ajoy se encuentra feliz y relajado. "Es la campaña de mi vida en la que me encuentro más a gusto", declaraba este jueves en una entrevista en TVE. "Estoy de buen humor, me lo estoy pasando muy bien". El presidente del Gobierno se muestra optimista sin disimulos. Lo subraya la gente de su equipo y lo comentan quienes llevan el día a día de su campaña. Habla con los militantes, saluda con efusividad a la gente, pasea por los pueblos, se hace selfies, abraza niños y abuelas de buen grado y hasta conversa pausada y animadamente con los periodistas. Llegado el ecuador de la campaña, el presidente incluso busca la charla con los informadores, reclama 'más preguntas' y hasta comparte algún tramo de viaje en su bus. Como el Papa. La transformación de Rajoy es notoria. "El cambio es tan notable que a veces parece un desdoblamiento a lo doctor Jekyll", señala un veterano de las campañas del PP.
La cifra de la tranquilidad
Estos días ha llegado a la dirección de la campaña un sondeo secreto, con amplia base de muestra y preguntas personales, que describe un panorama muy positivo. Sitúa al PP en torno al 30 por ciento de los sufragios, aunque no atribuye escaños. Ciudadanos, PSOE y Podemos se apelotonan por el segundo puesto, con mínima ventaja para los primeros. Los 'trackings' que manosean cotidianamente los candidatos no son tan optimistas, no conceden más de 120 escaños al partido, una cifra modesta. También hablan de que el PP se ha atascado y de que Rivera e Iglesias crecen. El PSOE sigue en declive.
El sondeo sitúa al PP en torno al 30 por ciento de los sufragios, aunque no atribuye escaños. C's, PSOE y Podemos se apelotonan por el segundo puesto
Rajoy se fía de los estudios demoscópicos, los sigue, los estudia, escucha los consejos de Arriola, su principal asesor en la materia. El candidato del PP se muestra complacido por cómo van las cosas. Quizás sea ésta la clave de su estado de ánimo. Pero quien le conoce bien asegura que hay otros factores. Está sicológicamente liberado de los tiempos dramáticos que ha tenido que superar en esta legislatura, con un bienio inicial muy duro. Contempla los problemas de la corrupción, Bárcenas, Gürtel y otros escándalos, como algo del pasado, a los que piensa que ha sobrevivido y que ya sólo forman parte del ámbito judicial. No disimula su satisfacción por el repunte económico y los datos del empleo. Ya no le da urticaria patear la calle, no le insultan demasiado, no le boicotean los actos y hasta hay más gente que se le acerca, le saluda y le jalea. "Es el efecto Bertín", le dice en tono de broma alguno de sus asesores. Precisamente este viernes graba en Tele5 el programa de María Teresa Campos, que se emite el fin de semana, en vísperas del cara a cara con Pedro Sánchez.
"Sus tres contendientes son muy livianos. Lo comprobó en el debate a cuatro de Atresmedia. Sáenz de Santamaría, con su tono profesoral, ni se despeinó. Son demasiado flojitos como para inquietar al presidente", comenta un analista que colabora con el PP. Rajoy está tranquilo ante su cara a cara con Sánchez. "Se equivocó al pelearse con quien no debía", comenta sobre el líder de los socialistas, ahora en sus horas más bajas. Trabaja estos días en la cita del lunes. Sin agobios. No pretende arrasar a Sánchez, pero tampoco se trata de bajar demasiado la guardia. El fin de semana suspende su actividad para repasar algunos aspectos. Y para descansar. El palizón es enorme. Una media de tres mítines por jornada y días de visitar tres y cuatro plazas. Incluidos transportes en avión, algo que odia.
Pero está relajado y satisfecho. "La victoria la tiene asegurada y confía incluso en poder gobernar", comenta esa fuente. Algo que no comparten muchos de sus lugartenientes, que se temen un escenario en el que habrá que negociar con Rivera. Y añade: "Rajoy cree que los emergentes tendrán un resultado estimable, pero menor del que avanzan los estudios. La gran mayoría de los siete millones de indecisos no se lanzarán por el sendero de lo desconocido". No todos en su partido coinciden con esta perspectiva, pero Rajoy está convencido de ello. Quizás por eso se muestra tan relajado.
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