En días así es bueno recordar los primeros párrafos de
la declaración de independencia de los EEUU.
Cuando en el curso de los
acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos
políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el
puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa
naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que
declare las causas que lo impulsan a la separación.Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad;
Y sigue con:
que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad.
En
fin, sería un guiño poner alguna frase que recordara esa declaración...
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