de Mortalidad por Suicidio del 40%. Los mayores aumentos de la mortalidad se produjeron en los grupos de población de edad laboral (15 – 60años) y el más elevado, en el grupo de 25 a 39 años.
El análisis comparativo de la mortalidad de adultos en edad laboral, entre Rusia – con privatizaciones masivas y rápidas – y Bielorrusia con bajo % de privatizaciones y renacionalizaciones posteriores, arroja resultados espectaculares.
En países como Finlandia y Cuba, que han sufrido graves crisis con caídas del PIB semejantes, en los que no se han disminuido los gastos generales de protección social, los datos de mortalidad y los niveles de salud han permanecido estables. El consumo de vodka per cápita en Rusia y Bielorrusia era el mismo 3,6.
En 2003, en Bielorrusia era de 3,2 y en Rusia de 6,2. En función de los datos observados, las privatizaciones masivas en estos países ocasionaron directamente 3 millones de muertos.
El mayor % de población afiliado a organizaciones sociales (sindicales, políticas, asociaciones de todo tipo), en definitiva el grado de cohesión social es un importante factor de protección que se refleja en una menor tasa de mortalidad de adultos en edad laboral.
El aumento de la mortalidad por tuberculosis relacionado directamente con las políticas impuestas por el FMI.
La Tuberculosis ha sido considerada el ejemplo más claro de enfermedad social en el capitalismo, como puede observarse en el cuadro citado anteriormente, y se consideraba en vías de erradicación hasta hace dos décadas.


El rápido deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera en los países de la Europa del Este y de forma acelerada en el resto del mundo, han cambiado sustancialmente el panorama.
Es especialmente significativo este estudio4 en el que se demuestra el aumento de la incidencia (nº de casos nuevos), de la prevalencia (nº de casos totales) y de la mortalidad por Tuberculosis en 21 países de la Europa del Este y de la antigua URSS vinculados al seguimiento de programas impuestos por el FMI.
En él se han controlado otras variables que pudieran ser factores de confusión, para aislar aquellas medias constitutivas de los planes de ajuste (reducción del gasto social público, contrarreformas laborales, privatizaciones), destinados a garantizar la devolución de sus préstamos y a asegurar – por encima de cualquier otra consideración – la estabilidad macroeconómica y el crecimiento.
Los programas del FMI impusieron una reducción del gasto social público del 8% del PIB y una disminución importante en infraestructuras sanitarias, entre otras.
Los resultados, a partir de datos de la OMS y del Banco Mundial, son los siguientes:
Incremento de la Tasa de Incidencia del 13,9%, de la de Prevalencia del 13,2% y de la de Mortalidad del 16,6%. En la exURSS las Tasas de Mortalidad se doblaron entre 1991 y 2002 (pasaron de 6,2 a 13,3 muertos por 100.000 habitantes). Aún ahora sus tasas están entre las peores del mundo.
Cada año adicional de permanencia en los países de los programas del FMI se asocia con incrementos de la Tasa de Mortalidad por Tuberculosis del 4,1%. Cada 1% de incremento en los préstamos del FMI se asocia con incrementos del 0,9% de la misma tasa.
Por el contrario, el abandono de los programas del FMI se asocia con un decrecimiento de la Tasa de Mortalidad por Tuberculosis del 30,7%.
Estas medidas impuestas por el FMI en América Latina, Sudeste Asiático, África y Europa del Este, y que han llevado a la quiebra a numerosos países, y en todos los casos a enormes desastres sociales a sus pueblos, son los que este buque insignia del capitalismo, junto a la UE, se imponen a países como Grecia, Portugal y el Estado español.
Aunque la rapidez y la extensión con que se produjo la liquidación de todo lo público y la imposición de los programas de juste del FMI en la Europa del Este constituyen un laboratorio privilegiado para identificar sus efectos, como señalan los autores de este estudio, no cabe duda de que los mismos son extrapolables a otros países.
Los tiempos y las cuantías pueden variar, pero la evidencia muestra como la salud y la enfermedad dibujan fielmente la estructura de clase y el impacto sobre la clase obrera de objetivos macroeconómicos aparentemente indiscutibles como “estabilidad” y “crecimiento”

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