Nueva York en caos: ¡El alcalde Eric Adams rompe el silencio y abre la puerta a la DEPORTACIÓN de inmigrantes criminales!
La creciente crisis migratoria en la ciudad de Nueva York no es sólo un reflejo de políticas fallidas; es una estrategia meticulosamente diseñada por poderes ocultos que buscan desmantelar el tejido urbano de Estados Unidos. La reciente defensa por parte del alcalde Eric Adams de la deportación de inmigrantes criminales ha descorrido inadvertidamente el telón, revelando una vasta agenda encubierta diseñada para sumir a la ciudad en el caos y el desorden.
El caballo de Troya interior
Lo que parece un esfuerzo humanitario es en realidad un caballo de Troya calculado. Las políticas de fronteras abiertas que defienden los globalistas ocultan una realidad más oscura: un esfuerzo coordinado para infiltrarse en las ciudades de Estados Unidos. Entre los solicitantes de asilo genuinos, existe un subconjunto: agentes del caos entrenados, instalados con precisión. Su llegada no es casual; la facilitan redes de ONG bien financiadas, funcionarios corruptos y entidades cómplices.
La información filtrada apunta a reuniones secretas entre líderes de ONG y agentes extranjeros, que planeaban el transporte y ocultamiento de agentes desestabilizadores en los flujos migratorios. Los documentos revelan tácticas deliberadas destinadas a abrumar a los centros urbanos con actividad criminal, escasez de recursos y disturbios, creando puntos de presión que fracturan la resiliencia de la ciudad.
Los financieros ocultos
El rastro del dinero conduce a multimillonarios globalistas y organizaciones influyentes conocidas por socavar las políticas soberanas. Estas figuras de la élite financian ONG, ciudades santuario y campañas contra la reforma migratoria, con el objetivo de desmantelar la estabilidad de Nueva York. El caos sirve a sus intereses: los ciudadanos aterrorizados buscan seguridad a cualquier precio, lo que permite la implementación de medidas autoritarias bajo el pretexto de la “restauración”.
La alianza de Adams con figuras como Trump y Tom Homan trastoca esta estrategia y provoca la ira de quienes están interesados en perpetuar el desorden. Sus oponentes no son sólo rivales políticos, sino arquitectos de un plan para convertir el caos en un arma para el control.
Una nueva clase de guerra
La afluencia de inmigrantes criminales representa una forma moderna de guerra. Los analistas la clasifican como una guerra de quinta generación: un conflicto sin campos de batalla convencionales. Los criminales, como Bernardo Castro Mata, vinculado a actos violentos en Nueva York, son parte de un esquema más amplio que involucra campos de entrenamiento en América Latina, financiados por potencias extranjeras adversarias. Estos campos entrenan a sus agentes en desestabilización urbana y tácticas de guerrilla, canalizándolos hacia ciudades estadounidenses protegidas por políticas de santuario.
Una vez integrados, estos agentes operan dentro de redes clandestinas organizadas, evitando ser detectados y controlados por la ley. Estos sistemas, respaldados por funcionarios corruptos y benefactores corporativos, mantienen un estado de inestabilidad perpetua. La disposición de Adams a desafiar a estas redes amenaza directamente su existencia, lo que provoca represalias rápidas y calculadas.
El papel de los medios de comunicación en el ocultamiento de la verdad
¿Por qué no se informa ampliamente sobre este caos? Los medios de comunicación, enredados en esta red, desempeñan un papel fundamental en la supresión de la verdad. Millones de dólares en subvenciones de organizaciones de élite vienen acompañados de mandatos para restar importancia a los delitos relacionados con los inmigrantes y vilipendiar a los críticos de las políticas de apertura de fronteras. Memorandos internos de los principales medios de comunicación revelan instrucciones explícitas para presentar las iniciativas de deportación como racistas, al tiempo que ocultan las conexiones entre los inmigrantes y las crecientes tasas de delincuencia.
La estructura de poder en la sombra
Tras bastidores, los “alcaldes en la sombra” no electos ejercen una influencia descomunal. Estos individuos, que operan a través de consejos asesores, grupos sin fines de lucro y coaliciones de donantes, dictan políticas que erosionan la seguridad pública. Su resistencia a las iniciativas de Adams expone su intención: debilitar a los funcionarios electos que priorizan al público por sobre su agenda caótica.
Entre estas figuras ocultas se encuentran ejecutivos de empresas tecnológicas, diplomáticos extranjeros y filántropos multimillonarios con intereses creados en la desestabilización. Al oponerse a Adams, pretenden mantener una estructura de poder que prospera gracias al miedo, el desorden y el colapso social.
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