Queridos lectores:
Os vamos a presentar un artículo de Rico Albrecht con el título “Fin de la partida - la deformada redistribución de la riqueza" que se publicó en la revista y TV de economía y política “Compact” en octubre del año 2012 (www.compact- magazin.com). El autor dirige junto con el señor Andreas Popp la “Wissensmanufaktur” (www.wisssensmanufaktur.net), un instituto alemán para la investigación económica y social que reúne a pensadores y profesionales inconformistas e independientes. Ya publicamos una conferencia de uno de los consejeros y colaboradores de esta institución: “El sistema financiero da un golpe de estado – el “Dinero Fluido” como solución” del Prof. Dr. Dr. Wolfgang Berger que se puede ver en nuestro canal de YouTube “poruncambioeconomico”.
Un saludo, los traductores
Rico Albrecht “Fin de la partida - la deformada redistribución de la riqueza.
” El interés se ha anclado tan profundamente en nuestra sociedad que solamente muy pocos ya ven su efecto antisocial y destructivo.
¡Quién quiera ganar dinero tiene que trabajar! Así o de una forma muy parecida lo conocemos todos desde muy pequeños. Pero no se debería preguntar por qué existen personas que trabajan duramente toda su vida y nunca consiguen vivir con una cierta holgura, mientras hay otros que durante generaciones no han trabajado ni un día en su vida, pero de todas formas son cada vez más ricos? La causa principal por la que se está abriendo cada vez más la brecha entre gente pobre y gente rica (o mejor todavía entre los que trabajan y de los que ya tienen de sobra) no se encuentran en las capacidades o talentos personales, sino en un sistema monetario en el que el interés está presente.
“Todos tenemos que apretarnos el cinturón para no dejar más deudas a las futuras generaciones”, así nos lo cuenta la política. Pero ya que generaciones enteras están endeudadas cabe la pregunta: ¿con quién estamos endeudados? La generación, el estado, ¿no seremos nosotros mismos? ¿Quién ha creado el dinero con el que el estado se ha endeudado cobrando además intereses?
El dinero no existe solamente porque sí. Tampoco se ha creado por el estado, en este caso no estarían endeudados todos los estados. Si pensamos en un banco central, ya estamos más cerca de una posible solución, pero el hecho es que un banco central solamente emite una mínima parte del volumen de dinero en circulación.
Casi todo el volumen del dinero en nuestras cuentas es creado por la banca privada, y lo realiza prestando dinero. En contra de lo cree la opinión pública, los bancos no prestan el dinero que antes fue depositado por otros clientes. No, este dinero sólo sirve de reserva, mientras x-veces más dinero se presta como créditos. Cierto es que un crédito no se considera dinero en el sentido estricto, sin embargo, se comporta como si fuera dinero “auténtico”, es decir, se puede pagar con él sin problemas.
El banco central alemán describe este proceso del aumento del volumen de dinero de la siguiente manera: “Si un banco concede un crédito a un cliente, entonces contabiliza en la parte activa de su balance este crédito como derecho de cobro – por ejemplo 100.000 €. Al mismo tiempo el banco ingresa en la cuenta corriente del cliente estos 100.000 € que se contabiliza como obligación de pago en la parte pasiva de su balance. Este ingreso aumenta el saldo activo del cliente en su cuenta corriente – se ha creado dinero bancario o virtual que aumenta el volumen total del dinero.”
Todo lo que necesita un banco para dar un crédito de 100.000 € es una reserva de 1000 €. Este efecto multiplicador viene por la tasa de reserva mínima de un 1 %. Los bancos, por tanto, tienen el privilegio de prestar “dinero” que ellos mismos han creado, exigir un interés por este préstamo y si el prestamista no puede devolverlo tienen el derecho de confiscar valores reales a través del poder del estado.
Puede ser que los intereses sean justificados como premio de riesgo y por el precio de haber cedido como préstamo el dinero. Pero en nuestro sistema bancario moderno, como antes demostrado, se crean intereses por la cesión de nada. Solamente por la necesidad que tiene un estado de meter en circulación una moneda, se cobran intereses. La consecuencia es que todos los que no tienen suficiente capital caen en la trampa de la deuda. El intento de conseguir este capital necesario mediante el trabajo honesto se hace imposible desde el principio por la existencia de intereses y por un sistema fiscal contrario a la iniciativa personal.
Cualquier persona que tiene como capital propio menos de 1 millón de euros, siempre paga más intereses en comparación con los que recibe, aunque nunca se hayan endeudado en su vida, puesto que los intereses que hay que pagar por el “dinero de la nada” se esconden en todos los precios. Hoy en día el porcentaje de los intereses escondidos en los precios asciende a un 40 %. Esta carga de intereses invisible es ante todo parte íntegra en los alquileres, los impuestos y demás tasas. Pero por la existencia de los intereses suben los precios en general en todos los productos y servicios porque cada uno que está participando en la cadena de crear valores reales (con su trabajo) tiene que transferir su carga de interés al precio de venta de su producto.
Puesto que alrededor de un 40 % de los precios están compuestos de intereses, una familia media que gasta cada año aproximadamente 25.000 € para su manutención está pagando alrededor de 10.000 € anuales en concepto de estos intereses escondidos. Es una ironía que las personas que tienen, por ejemplo, 100.000 € en su libreta de ahorros creen ser los ganadores del sistema cuando con alegría ven que, al final del año, les ingresan los intereses de ahorro correspondientes. A la gran mayoría de las personas se les escapa tener en cuenta los intereses menos visibles que están escondidos en los precios.
CADA PERSONA QUE DISPONE DE MENOS DE 1 MILLÓN DE EUROS COMO CAPITAL PROPIO ES PERMANENTEMENTE EL PERDEDOR.
Si una familia de ingresos medios y libre de deudas tiene que pagar 10.000 € al año de intereses, entonces no es nada de extrañar que cada vez más personas necesitan ayudas del estado, es decir, de todos los contribuyentes que pagan impuestos etc. Como aumenta constantemente el número de personas que no pueden asumir esta carga de intereses la situación solamente puede empeorar. No sería deseable que los contribuyentes y las personas necesitadas se enfrenten según el lema “divide y domina” puesto que ambos grupos están, en realidad, en el mismo barco.
Solamente a partir de un capital propio de 1 millón de euros e invertidos de forma rentable se obtiene al final del año una cantidad que asciende aproximadamente a la suma que hay que pagar cada año como carga de interés escondida en los precios. Sólo a partir de este umbral empieza la situación en la que uno deja de pagar más intereses que los que recibe. Si alguien dispone todavía de más capital, más allá de este umbral, entonces, ya no es un pagador neto de intereses, sino se convierte en un recibidor neto de los mismos – y lo será a costa de los otros ciudadanos con los que convive.
Para ganar dinero es imprescindible una cosa: tener dinero. Es mucho más fácil que se dupliquen mil millones de euros que pagar con trabajo honesto las cuotas hipotecarias para la propia casa. Quién nace sin dinero pasa toda su vida corriendo como un hámster en su rueda. Y como la vida moderna crea tanto estrés ni siquiera tiene tiempo para reflexionar sobre la situación en la que vive.
El efecto del interés y del interés compuesto crea, por un lado, el crecimiento de forma cada vez más acelerada de la deuda y, por otro lado, como en un espejo, el crecimiento cada vez más acelerada de los patrimonios. De esta manera se acelera automáticamente cada vez más, por el pago de los intereses y los impuestos, esta dinámica que quita a los que trabajan y da a los que ya tienen de sobra.
La así llamada crisis financiera que vivimos hoy en día es comparable con el final de una partida de “Monopoly” en el que ya todas las calles, casas, estaciones, centrales eléctricas y los depósitos de agua han encontrado su propietario. Quién no posee nada de esto está obligado a correr y a hacer sus rondas sin más, es decir, traducido a la vida real, a trabajar. Pero el dinero que va a recibir en “Start”, sus ingresos, ya no son suficientes para correr otra ronda y llegar una vez más a “Start”, es decir, para llegar a fin de mes – por tanto, el juego ha terminado! Habría que empezar una nueva partida si se tratara realmente del juego de “Monopoly”. Pero en el mundo real, los que se aprovechan del sistema no quieren que se termine. Para ellos es más beneficioso ofrecer a los perdedores más créditos y dejar que se refuercen los mecanismos de supresión para el pueblo. Esta situación ya es irreversible, no se cambiará sin un “Restart”, un nuevo comienzo desde cero.
Por el hecho de que el dinero entra en circulación solamente con un interés, siempre hay que devolver siempre más dinero de lo que se ha metido en él. Esto es la razón por la cual nos dicen que necesitamos crecimiento económico constante. En realidad, el crecimiento crea bien-estar. Pero este bien-estar solamente puede llegar a los que trabajan y producen valores reales si la tasa del crecimiento es mayor que la tasa de los intereses. Se quita siempre y automáticamente del bien-estar que nuevamente se ha creado la parte que reclaman los que son los recibidores netos de los pagos de los intereses, y solamente lo que sobra puede mejorar las condiciones de vida de aquellos que son los verdaderos creadores de este bien- estar.
Esta situación no solo toca el tema moral de lo que es justo y lo que no, sino existe en este sistema también un fallo matemático: Como la propia dinámica del interés compuesto conduce a un crecimiento exponencial del volumen del dinero y del volumen de la deuda, la carga de la deuda se va acercando a una velocidad cada vez más rápida hacia el infinito. Cierto es que la economía puede, durante algún tiempo, intentar también crecer de forma exponencial para producir más garantías con el fin de cubrir la montaña de deudas acumuladas, pero esto es imposible a la larga dado que las deudas crecen a un ritmo cada vez más acelerado.
En Alemania, los contribuyentes han pagado desde la fundación de le República Federal en el año 1949 2 billones de euros de intereses por las deudas del estado puesto que al estado, para meter y mantener en circulación una moneda, no le queda otra opción que la de coger créditos y endeudarse. Si todo el volumen de dinero lo hubiera creado un Banco Central público, hoy en día el estado estaría exento de deudas.
Por el “servicio” de la creación de dinero cobran aquellos a los que se les ha concedido este privilegio, de forma permanente, intereses que tienen que pagar las personas que trabajan, entre otros a través de los impuestos. Y si en algún momento este sistema entra en crisis se crean, como ahora, los paquetes de rescate.
Como en los tiempos de la dinastía de los Fugger, cuando los monarcas tuvieron que tomar prestado dinero de esta familia de banqueros, de esta misma manera se tienen que endeudar hoy en día los así llamados políticos democráticos con aquellos que están al mando en este sistema financiero, con la consecuencia de que tienen que someterse a sus deseos – y con ella, todo el estado. Esta situación está en clara contradicción con el artículo 20 punto 2 de la constitución alemana, según el cual el poder del estado no emerge de unos banqueros internacionales, sino del “pueblo” que no se debe someter a ningún otro poder más elevado que él mismo.
Si se hubieran cumplido estas premisas de la constitución, el estado nunca habría caído en la trampa de la deuda. Además, siguiendo esta lógica se podría declarar toda la “deuda del estado” como anticonstitucional y nulo, lo único es que hace falta, la voluntad general de la sociedad para poder llevarlo a cabo.
La abolición de esta situación tan problemática difícilmente será posible sin que haya gente suficiente fuera de las instituciones parlamentarias que lo reivindica dado que no es de esperar que el sistema de poder establecido se aboliese por si mismo. Más bien ocurrirá lo contrario: Aquellos que se aprovechan de este sistema, y estos no son necesariamente los más grandes altruistas, no se van a cansar de defender sus privilegios. Si uno quiere secar el pantano no debería pedir permiso a las ranas, y tampoco sería una solución que nosotros mismos nos convertimos en una.
Una posible solución pacifica sería que las personas que trabajan de forma productiva se organicen fuera del sistema existente dejando éste atrás como lo hace una mariposa cuando abandona su capullo. Sólo entonces, ellos mismos podrían disfrutar del fruto de su trabajo y, en comparación con hoy, reducir drásticamente el tiempo que dedican al trabajo durante toda su vida.
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8 de abril de 2017
Rico Albrecht “Fin de la partida - la deformada redistribución de la riqueza.
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