Kissinger y sus continuadores
Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, en declaraciones emitidas el jueves 9 de septiembre, demandó la pronta realización del referéndum revocatorio que ha propuesto la oposición golpista en Venezuela, y definió el gobierno encabezado por Michel Temer en Brasil como la culminación de un proceso constitucional… Hay que referirse a Biden como vicepresidente, halcón, y otros calificativos, algunos impronunciables.Abundantes citas hay sobre los elogios dirigidos por el propio Barack Obama a los mal llamados disidentes cubanos y a la misma oposición de Venezuela, aunque no hay muestra más elocuente de su compromiso con la ultraderecha que la identificación con los golpes “suaves” y la contribución a imprimir apariencia de legitimidad al golpe “no tan suave” en Honduras en el año 2009 y al adefesio institucional que fue el derrocamiento en Paraguay del presidente Fernando Lugo en el año 2012.
Estos hechos prueban que para buscar los nombres de los continuadores de Henry Kissinger, no hay que hurgar en archivos secretos.
El cargo de secretario de Estado que en 1973 ocupaba Henry Kissinger, ha sido desempeñado por halcones sin medias tintas como Condoleezza Rice (entre 2005 y 2009) y George Shultz (1982-1989), y por figuras cuyo accionar las agencias de prensa dicen que es moderado, como Madeleine Albright (1997-2001) y el propio James Baker (1989-1992).
La diferencia, sin embargo, entre moderados y no moderados, es marcada por el vocabulario y las tácticas, pues el objetivo general es común.
Condoleezza Rice, por ejemplo, se refirió a Hugo Chávez en términos insultantes, provocando que el líder, en su proverbial estilo, llegara a decir: “Parece que ella sueña conmigo” (abril 2005). Meses después, Rice generó otro pronunciamiento de Chávez cuando exhortó a desmontar el gobierno de Venezuela con movimientos de protesta similares a los que llevaron al poder al sindicalista neoliberal Lech Walessa en Polonia en 1990.
Madeleine Albright, en cambio, fue siempre partidaria del golpe suave y de los proyectos de injerencia al estilo del Plan Colombia. Baker, partícipe en muchos procesos de negociaciones, trató siempre de presentar como legítimo el protagonismo político del poder estadounidense.
De colonialismo hablamos, y de halcones, aunque algunos intentan ocultar pico y garras.
¿Hace falta caracterizar a John Kerry? Su actuación como secretario de Estado, que aún no ha concluido, ha dejado ver cuán cercanas están en esta coyuntura política la derecha y la ultraderecha, aliadas en la tarea de sojuzgar a los pueblos y de salvar los privilegios de los dueños del capital.
El original y las réplicas
En 1970, siendo asesor de Seguridad, Kissinger propuso realizar acciones dirigidas a evitar que Salvador Allende ganara las elecciones en Chile. Hoy, Obama y sus asesores hablan de elecciones y al mismo tiempo validan los procesos dirigidos a desconocer la validez de toda elección que no favorezca a sus allegados. Lo ocurrido recientemente en Brasil tiene como antecedente inmediato el asedio a Hugo Chávez a pesar de sus triunfos en las urnas.
Si de consejeros de seguridad hablamos, el ya retirado Bren Scowcroft (hoy apoya la candidatura de Hillary Clinton) ocupó dos veces ese cargo, primero durante la administración de Gerard Ford y luego durante el gobierno de Bush, padre, (1989-93). Ciertos analistas lo califican como moderado, porque recomendó a Bush no invadir Irak. Claro, esos analistas no tienen reparo en calificar como moderada la propuesta de ejercer la manipulación política para enfrentar a Saddam Hussein con su propio pueblo.
Esto es prueba de que la guerra no convencional desatada en Venezuela y en alguna medida en Ecuador y en Bolivia, tiene un origen no tan reciente y ha sido ensayada en varios escenarios.
Ese “moderado”, cuando terminó el gobierno de Gerald Ford, se convirtió en vicepresidente de Kissinger Associates, firma fundada por Henry Kissinger para asesorar a empresas como Coca Cola, American Express y Heinz.
Es uno de los antecedentes que tiene Ben Rodhes, el asesor de seguridad de Obama, quien con gusto transmite salutaciones a los contrarrevolucionarios en Cuba y en Venezuela y declara identificación con ellos.
¿Doble moral o ausencia de todo principio ético?
Está documentado (lo consigna en varios escritos el periodista Martin Edwin Andersen) que Henry Kissinger, en 1976, recomendó a la dictadura militar argentina acelerar la matanza de izquierdistas para que, antes de finalizar el año, cuando fuera aprobada en Estados Unidos una ley contra los gobiernos represivos, los gorilas fueran contados entre los gobernantes que ya se habían acogido a los procesos normales.
Hace apenas dos años, el siniestro ex secretario de Estado (era su cargo durante el gobierno de Richard Nixon), en un libro de su autoría con el título “Orden mundial” (“World Order”), atribuyó el caos existente (conflictos en países como Libia, Irak, Siria…) a la pérdida de influencia de Estados Unidos y, por supuesto, a la ausencia de lo que él asegura debe ser un liderazgo mundial que coordine las líneas de acción política.
El elogio a los militares ecuatorianos que, en violación a todas las normas, insultan al presidente Rafael Correa por las redes sociales, y a los sectores que asesoran a grupos violentos en Bolivia, si no lo escuchamos en la voz de Obama, se producirá en la de su sucesor (¿acaso falta la a final?).
Septiembre, justo ahora
Es septiembre, conjunción de memoria y de conciencia. Y es inevitable recordar al presidente sacrificado en La Moneda, a los miles de torturados y centenares de fusilados en el estadio de Santiago de Chile, a los estudiantes desaparecidos en Argentina en aquella noche de 1976, al poeta que, con su salud minada por el cáncer tuvo que decir que los militares de Chile “otra vez habían traicionado a Chile”.
El poder imperialista, a través de los estrategas norteamericanos y europeos, asigna a sus peones la tarea de obstaculizar la construcción de la Patria Grande.
En cumplimiento de ese encargo se pronunció recientemente contra Venezuela José Serra, canciller de Brasil, y no hay que ser visionario para saber que se avecina otra andanada de Juan Manuel Santos y otra expresión genuflexa de Enrique Peña Nieto… Predecibles son, además de serviles.
En homenaje a los héroes de esta América y en reconocimiento a sus mejores hijos, es preciso radicalizar el combate al servilismo, rechazar a los continuadores de Kissinger, sin importar que oculten el rostro bajo una máscara… y demandar que Kissinger sea juzgado como auspiciador de la represión y de los escuadrones de la muerte, porque anciano es (93 años), pero la edad no lo despoja de la condición de colonialista, golpista, saqueador e instigador de crímenes de lesa humanidad.
publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Estos hechos prueban que para buscar los nombres de los continuadores de Henry Kissinger, no hay que hurgar en archivos secretos.
El cargo de secretario de Estado que en 1973 ocupaba Henry Kissinger, ha sido desempeñado por halcones sin medias tintas como Condoleezza Rice (entre 2005 y 2009) y George Shultz (1982-1989), y por figuras cuyo accionar las agencias de prensa dicen que es moderado, como Madeleine Albright (1997-2001) y el propio James Baker (1989-1992).
La diferencia, sin embargo, entre moderados y no moderados, es marcada por el vocabulario y las tácticas, pues el objetivo general es común.
Condoleezza Rice, por ejemplo, se refirió a Hugo Chávez en términos insultantes, provocando que el líder, en su proverbial estilo, llegara a decir: “Parece que ella sueña conmigo” (abril 2005). Meses después, Rice generó otro pronunciamiento de Chávez cuando exhortó a desmontar el gobierno de Venezuela con movimientos de protesta similares a los que llevaron al poder al sindicalista neoliberal Lech Walessa en Polonia en 1990.
Madeleine Albright, en cambio, fue siempre partidaria del golpe suave y de los proyectos de injerencia al estilo del Plan Colombia. Baker, partícipe en muchos procesos de negociaciones, trató siempre de presentar como legítimo el protagonismo político del poder estadounidense.
De colonialismo hablamos, y de halcones, aunque algunos intentan ocultar pico y garras.
¿Hace falta caracterizar a John Kerry? Su actuación como secretario de Estado, que aún no ha concluido, ha dejado ver cuán cercanas están en esta coyuntura política la derecha y la ultraderecha, aliadas en la tarea de sojuzgar a los pueblos y de salvar los privilegios de los dueños del capital.
El original y las réplicas
En 1970, siendo asesor de Seguridad, Kissinger propuso realizar acciones dirigidas a evitar que Salvador Allende ganara las elecciones en Chile. Hoy, Obama y sus asesores hablan de elecciones y al mismo tiempo validan los procesos dirigidos a desconocer la validez de toda elección que no favorezca a sus allegados. Lo ocurrido recientemente en Brasil tiene como antecedente inmediato el asedio a Hugo Chávez a pesar de sus triunfos en las urnas.
Si de consejeros de seguridad hablamos, el ya retirado Bren Scowcroft (hoy apoya la candidatura de Hillary Clinton) ocupó dos veces ese cargo, primero durante la administración de Gerard Ford y luego durante el gobierno de Bush, padre, (1989-93). Ciertos analistas lo califican como moderado, porque recomendó a Bush no invadir Irak. Claro, esos analistas no tienen reparo en calificar como moderada la propuesta de ejercer la manipulación política para enfrentar a Saddam Hussein con su propio pueblo.
Esto es prueba de que la guerra no convencional desatada en Venezuela y en alguna medida en Ecuador y en Bolivia, tiene un origen no tan reciente y ha sido ensayada en varios escenarios.
Ese “moderado”, cuando terminó el gobierno de Gerald Ford, se convirtió en vicepresidente de Kissinger Associates, firma fundada por Henry Kissinger para asesorar a empresas como Coca Cola, American Express y Heinz.
Es uno de los antecedentes que tiene Ben Rodhes, el asesor de seguridad de Obama, quien con gusto transmite salutaciones a los contrarrevolucionarios en Cuba y en Venezuela y declara identificación con ellos.
¿Doble moral o ausencia de todo principio ético?
Está documentado (lo consigna en varios escritos el periodista Martin Edwin Andersen) que Henry Kissinger, en 1976, recomendó a la dictadura militar argentina acelerar la matanza de izquierdistas para que, antes de finalizar el año, cuando fuera aprobada en Estados Unidos una ley contra los gobiernos represivos, los gorilas fueran contados entre los gobernantes que ya se habían acogido a los procesos normales.
Hace apenas dos años, el siniestro ex secretario de Estado (era su cargo durante el gobierno de Richard Nixon), en un libro de su autoría con el título “Orden mundial” (“World Order”), atribuyó el caos existente (conflictos en países como Libia, Irak, Siria…) a la pérdida de influencia de Estados Unidos y, por supuesto, a la ausencia de lo que él asegura debe ser un liderazgo mundial que coordine las líneas de acción política.
El elogio a los militares ecuatorianos que, en violación a todas las normas, insultan al presidente Rafael Correa por las redes sociales, y a los sectores que asesoran a grupos violentos en Bolivia, si no lo escuchamos en la voz de Obama, se producirá en la de su sucesor (¿acaso falta la a final?).
Septiembre, justo ahora
Es septiembre, conjunción de memoria y de conciencia. Y es inevitable recordar al presidente sacrificado en La Moneda, a los miles de torturados y centenares de fusilados en el estadio de Santiago de Chile, a los estudiantes desaparecidos en Argentina en aquella noche de 1976, al poeta que, con su salud minada por el cáncer tuvo que decir que los militares de Chile “otra vez habían traicionado a Chile”.
El poder imperialista, a través de los estrategas norteamericanos y europeos, asigna a sus peones la tarea de obstaculizar la construcción de la Patria Grande.
En cumplimiento de ese encargo se pronunció recientemente contra Venezuela José Serra, canciller de Brasil, y no hay que ser visionario para saber que se avecina otra andanada de Juan Manuel Santos y otra expresión genuflexa de Enrique Peña Nieto… Predecibles son, además de serviles.
En homenaje a los héroes de esta América y en reconocimiento a sus mejores hijos, es preciso radicalizar el combate al servilismo, rechazar a los continuadores de Kissinger, sin importar que oculten el rostro bajo una máscara… y demandar que Kissinger sea juzgado como auspiciador de la represión y de los escuadrones de la muerte, porque anciano es (93 años), pero la edad no lo despoja de la condición de colonialista, golpista, saqueador e instigador de crímenes de lesa humanidad.
publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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