Un emisario del Consejo de Andrómeda anuncia que el plan de los extraterrestres grises y reptileanos de tomar control de nuestro planeta ha sido repelido, liberando a la humanidad del yugo interdimensional de estos controladores espaciales; esta fantástica historia nos motiva a reflexionar sobre la mitología moderna y el simbolismo de los extraterrestres dentro de nuestra narrativa colectiva.
Buenas noticias para los habitantes del planeta Tierra: hemos sido liberados del yugo interdimensional telepático de la alianza entre los extraterrestres reptilianos de Draco y los extraterrestres grises de Zeta Reticulis. ¿Puede sentir el alivio energético? ¿No? ¿Sientes la expansión de tu ser hacia la cuarta dimensión? ¿Tampoco? Tal vez eres uno de los que recibieron implantes de tecnología extraterrestre gris (generalmente en probetas anales durante alguna abducción) y quizás te cueste un poco de trabajo recobrar tu conciencia como miembro de la Federación Galáctica de la Luz, eclosionar tu divinidad inherente, ya que has sido vampíricamente drenado por una serie de entidades transdimensionales de la cuales has sido un esclavo toda tu vida (o vidas) sin saberlo.
El diario The Examiner, asiduo desinformador de la Red, reporta que el famoso ufólogo Alfed Lambremont Webre, líder del movimiento de exopolítica, entrevistó a un emisario humano del Consejo de Andrómeda, quien le informó que la guerra de liberación contra los grises de Orión y los reptilianos de Draco ha concluido con éxito en la cuarta dimensión desde el tercer cuarto del 2011. ¡Hurra! Aparentemente, según este emisario, los extraterrestres planeaban una ocupación frontal de la Tierra, la Luna y Marte. Los grises y los reptilianos han sido exiliados a las regiones marginales del universo, por medio, obviamente, de un portal dimensional.
Sin embargo, el emisario aclaró que restan pequeñas facciones de fuerzas extraterrestres hostiles en Washington y en algunos otro sitios (¿el reptil Obama, la reptil Hillary, el reptil Justin Bieber, el gris Felipe Calderón?). No obstante esto, el triunfo de los extraterrestres luminosos habría dejado a las estructuras Iluminati-Annunaki sin un respaldo en la 4ª dimensión, zanjando el camino para la ascensión planetaria y la expansión de la conciencia cósmica humana.
El contacto, que se hace llamar Toloc, dice haber recibido esta información por vía telepática y comunicación transonírica, así como viajes astrales a las biósferas de Andrómeda: planetoides artificiales estacionados cerca de la Tierra (pero no aclara si en esta dimensión o en otra).
La intervención de los andromedanos fue crucial, ya que en viajes en el tiempo habían detectado que los grises-reptileanos habrían establecido una tiranía en este sector del universo si se les permitía tomar control total de nuestro sistema solar. Por esta razón decidieron ignorar la ley galáctica de la no-intervención.
Más allá de lo desaforado que este relato podría sonar, este, sorprendentemente, se ajusta a la mitología moderna que millones de personas hoy en día llegan a creer. Esta es la más grande historia de ciencia (meta)ficción de nuestros días. Una poderosa historia que toma elementos de distintos ámbitos en una licuadora espiritual y los dosifica a un público hambriento de creer en algo que lo libere o que le de sentido a su existencia dentro de esta matriz de realidades construidas consensualmente. Es sobre todo, recalcamos, una narrativa; aunque quizás pueda ser tan verdadera como la otra narrativa de que vivimos en un mundo democrático, sólido y objetivo y que se ajusta a las predicciones de científicos en laboratorios y analistas en programas de televisión. Como sucede en el caso del lenguaje y la programación, entre más se repite una narrativa, más cohesión, más realismo obtiene, y así las personas que se narran un mundo lleno de extraterrestres, naves espaciales y comunicaciones intergalácticas viven, con mayor coherencia, en un mundo en el que existen estas cosas, de igual forma que sucede con las personas que se narran un mundo en el que lo que impera es comprar muchas cosas, ver TV, ganar mucho dinero y ser feliz, etc. (Y tal vez aquellos que creen en los mensajes canalizados por seres extraterrestres, como el expuesto aquí, están de manera inconsciente construyendo una narrativa en la cual, en un acto de psicomagia, se podrán liberar de los reptiles y demonios de su propio inconsciente, exteriorizándolos como entes independientes).
Pero todo esto también nos lleva a preguntarnos, divididos por visiones opuestas, ¿cuál es la verdad, quién se equivoca? ¿Existe una verdad para todos? ¿O cada quien construye el arco dramático, con una serie de antagonistas, héroes y arquetipos de su propia Matrix, en su proceso de liberarse y despertar del sueño? Este es ciertamente un tema muy complejo y seguramente mejor abordado en otro artículo.
Solo diremos que esta es, aunque increíble, una historia fascinante, la de cada quien, y la que compartimos por momentos, entrelazados por una conciencia global, y que más allá de la ironía y de divertirse un poco con las estrambóticas creencias de algunas personas, oculta un profundo misterio sobre la naturaleza de la realidad y de nuestra existencia en el planeta Tierra. Y en tanto, quizás todas estas creencias en extraterrestres (o en dioses y mesías) no deban de ser desdeñadas del todo; merecen la seriedad del agnóstico que no se ve sesgado por sus propias creencias —que generalmente buscan afirmarse en el mundo como realidades absolutas para obtener seguridad— y la ligereza de quien se atreve a navegar en el caos, en la entropía, en la materia oscura de las fluctuaciones cuánticas de un mundo que podría no tener sentido, que podría estar siendo creado cada instante en nuestra mente, en un vértigo que quizás como enseñanza deje el apremio de simplemente soltarse al vacío y abandonar la construcción de su personalidad.
En el caso de los reptileanos existe un tema subyacente, a mi juicio intrigante, el del arquetipo de la serpiente y el ADN. Aunque muchas personas creen, quizás con cierta perspicacia, que todo el tinglado de los extraterrestres que controla a la humanidad se ha armado como una cortina de humo, un poco de útil desinformación, por parte de los verdaderos controladores del orbe, los banqueros y políticos que se agrupan en ciertas sociedades secretas y simplemente buscan hacerse de los recursos naturales y explotar al grueso de la población, ya sea para mantener su estilo de vida desproporcionado o por una manda religiosa (satanismo, judaísmo, cristianismo fundamentalista, etc.), también es cierto que el tema de los reptileanos se apoya en un estrato arquetípico que resuena en la profundidad de la historia psicológica del ser humano y quizás por eso muchas personas llegan a creer en esta historia que de otra forma es hasta ridícula.
Uno de los expertos más reconocidos en el mundo en el estudio de las culturas chamánicas, Michael Harner, escribe en su libro The Way of the Shaman:
“Aprendí que las criaturas de forma de dragón estaban estaban dentro de todos los seres vivos, incluyendo el hombre. Eran los verdaderos maestros de la humanidad y de todo el planeta, me dijeron. Nosotros humanos eramos los meros receptáculos y sirvientes de estas criaturas. Por esta razón me podían hablar, porque estaban dentro de mí. En retrospectiva uno diría que son casi como el ADN”.
En su libro The Cosmic Serpent, el Dr. Jeremy Narby formula la hipótesis de que las serpientes y dragones que se repiten en tantos mitos de creación son representaciones del ADN, con el cual algunas personas, como los chamanes del Amazonas cuando toman ayahuasca, llegan a entrar en contacto directo, molecular, y obtener información.
Carl Jung entendió el fenómeno OVNI como: “cambios en la constelación de los dominios psíquicos, de los arquetipos o ‘dioses’, como se les solía llamar, que traen o acompañan una larga transformación en la psique colectiva”.
A lo que voy con estos es a la hipótesis de que la manifestación reptileana en la psique colectiva de la humanidad podría ser una representación hasta cierto punto natural de nuestra interacción con el texto de nuestra narrativa —un Logos con forma serpentina—, con el código que programa nuestra existencia y el cual quizás podemos aprender a reescribir, para liberarnos del hechizo psicolingüístico de la Serpiente —que es también la sabiduría y la energía sexual: la creación. Una libertad que quizás esté dada en la capacidad de lectura (de autoconocimiento) de ese código, en la conciencia de que habitamos en una narrativa, de que estamos hechos de texto. La Serpiente nos pone a prueba —esa es una metáfora metahistórica que podríamos llamar del Edén en el gen— y todos tenemos que matar al dragón para obtener el Reino. Pero ese acto de matar al dragón quizás sea fundamentalmente hacer consciente lo inconsciente, nosotros somos la serpiente (Deus est demon inversus) y, en el caso del código, nosotros somos los escritores. La libertad de ese constructo que ha sido llamado Maia o Matrix quizás sea descubrir que el mundo es una narrativa que nos contamos y así se vuelve real, pero que que si dejamos de contárnosla, de repetirla, desparece, de la misma forma que durante un sueño lúcido descubrimos que lo que estamos viviendo —los escenarios que recorremos, las personas que encontramos— son nuestras propias creaciones mentales y por lo tanto podemos crear otras, las que sean. Así, cuando estamos por morir en el sueño, podemos renacer —como la serpiente— o podemos aniquilar el miedo —ese miedo primigenio que provocan los reptiles— (la pesadilla de la historia) para afirmar la libertad, cuando hacemos lúcida la narrativa
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