El presidente electo de EEUU, Donald Trump. EFE |
El enfrentamiento de Trump con China
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- diciembre 20º, 2016
Sin darse cuenta, el electorado estadounidense parece haber abierto las puertas a una nueva guerra fría en la que el poder de Estados Unidos será mucho menor que la primera vez.
La mayor sorpresa desde la victoria electoral de Donald Trump ha sido su decisión de iniciar una pelea con China.
En su campaña no mencionó ni una sola vez a Taiwán, pero de repente ahora Trump ha amenazado con acabar con la política estadounidense de "una sola China", que constituye una base del orden global inestable actual.
Hasta ahora Pekín ha optado por echar la culpa al astuto Taiwán de la conversación entre Trump y su homólogo taiwanés; según la prensa estatal china, el presidente electo de Estados Unidos es "tan ignorante como un niño".
El domingo China se comprometió a devolver un dron submarino de la marina estadounidense que había capturado. Trump afirmó que China lo había robado. China le acusó de "dar una excesiva importancia" al incidente. La próxima vez es improbable que Pekín deje que se salga con la suya tan fácilmente.
Sin darse cuenta, el electorado estadounidense parece haber abierto las puertas a una nueva guerra fría en la que el poder de Estados Unidos será mucho menor que la primera vez.
Una de las razones por las que Estados Unidos ganó la primera guerra fría fue su capacidad para desvincular a China del bloque soviético.
La distensión entre los Estados Unidos de Richard Nixon y la China de Mao Tse Tung en 1972 cimentó la ruptura chino-soviética y debilitó el atractivo global de Moscú. Trump planea hacer lo contrario. Su retórica contra China es tan fuerte como su acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin.
Queda por ver qué ventajas estratégicas conseguirá Trump de hacer tratos con Rusia, un país que está fomentando la oposición contra la democracia liberal en Europa y que ayudó a Trump a derrotar a Hillary Clinton. Pero el antagonismo de Trump hacia China es un juego que no le va a reportar ningún beneficio.
Para evitar un conflicto entre Estados Unidos y China sería necesario tener la destreza de Nixon. Pero Trump no es Nixon.
Pese a abusar considerablemente de la legislación nacional, Nixon fue un estudiante devoto de los asuntos mundiales que comprendió cómo funcionaba el tablero de ajedrez geopolítico.
Trump es un neófito de 70 años de edad que no tiene interés en cubrir las lagunas de sus conocimientos.
Rechaza los informes de inteligencia presidenciales diarios porque dice que son demasiado aburridos.
Tampoco ninguno de sus asesores se asemeja a Henry Kissinger, el principal arquitecto de la política de una sola China que Trump está amenazando con destrozar.
Los altos cargos nominados de su gobierno también comparten su opinión contraria a China y favorable a Rusia.
Michael Flynn, el teniente general retirado que desempeñará un papel crucial como asesor de seguridad nacional de Trump, cree que China está en la misma liga que el Estado Islámico y otros grupos terroristas islamistas para derrotar a Estados Unidos.
Es una idea ficticia impresionante.
Antes de unirse a la campaña de Trump, Flynn creía que Rusia formaba parte del eje anti-estadounidense. Desde entonces ha abandonado su línea dura contra Rusia y admira a Trump.
Por el contrario, Rex Tillerson, el hombre designado por Trump para el cargo de secretario de estado, es un viejo amigo de Rusia: Putin le concedió la Orden Rusa de la Amistad en 2013.
En su comparecencia ante las cámaras para la confirmación de su cargo en enero, el mundo sabrá la amistad que Tillerson siente hacia Moscú.
Varios senadores republicanos, entre ellos John McCain, el principal oponente de Rusia, quieren imponer como condición previa a la investidura de Tillerson que éste reconozca que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses, un hallazgo de los servicios de inteligencia que Trump rechaza airadamente.
Esto podría ser un gran obstáculo para la elección de Tillerson, pero lo más probable es que encuentre una manera de calmar a los halcones contrarios a Rusia sin contradecir a Trump.
Entonces, ¿cuál será el resultado del juego de Trump con China?
El efecto inicial será un estado de confusión.
La amenaza de Trump acerca de Taiwán cogió por sorpresa a China tanto como al resto del mundo. En su respuesta cautelosa, China dio a Trump margen para corregir lo que prefirió interpretar como un error ingenuo. Pero la siguiente medida que tome Trump contra China incrementará las tensiones.
Trump quiere ser conocido como el presidente que devuelva los puestos de trabajo en la industria manufacturera a Estados Unidos e impida que los ya existentes se trasladen al extranjero.
Arrebatar concesiones hechas a China, como la restricción voluntaria de las exportaciones que Japón adoptó a finales de la década de 1980, es una parte clave de la historia que quiere decir al pueblo estadounidense. Trump está usando la amenaza a la política de una sola China para cumplir este objetivo.
Si persiste en su intento, y creo que lo hará, será contraproducente para él. China responderá ejerciendo una mayor presión sobre los inversores estadounidenses descontentos, cuyas quejas por los diminutos beneficios y por el robo de propiedad intelectual de China son cada vez más fuertes.
En lugar de comprobar los motivos del ataque de Washington contra China, como han hecho las empresas de Estados Unidos en el pasado, muchas apoyarán a Trump.
Una vez que se establezca la disputa, el riesgo de conflicto aumentará. China encontrará una manera de poner a prueba la determinación de Trump al principio de su presidencia en un asunto algo más importante que la captura de un dron submarino.
Eso es lo que ocurrió con George W. Bush en 2001, cuando China obligó a un avión espía estadounidense a aterrizar en territorio chino. La tensión resultante y la liberación final de la tripulación estadounidense fueron rápidamente olvidadas después de los ataques terroristas del 11 de septiembre unos meses más tarde.
Al contrario de lo que opina Flynn, China es un aliado natural de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo islamista.
Las posibilidades de que tenga lugar un incidente con la China mucho más resoluta y firme actual, ya sea sobre Taiwán, el Mar del Sur de China o el Mar del Este de China, son considerablemente mayores ahora que en 2001; además, el poder militar de China es mucho mayor que el de entonces: la semana pasada se detectaron nuevos misiles chinos en territorios recuperados del Mar del Sur de China.
¿Podemos confiar en los instintos de Trump en una crisis?
¿Putin actuará como un freno, o incluso como un mediador, entre unos Estados Unidos a la defensiva y una China en ascenso?
Todavía no podemos saber la respuesta.
Lo que sí sabemos es que el asesor más cercano de Trump es un hombre que considera a China un enemigo mortal.
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China pone en jaque a EEUU y retomará Taiwán de un golpe antes de 2020
Antes de 2020, China recuperará Taiwán en un enfrentamiento bélico que no duraría mucho tiempo, asegura un excomandante militar chino.
Es muy posible que el gigante tome la isla de un solo golpe”, opina Wang Gowang, excomandante de la base militar de la ciudad de Nankín (este), informaron el lunes medios locales.
Las tensiones entre Pekín-Taipéi han entrado en una fase crítica debido a la reciente postura de EE.UU. hacia la isla.
Todo empezó después de que el presidente electo del país norteamericano, Donald Trump, mantuviera una conversación telefónica con la mandataria taiwanesa, Tsai Ing-wen.
Es muy posible que el gigante tome la isla de un solo golpe”, opina Wang Gowang, excomandante de la base militar de la ciudad de Nankín (este).
“El gobierno regional de Taiwán ha perdido su independencia y se ha convertido en un agente de las fuerzas antichinas, es decir, Estados Unidos y Japón”, denuncia ese excomandante en declaraciones publicadas por el rotativo estatal The Global Times.
Desde 1949 Taiwán se declara un Estado independiente de China mientras que Pekín rechaza esta postura, al tiempo que exige a países como EE.UU. que no le vendan armas para evitar dañar las relaciones tanto con la isla como con Washington.
El detonante de este conflicto corrió por los medios de comunicación el pasado 11 de diciembre cuando Trump amenazó con restaurar las relaciones con Taiwán, dejando de lado el compromiso de casi 40 años de la Casa Blanca con el gigante asiático.
Conforme a lo indicado por la fuente, en la actualidad fuerzas prochinas en Taiwán se encuentran en un estado de alarma ante la posibilidad de que el presidente electo de EE.UU. y Tsai cooperen para liberar, de una vez por todas, la isla de China.
No pasaron desapercibidos los ejercicios del pasado jueves que fueron llevados a cabo por primera vez con munición real con el portaviones Liaoning.
A esto se suman los ya frecuentes movimientos del bombardero nuclear chino H-6 sobre el mar de la China Meridional.
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