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9 de junio de 2017

Comunicado de los Ancianos del Supremo Consejo Estelar de la Federación de Federaciones Galácticas 4. 2012—Abriendo la Raíz Galáctica de la Profecía


Somos los Ancianos del Supremo Consejo Estelar de la Federación de Federaciones Galácticas. Las noticias acerca del 2012 llegaron a su conciencia debido a la apertura de la raíz galáctica de la profecía.
Antes de que les expliquemos qué significa abrir la raíz galáctica de la profecía, primero debemos hacerles saber más acerca de quiénes somos, pues de otra forma lo que tenemos que decirles pudiera no tener sentido para ustedes.
Como los Ancianos del Supremo Consejo Estelar de la Federación de Federaciones Galácticas, nosotros representamos muchos niveles y órdenes del desarrollo de la conciencia cósmica. No hay en realidad ningún otro tipo de evolución.
Quienes hablamos hemos obtenido esta posibilidad porque cada uno, a su propia manera dentro de nuestra familia de galaxia, ha pasado a través de un proceso de iniciación que comienza con volverse en un servidor planetario.
Un servidor planetario es alguien que se da cuenta de la sabiduría de sacrificar su propia individualidad – las idiosincrasias del ego individual debidas a un apego a la personalidad y a una identidad localizada – en aras del todo más grande. Tal sacrificio es llevado a cabo específicamente con el propósito de servir al planeta como una entidad viva y con la necesidad de volverse plenamente consciente.
Ningún planeta que soporte la vida se puede volver consciente excepto por el sacrificio de la conciencia individual en beneficio del planeta. Cuando la forma de inteligencia más altamente diversificada soportada por un planeta puede llegar a este logro como especie, entonces el planeta alcanza una plena conciencia. Esta conciencia es llamada noosfera, la mente o esfera mental planetaria.
Por todo el universo, hay dos tipos de planetas: planetas con noosfera y planetas sin noosfera. Los que cuentan con una noosfera son mucho menos que los que no tienen una, y es una hazaña nada común alcanzar tal estatus, aunque al final todo esté en conformidad con la ley de la evolución espiritual.
Nosotros, los que hablamos, los Ancianos del Supremo Consejo Estelar de la Federación de Federaciones Galácticas, hemos experimentado la transición de nuestros planetas huéspedes a la condición de noosfera. Hemos ascendido a niveles de conciencia sólo posibles a entidades que habitan en planetas con noosfera. Nosotros participamos en una gran red, la Unión Intergaláctica para la Evolución Suficiente. Esta Unión es una de las muchas comisiones de la Federación de Federaciones Galácticas.
Cada uno de nosotros que habla es una unidad, una pluralidad planetaria que ha logrado una especie de individuación cósmica, si bien una que ustedes llamarían una naturaleza colectiva.
El deber de la Unión Intergaláctica para la Evolución Suficiente es permanecer siempre vigilante de los planetas que sostienen la vida inteligente y que están a punto de dar el siguiente paso en su evolución: el paso a la noosfera.
Hace mucho tiempo, vimos que su planeta estaba siendo preparado. Ya los cetáceos – ballenas y delfines – habían alcanzado el nivel de noosfera preliminar. Es decir, una completa y colectiva mente telepática de toda la especie. Pero la especie humana, aunque muy avanzada en la tierra, todavía tenía que vencer la fase individualista de la evolución de la conciencia. Había muchas razones para esto, que poco a poco se tornarán evidentes para ustedes a medida que procedamos con nuestro comunicado.
Una vez que hubimos estudiado su planeta de manera suficiente para calibrar la siguiente etapa de su evolución, entonces pusimos en marcha el plan, abriendo la raíz galáctica de la profecía.
Ahora bien, sabemos que en su planeta, a lo largo de su ciclo de lucha entre la materia y el espíritu, aparecieron de tiempo en tiempo seres entre ustedes que fueron conocidos como profetas. Los profetas sólo aparecen en un medio planetario cuando el ciclo evolutivo afronta la lucha entre el espíritu y la materia. Cuando parece – desde nuestra perspectiva, por supuesto – que la materia va a aventajar al espíritu, entonces se envía un profeta.
Aunque todos los profetas traen el mismo mensaje universal de la unidad de toda la creación y de la necesidad de someter la voluntad individual a la fuerza unificadora inteligente que sostiene a la unidad, ellos siempre aparecieron dentro de un horizonte comunitario local tribal. Como resultado, eventualmente el mensaje universal se encubría en forma de un dogma localizado o sectario, expresado en palabras o terminologías que eran difíciles de traducir de un lenguaje a otro.
Pero una vez que su civilización se unificó por la conquista inevitable de la materia sobre el espíritu, el horizonte planetario se abrió. Esto es, se hizo viable la posibilidad de pensar en una escala planetaria en lugar de una local o tribal. Cuando se hizo posible considerar la planetarización de la conciencia – algo más allá de la identidad individual, tribal, o nacional – el potencial para la noosfera estuvo maduro.
Con el fin de prepararse para la noosfera – la primera etapa al convertirse en un miembro de la comunidad de la conciencia galáctica – la raíz galáctica de la profecía tenía que abrirse. Una profecía de una naturaleza verdaderamente galáctica tenía que prepararse, así como un mensajero especial para entregar esta profecía. Esto debía hacerse de tal forma que el mensaje fuera inexpugnablemente exacto para el momento en que la manifestación de la noosfera fuera la única manera en que el planeta pudiera evitar la destrucción debida al triunfo aparente de la materia sobre el espíritu.
Tal profeta necesitaría estar dotado del más alto conocimiento de la naturaleza cíclica de los ciclos evolutivos de los planetas con el potencial para la noosfera. De ese conocimiento, y con una habilidad superconsciente, ese profeta sería entonces capaz de determinar cuándo, en el ciclo planetario, la noosfera sería inminente, si prevalecieran las condiciones adecuadas.
Con ese conocimiento, él podría preparar la información profética de tal modo que atrajera la atención y fuera entendida justamente en el momento en que fuese requerida. Este no es un trabajo fácil. Por esta razón, la tarea es conocida como abrir la raíz galáctica de la profecía.

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