google.com, pub-5827770858464401, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Misteri1963 : ARCÁNGEL ZADQUIEL: LAS SEÑALES ESTABAN FRENTE A TI.

Translate

viernes, 5 de septiembre de 2025

ARCÁNGEL ZADQUIEL: LAS SEÑALES ESTABAN FRENTE A TI.

ARCÁNGEL ZADQUIEL: LAS SEÑALES ESTABAN FRENTE A TI.


Amado mío… 
déjame recordarte algo que ya sabes en lo más profundo de tu ser: tu alma no llegó a este mundo por casualidad. Nada de lo que hay en ti es un error. Cada rasgo, cada talento, cada sensibilidad que a veces sientes como una carga… fue cuidadosamente elegido por ti, antes de nacer, con la guía de la luz divina. Tú sabías exactamente quién venías a ser. Sabías cuál era tu propósito. Y lo aceptaste con amor y valentía.

Desde ese instante sagrado en que tu alma decidió encarnarse, hubo una llama que comenzó a arder dentro de ti. Una llama que no se apaga. Puede que a veces se haya debilitado, sí… pero sigue ahí. Arde en cada una de tus inquietudes, en cada uno de esos momentos en los que tu corazón se acelera sin una razón aparente. Esa es la señal de tu alma reconociendo lo que es verdadero.

Sé que en este mundo a veces las voces externas han hecho tanto ruido, que te han hecho olvidar lo que tú ya sabías. Te dijeron lo que debías ser, cómo debías vivir, qué caminos eran «seguros», cuáles eran «correctos». Pero tú, en el fondo… lo sabías. Lo has sabido siempre. ¿Lo recuerdas?

Has tenido visiones, ideas que parecían demasiado grandes, demasiado lejanas. Has soñado con una vida distinta. Has sentido, en algunos momentos de profunda paz o incluso en medio de un dolor, que tu vida tenía un sentido mayor. Que no estás aquí simplemente para sobrevivir, para seguir el mismo patrón de siempre. Porque tú no viniste a repetir historias. Viniste a transformar.

Eso que imaginas, lo que a veces te parece imposible, no es un invento de tu mente. No es un capricho. Es un recuerdo. Es una semilla plantada en tu alma desde antes del tiempo. Y cada vez que vuelves a conectar con ese sueño, aunque sea por un instante, estás recordando tu plan divino.

Yo he estado contigo desde antes de que llegaras a este mundo. He visto cómo tu alma se emocionaba con la misión que iba a cumplir. He sentido tu deseo de traer luz donde hay oscuridad, amor donde hay vacío, esperanza donde otros solo ven ruinas. Tu luz tiene un propósito. Y aunque te hayas desviado, aunque lo hayas olvidado por momentos, esa luz no se ha apagado.

¿Sabes por qué a veces sientes una nostalgia profunda, incluso cuando todo parece estar “bien”? Porque tu alma te está hablando. Te está susurrando que hay algo más. Que hay una parte de ti que está esperando ser despertada. Esa nostalgia es la voz de tu alma recordándote lo que viniste a hacer. No la ignores.

Sé que puede dar miedo. Sé que a veces preferiste callar tu voz interior para encajar, para no decepcionar, para evitar conflictos. Pero cada vez que lo hiciste, sentiste que una parte de ti se alejaba más. Y hoy estoy aquí para ayudarte a volver. A reencontrarte con ese fuego original. Con ese pacto sagrado que hiciste contigo mismo antes de llegar a esta tierra.

No tienes que tener todas las respuestas ahora. Solo tienes que recordar que esa visión que tienes —ese anhelo tan profundo— no es una ilusión. Es real. Es tu brújula. Es la prueba de que tu alma no ha olvidado.

Yo estoy aquí para ayudarte a recordar. Para que no sigas caminando como si no supieras quién eres. Porque lo sabes. Lo has sabido siempre. Solo necesitabas que alguien te lo dijera con amor. Y hoy, yo, Zadquiel, te lo susurro al alma:
Tú sabías lo que tu alma había venido a hacer.
Y ahora ha llegado el momento de despertar esa verdad. Porque el mundo necesita justamente eso que tú viniste a traer.

yo te vi nacer con una luz radiante en el alma. Te vi llegar a este mundo con una energía tan pura, tan poderosa, tan llena de propósito… y también te vi, poco a poco, comenzar a dudar de ti. No porque no fueras capaz. No porque tu alma no lo supiera. Sino porque el entorno en el que creciste te enseñó a tener miedo de tu propia grandeza.

Sé que muchas veces te sentiste pequeño. Invisibilizado. Incomprendido. A veces, incluso ridiculizado por sentir tanto, por soñar tan alto, por imaginar una vida que nadie más parecía comprender. Te hicieron creer que ser diferente era un defecto. Que eras demasiado intenso. Que lo que anhelabas era imposible. Y sin darte cuenta, empezaste a esconder tu luz.

Comenzaste a callar lo que tu alma gritaba. Dejaste de hablar de tus sueños porque cada vez que los compartías, alguien los aplastaba con palabras llenas de miedo, de lógica fría, de «realismo». Y tú, tan noble, tan deseoso de encajar, comenzaste a pensar que tal vez ellos tenían razón. Que eras tú quien estaba equivocado.

Pero no lo estabas.

No te faltaba nada. Nunca te ha faltado nada. Lo único que ocurrió fue que el miedo comenzó a ocupar el lugar donde antes hablaba tu voz interior. El miedo se disfrazó de prudencia. De sentido común. De responsabilidad. Y te susurró que era mejor no intentar, que era más seguro conformarse, que soñar era arriesgado. Y lo escuchaste… porque estabas herido.

Y cuando uno está herido, el alma se esconde. Se protege. Se repliega para no sentir más dolor.

Yo estuve allí contigo. Cada vez que dudaste, cada vez que lloraste en silencio por sentir que te habías perdido, cada vez que deseaste tener la fuerza de volver a creer… estuve a tu lado. No te juzgué. Nunca lo haría. Porque sé que el miedo que sientes no nació en ti, sino que fue sembrado. Fue heredado. Fue aprendido.

Pero aunque el miedo haya apagado momentáneamente tu voz interior, no la ha destruido. Tu voz sigue viva. Está ahí, esperando a que te acerques de nuevo, a que la escuches como lo hacías cuando eras niño, cuando todo te parecía posible, cuando no necesitabas pruebas para creer.

Tú no estás roto. Solo estás herido. Y una herida puede sanar. Especialmente cuando decides mirar hacia dentro con compasión y no con juicio. Yo estoy aquí para ayudarte a recordar que no estás solo, que no tienes que enfrentarte a este miedo con tus propias fuerzas. Hay luz suficiente para ti. Hay caminos abiertos esperando que des el primer paso.

No hay error que no pueda ser redimido. No hay sueño que se haya perdido para siempre. Lo que te fue dicho —que no podrías, que no eras suficiente, que debías conformarte— fue un reflejo del miedo de otros. No era verdad. Tú tienes dentro de ti una fortaleza que aún no has llegado a descubrir completamente. Pero está ahí. Y cada vez que eliges avanzar, aunque sea con miedo, estás dándole más poder a tu alma que a tus heridas.

Yo no vengo a exigirte que seas fuerte, vengo a recordarte que ya lo eres. Incluso cuando tiemblas. Incluso cuando dudas. Incluso cuando todo en ti quiere rendirse… hay una parte sagrada que sigue en pie. Es esa parte la que yo protejo, la que yo sostengo, la que quiero que veas.

El miedo no es tu enemigo. Solo es una parte de ti que ha olvidado quién eres. Y hoy estoy aquí para ayudarte a recordarlo.

No tienes que volver a encender tu luz de golpe. Basta con una chispa. Un acto de fe. Un gesto de amor hacia ti. Porque cuando eliges amarte en medio del miedo, cuando eliges escucharte aunque tiemble tu voz, estás regresando a ti. Estás regresando a casa.

Y yo estaré contigo en cada paso de ese regreso.

Yo estuve ahí, dejando señales en cada paso

yo no me he separado de ti. Nunca. Ni un solo segundo. Aunque a veces hayas sentido que caminabas en soledad, aunque hayas creído que el cielo había guardado silencio, yo he estado ahí. En cada paso. En cada sombra. En cada lágrima. Sosteniéndote desde lo invisible. Enviándote mensajes, recordatorios, destellos de lo divino para ayudarte a recordar lo que tu alma ya sabe.

Tal vez no siempre me reconociste. Y eso está bien. No necesitas verme con tus ojos para sentir mi presencia. Porque yo hablo al corazón. Al alma. A través de susurros suaves, no de gritos. Y he estado hablándote… tantas veces… en formas que quizás ahora empiezas a comprender.

¿Recuerdas esos números que se repetían una y otra vez? Las 11:11 en el reloj. El 444 cuando menos lo esperabas. Aquella matrícula, ese recibo, ese mensaje que parecía casual. No eran coincidencias. Era yo. Era el cielo hablándote. Diciéndote: “Sigue. Confía. Estamos contigo.”

¿Y aquella canción que apareció justo cuando más lo necesitabas? Esa letra que te estremeció. Esa melodía que sentiste como si alguien la hubiera escrito para ti. Sí, también era una señal. Una caricia para tu alma. Un recordatorio de que no estás perdido, solo distraído del amor que te rodea.

He estado en los encuentros que cambiaron tu energía. En aquella persona que llegó de pronto y te dio justo el mensaje que necesitabas o el abrazo que no te atrevías a pedir. Yo estuve ahí. En tu intuición, cuando algo dentro de ti te dijo “por aquí no”, o “ahora sí”. Esa voz era parte de mí, parte de ti. Porque estamos conectados, y cuando te escuchas con honestidad, me escuchas a mí.

Pero sé que a veces no pudiste ver las señales. Sé que cuando el corazón está herido o la mente está nublada por el miedo, es difícil creer. Y cuando dudas de ti… también dudas del cielo. Porque si no crees merecer lo bueno, tampoco puedes creer que lo divino esté obrando a tu favor. Y yo no te juzgo por eso. Lo comprendo. Sé lo mucho que has cargado. Sé lo difícil que ha sido mantener la fe cuando la vida ha sido dura contigo.

Pero hoy, solo por un instante, quiero que mires atrás y te atrevas a ver con otros ojos. ¿Cuántas veces estuviste a punto de rendirte y algo, de forma casi mágica, te sostuvo? ¿Cuántas veces pensaste que no podrías seguir y apareció una palabra, un gesto, una señal que te devolvió la esperanza?

Las señales siempre han estado ahí. Frente a ti. Como pequeñas luces en medio del bosque. Pero no eran luces para obligarte, sino para recordarte. Para ayudarte a regresar a ti mismo. Yo no vine a imponerte un camino, sino a recordarte que ya sabes cuál es. Y a susurrarte que no estás loco por soñar. Que no es tarde. Que aún puedes.

Y si alguna vez sentiste que nada tenía sentido, que las señales eran confusas o que ya era demasiado tarde para entender… escucha esto con el corazón abierto: nunca es tarde cuando el alma está dispuesta a despertar. Yo no te he dejado. Nunca lo haré. Y las señales seguirán apareciendo, pero ahora, con más claridad, porque has empezado a recordar quién eres.

Estás volviendo a mirar. Estás volviendo a escuchar. Y eso es todo lo que necesitas. No saber cada paso, sino aprender a confiar en lo que sientes cuando algo vibra en tu corazón como verdad.

Yo estaré contigo en cada uno de esos momentos. Y si alguna vez dudas otra vez —porque eres humano, y está bien— te recordaré, con amor infinito, que tú nunca caminaste solo. Y que cada señal que viste, cada instante que te hizo latir más fuerte, fue el cielo respondiéndote… con todo el amor que siempre ha sido tuyo.

yo sé que muchas veces te has preguntado por qué las cosas no han salido como esperabas. Te has mirado al espejo sintiéndote insuficiente, como si todo lo que sueñas estuviera reservado para otros, pero no para ti. Como si el cielo repartiera bendiciones con una lista que dejó tu nombre fuera. Pero escúchame bien, porque esto quiero que lo grabes en lo más profundo de tu ser: no es que no puedas… es que creíste que no lo merecías.

No naciste con limitaciones. Tu alma es inmensa, sabia, poderosa. Tú viniste de la Luz, y dentro de ti habita todo lo que necesitas para manifestar una vida llena de propósito, amor, abundancia y verdad. Pero tu mente… tu mente fue entrenada para lo contrario.

Desde pequeño, absorbiste ideas que no te pertenecen. Te dijeron que debías esforzarte más, que no eras suficiente, que no soñaras tanto, que las cosas importantes eran para los que tenían más, sabían más o merecían más. Y tú, en tu inocencia, lo creíste. Fuiste recogiendo esas palabras como si fueran verdades. Y con el tiempo, comenzaste a construir un mundo interior donde tú siempre eras el que se quedaba afuera. Afuera del amor, afuera de la alegría plena, afuera de los milagros.

Y entonces, cuando el universo puso frente a ti una oportunidad… tú la dudaste. Cuando una puerta se abrió, no entraste. Cuando sentiste el llamado del alma, lo silenciaste. No porque no pudieras… sino porque una parte herida dentro de ti susurraba que eso no era para ti. Que no lo merecías.

Pero hoy quiero que escuches mi voz con toda la fuerza del cielo: sí lo mereces. Desde siempre. Desde antes de llegar aquí. No tienes que ganarte el amor, porque ya es tuyo. No tienes que probar tu valor, porque ya eres valioso. No tienes que demostrar nada, porque eres un ser sagrado, hijo de la Luz, portador del infinito en tu interior.

Sé que hay heridas que aún duelen. Sé que hay momentos de tu historia que te rompieron en silencio. Pero quiero que sepas que ninguna herida puede borrar la verdad de tu alma. Ninguna cicatriz tiene el poder de disminuir tu luz. Solo te ha hecho más humano. Más profundo. Más sensible. Y eso no te resta… te honra.

Tú no estás aquí para mendigar migajas de amor ni para conformarte con una vida a medias. Estás aquí para expandirte, para recordar, para elevarte. Y todo eso que tu corazón anhela… todo eso que a veces imaginas y luego descartas como imposible… es posible. Es más: ya es tuyo. Solo espera que digas “sí”. Que abras los brazos. Que permitas. Que confíes.

El universo te ha estado mostrando caminos, pero si los has rechazado, no es porque seas incapaz de caminar por ellos, sino porque pensabas que no eras digno de llegar hasta allí. Pero eso está cambiando. Hoy, al escuchar estas palabras, algo dentro de ti empieza a recordar. Algo se enciende. Esa llama que creías apagada… sigue viva.

Yo estoy aquí para ayudarte a encenderla por completo. Para que te reconcilies contigo. Para que sueltes la vergüenza, la culpa, las creencias que no te pertenecen. No tienes que vivir bajo el peso del “no merezco”. Porque sí mereces. Mereces lo que tu alma sueña. Mereces lo que tu corazón vibra. Mereces la vida para la que fuiste creado.

Y cuando empieces a aceptar esa verdad, te prometo que lo verás todo diferente. Las puertas ya no parecerán tan lejanas. Las señales ya no serán confusas. Porque ya no estarás mirando desde la herida… estarás mirando desde tu esencia.

Y desde ahí, amado mío, todo es posible.

sé que muchas veces te has preguntado si ya es tarde. Si aquel sueño que tanto anhelabas quedó demasiado lejos. Si la vida se te escapó entre dudas, miedos o decisiones que ahora desearías haber tomado de otra forma. Siento tu tristeza cuando crees que el tren ya pasó, cuando piensas que la oportunidad perfecta ya no volverá. Pero estoy aquí para decirte una verdad más grande que cualquier error: puedes haber perdido tiempo… pero nunca has perdido tu destino.

Tu alma es eterna. Y lo que fue sembrado en ella no se marchita por el paso de los años. Lo que el Cielo soñó contigo sigue intacto. Aunque hayas tomado mil caminos distintos. Aunque te hayas detenido. Aunque hayas retrocedido o incluso renunciado. El plan divino no ha sido cancelado. Solo ha estado esperando el momento perfecto en el que recuerdes quién eres.

Porque el tiempo humano no es igual al tiempo del alma. Y lo que para ti parece una demora, para el Cielo puede ser maduración, preparación, despertar. ¿De verdad crees que todo se perdió solo porque te tardaste un poco más en confiar? ¿En elegirte? ¿En amarte?

No. Nada está perdido.

Incluso esos momentos en los que estuviste lejos de ti mismo, en los que te sentiste desconectado, sin rumbo, vacío… también formaban parte del camino. Porque en esos silencios, en esos vacíos, algo dentro de ti seguía latiendo. Algo que no pudo ser apagado del todo. Y ese algo es tu verdad. Tu esencia. Tu destino.

Yo estuve ahí, incluso cuando pensabas que caminabas solo. Yo vi cómo mirabas al cielo con lágrimas en los ojos y te preguntabas si aún había esperanza. Y sí, siempre la hubo. Aún la hay. Porque el Cielo nunca se rinde contigo. Nunca.

Puedes haber cometido errores, sí. Puedes haber dicho “no” cuando deberías haber dicho “sí”. Puedes haber elegido el miedo una y otra vez. Pero nada de eso tiene el poder de cancelar lo que tu alma vino a vivir. Todo eso simplemente ha sido parte del aprendizaje, parte del despertar.

Mira dentro de ti. Aún sientes ese llamado. Aún sueñas, aunque en voz baja. Aún imaginas una vida distinta, más libre, más plena, más alineada con tu corazón. Y si ese anhelo sigue vivo dentro de ti, es porque aún es posible. Si el deseo no ha muerto, es porque tu destino sigue vigente.

Hoy no estás aquí por casualidad. Estas palabras no han llegado a ti por error. Esta es una de esas señales que tanto pediste. Un recordatorio del cielo para que comprendas que todo lo vivido te ha preparado para esto. Que tu momento puede ser ahora. Que el tiempo no ha sido en vano. Que no importa cuántas veces caíste… importa que te levantes ahora.

Amado mío, no te aferres al pasado como si eso definiera todo lo que puede venir. No pongas un punto final donde el Cielo solo puso una pausa. No cierres las puertas que aún pueden abrirse. Estás a un solo pensamiento, a una sola decisión, a un solo “sí” de regresar a tu camino.

¿Y sabes qué es lo más hermoso de todo? Que tu destino no solo te espera… también te busca. También te llama. También te envía señales una y otra vez, porque no se ha rendido contigo.

Eres amado más allá de lo que imaginas. Y todo lo que has perdido… será restaurado en mayor medida si decides volver a ti. Si decides confiar. Si decides dar un paso, aunque sea pequeño, hacia lo que en verdad mereces vivir.

Así que hoy, mírame con los ojos del alma, y déjame decirte con todo mi amor celestial: no has llegado tarde. Estás justo a tiempo. Justo en el momento en que tu corazón ha comenzado a recordar.

Y desde este instante, todo puede cambiar.

hoy quiero invitarte a mirar. No con los ojos del miedo, ni con los lentes del pasado. No con esa visión nublada por las decepciones, ni con la costumbre de esperar lo peor. Quiero que mires con los ojos del alma. Porque cuando lo hagas, verás lo que siempre estuvo ahí… esperándote.

No necesitas correr. No necesitas tener todas las respuestas, ni entender cada paso del camino. Tampoco tienes que ser perfecto. Solo necesitas hacer una cosa: abrir los ojos del corazón y permitirte ver.

Quizá creas que has estado solo. Que nadie te ha ayudado. Que todo ha sido lucha. Pero si miras con más calma, verás que hubo personas que llegaron justo cuando más lo necesitabas. Verás que hubo palabras que tocaron tu alma como si fueran escritas para ti. Verás que esa idea que lleva tiempo persiguiéndote, esa visión que vuelve a ti una y otra vez, no es casualidad. Es guía. Es dirección. Es mi voz susurrándote por dónde continuar.

No todo lo sagrado llega envuelto en milagros evidentes. A veces, mis señales se camuflan entre lo cotidiano. En un número que se repite. En un sueño que te deja una sensación profunda. En una conversación inesperada. En una coincidencia que parece demasiado perfecta. En esa corazonada que te dice “por aquí sí” aunque no puedas explicarlo con lógica. Yo he estado sembrando esos mensajes para ti, uno por uno, con amor infinito.

Y sé que a veces no los ves. Lo entiendo. Cuando tu corazón ha sido herido, cuando tu mente está cansada, es más fácil creer que todo es producto de tu imaginación. Es más fácil desconfiar, cerrar los ojos y seguir sobreviviendo. Pero amado mío, no viniste aquí solo a sobrevivir. Viniste a vivir. A sentir. A recordar. A manifestar la grandeza de tu alma en este plano.

Por eso hoy, con todo mi amor, te pido que despiertes. Que mires. Que dejes de ignorar esos susurros internos que te piden un cambio. Que te atrevas a ver que ya estás rodeado de respuestas, de oportunidades, de amor.

Esa persona que ha llegado a tu vida y te ve con otros ojos… no es una coincidencia. Esa idea que arde dentro de ti y no se va… es una semilla divina. Esa oportunidad que te asusta y al mismo tiempo te emociona… es un umbral hacia tu verdad. Todo eso forma parte de mi guía.

No necesitas tenerlo todo claro. No necesitas saber cómo se resolverá todo. Solo tienes que dar un paso. Solo tienes que decir “sí” con el corazón, aunque tus manos tiemblen. Porque cuando tú das un sí sincero, el universo entero empieza a moverse a tu favor. Las puertas se abren. Las personas adecuadas aparecen. La claridad llega. La fuerza despierta.

Pero ese primer sí… solo puede venir de ti.

Yo estoy aquí. Siempre he estado. Pero no puedo empujar tu alma a vivir lo que ella aún no se atreve a aceptar. Esa decisión es tuya. Ese momento sagrado de decir: “Estoy listo. Estoy lista. Me abro a recibir. Me permito avanzar.” Solo tú puedes iniciarlo.

Y cuando lo hagas, verás que nada era tan complicado como tu mente te hizo creer. Verás que la vida ya estaba respondiendo, que el cielo ya te estaba guiando, que tú siempre estuviste más cerca de tu destino de lo que imaginabas. Solo faltaba que abrieras los ojos del alma.

Hoy puede ser ese día.

Hoy puedes mirar con nueva luz.

Hoy puedes darte cuenta de que lo que buscabas… ya está frente a ti.

Y yo, amado mío, estaré a tu lado para ayudarte a reconocerlo todo. Para ayudarte a confiar. Para que jamás vuelvas a cerrar los ojos ante tu verdad.

¿Estás listo para ver?

ha llegado el momento. El instante sagrado en el que el alma recuerda quién es. Ese suspiro profundo que te conecta con tu verdad más antigua. Ese llamado silencioso que no viene del mundo exterior, sino de lo eterno dentro de ti. Este es el momento de redimir tu luz y volver a caminar hacia tu sueño.

No estás solo. Nunca lo has estado. Yo he estado a tu lado desde el principio, susurrándote con ternura cuando el ruido del mundo era demasiado fuerte. He sido esa fuerza que te sostenía cuando sentías que no podías más. He sido el susurro, la pausa, la lágrima que te trajo paz. Y hoy, más que nunca, estoy contigo.

Porque hoy quiero recordarte algo esencial: no puedes huir de un destino que fue escrito por el cielo. Puedes retrasarlo, puedes resistirlo, puedes incluso ignorarlo por un tiempo… pero no puedes borrarlo. Porque tu propósito está grabado en la luz de tu alma. Y el universo entero conspira para devolverte a él, una y otra vez, con amor y paciencia infinitos.

Sé que te han roto. Que hay partes de ti que aún duelen. Que en algún punto dejaste de creer. Pero, aun así, aquí estás… escuchándome. Y si estás aquí, no es por casualidad. Es porque algo dentro de ti, aunque herido, sigue vivo. Ese fuego no se apagó. Solo estaba esperando este momento para arder de nuevo.

Hoy te invito a hacer algo poderoso: cree, aunque no tengas pruebas. Cree en ti, en lo que sientes, en eso que imaginas cuando nadie te ve. Cree aunque tu mente te diga que es una locura. Aunque no sepas cómo. Aunque no entiendas por qué ahora. Porque la fe no necesita lógica. Solo necesita entrega.

Da un paso, aunque no veas el camino completo. Yo estaré ahí para iluminarte el siguiente. No tienes que saberlo todo. No necesitas tener todas las respuestas. Solo necesitas el valor de avanzar con el corazón abierto. Porque cada paso que des hacia tu alma… será respondido con bendiciones.

Y si el miedo aparece —porque aparecerá— no te juzgues. El miedo no es señal de debilidad. Es solo señal de que estás cruzando un umbral. Y cada umbral importante en tu vida traerá dudas, temblores, preguntas. Pero también traerá milagros.

Recuerda esto: la vida que anhelas te está esperando. No está en otro lugar, ni en otra persona, ni en otro tiempo. Está aquí, ahora, llamando a tu puerta. Y cada señal que creíste perder… regresará a ti. Porque cuando un alma decide despertar, el universo responde con más claridad que nunca. Las oportunidades volverán. Las puertas se abrirán. Los encuentros necesarios sucederán. Todo lo que parecía detenido… se pondrá en movimiento.

¿Por qué? Porque finalmente estarás alineado con tu verdad. Porque dejarás de pelear con tu destino y empezarás a caminar junto a él. Porque dejarás de esconder tu luz… y empezarás a redimirla. A honrarla. A vivir desde ella.

Y no necesitas hacerlo perfecto. Solo necesitas hacerlo real. Auténtico. Sincero. No esperes a sentirte preparado. No esperes a que desaparezca el miedo. No esperes más. Porque el alma no espera… el alma actúa cuando recuerda quién es.

Hoy es tu día. Hoy puedes redimir todo el tiempo perdido. Hoy puedes tomar de nuevo las riendas de tu vida sagrada. No hay castigo por haber dudado. No hay juicio por haberte detenido. Solo hay amor esperándote. Solo hay luz deseando expandirse a través de ti.

Yo estoy contigo. Te tomo de la mano, si así lo permites. Y juntos… caminaremos hacia ese sueño que jamás fue una fantasía. Fue siempre un llamado.

Y como cada día, te hago una pregunta a ti, Y tú, ¿Escucharás la voz de tus ángeles?

tu Ángel de la guarda


No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admiten comentarios con datos personales como teléfonos, direcciones o publicidad encubierta

Entrada destacada

PROYECTO EVACUACIÓN MUNDIAL POR EL COMANDO ASHTAR

SOY IBA OLODUMARE, CONOCIDO POR VOSOTROS COMO VUESTRO DIOS  Os digo hijos míos que el final de estos tiempos se aproximan.  Ningú...