No ha habido, como sí hubo por el pico de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, manifestaciones feministas, ni palabras de solidaridad de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, que sí las ha tenido para la colaboradora de RTVE Sarah Santaolalla por los ataques que habría recibido en redes sociales. Es decir, silencio ante la violación a una niña de 14 años, encontrada por la Policía con los pantalones bajados y ensangrentados, y ruido histriónico por cuatro tuits contra una tertuliana que llamó «idiotas» a los votantes de PP y Vox.
Y es que al Gobierno solo le interesan aquellas víctimas (falsas o reales) que le sirvan como abono para su relato o como arma arrojadiza contra la oposición. Y entre ellas no figuran las víctimas de su política de fronteras abiertas y de su sumisión a Marruecos, de donde proceden dos de cada tres menas.
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