Dormir con el gato: ¿es buena idea hacerlo? Beneficios e inconvenientes
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Pros y contras de dormir con el gato: descubre si es o no una buena costumbre
Es difícil resistirse a dormir con el gato, como bien saben las personas que comparten su vida con uno de estos encantadores animales. Cuando tu felino se sube a la cama, se recuesta a tu lado y te mira con esos ojos… ¿Cómo decirle que no?
La cuestión es: ¿realmente hay motivos para decirle que no? ¿Dormir con el gato es beneficioso… o puede tener algún tipo de consecuencia negativa a largo plazo?
Es natural que te lo preguntes, así que en este artículo vamos a resolver todas tus dudas sobre este tema. Pero te damos un adelanto: como verás, dormir con el gato tiene una parte positiva y otra negativa, así que la respuesta final dependerá en gran medida de tus hábitos de sueño y de cómo sea tu felino, entre otras cuestiones.
Hay que señalar que, si no quieres que tu gato duerma contigo, es recomendable que empieces a enseñárselo cuanto antes, a ser posible nada más llevarlo a tu casa.
Si tu gato se acostumbra a dormir contigo, eliminar ese hábito o hacer que duerma en su propia cama, incluso aunque sea a tu lado, te resultará mucho más difícil (aunque no imposible, como te contaremos más adelante). Seguramente más de una vez comprobarás al despertarte que tu pequeño amigo se te ha vuelto a “colar” en la cama durante la noche.
4 beneficios de dormir con el gato en la cama
Empecemos por la parte positiva: dormir con el gato en la cama puede traer importantes beneficios tanto para el animal como para el dueño. Destacamos cuatro:
- Puede mejorar la calidad de tu sueño. Esto depende mucho de qué hábitos de sueño tengáis tu gato y tú, pero si vuestros horarios están más o menos alineados, no cabe duda de compartir la cama con él te ayudará a dormir mejor. Su presencia y ronroneos tendrán un efecto sosegador que te ayudará a conciliar el sueño y alejará las preocupaciones del día a día.
- Estrecharás lazos con tu gato. Al dormir juntos compartiréis todos los días unas horas de intimidad y relajación que mejorarán vuestra relación y fortalecerán vuestros vínculos. Tu gato y tú estaréis mucho más unidos.
- Reducción del estrés y la ansiedad. Es un hecho que las mascotas en general y los gatos en particular nos alargan la vida. Compartir tiempo con tu felino, dormir junto a él y disfrutar de su tranquilizador ronroneo te ayudará a superar la ansiedad, reducirá el riesgo de depresión e incluso reducirá las probabilidades de que sufras enfermedades cardíacas. ¡Casi nada!
- Olvídate del despertador. Si se te suelen pegar las sábanas y no encuentras cómo solucionarlo, tu gato te echará una mano. Incluso los felinos más dormilones tienden a madrugar mucho y, a diferencia de los despertadores… ¡Los gatos no pueden apagarse! Los toquecitos de la pata de tu peludo serán lo primero que sientas por la mañana y, pensándolo bien, ¿acaso hay mejor forma de despertarse que esa?
Aparte de estos cuatro beneficios, que son objetivos, algunas personas incluso afirman que los gatos de alguna manera neutralizan las energías negativas del hogar, algo que sería especialmente importante en la habitación en la que tantas horas pasas durmiendo.
Lo que está claro es que, si hubiera que resumir los beneficios que aporta dormir con el gato en una sola palabra, esta sería bienestar. Una sensación agradable y acogedora que nos hace sentirnos mejor a todos los niveles.
4 razones para no dormir con tu gato: así podría perjudicarte
Como ya te decíamos al principio, no todo es positivo: dormir con el gato puede implicar algunos problemas o riesgos que, si bien no son graves, sí podrían hacer que no fuera una experiencia del todo recomendable. Son también cuatro:
- Puede empeorar la calidad de tu sueño. Dormir con el gato no siempre implica dormir mejor. De hecho, puede provocar justo el efecto contrario. Los felinos son animales crepusculares, así que puede que vuestros horarios no sean muy compatibles, en especial si se trata de un gato joven (los mayores suelen ir adaptándose a los horarios de sus dueños, como te explicamos en el artículo sobre por qué los gatos maúllan por la noche). Si es así, tu gato podría interrumpir tu sueño constantemente de mil formas diferentes. Por ejemplo, mordiéndote el pelo para acicalarte, cambiando de postura…
- Si tienes alergia a los gatos, ni lo pienses. Las personas con alergia deberían evitar tener un gato en casa, pero, si el animal ya está ahí, se deben tomar una serie de precauciones básicas. Y la primera de ellas es mantener al gato y los alérgenos que porta (saliva, pelo) siempre fuera de la zona de descanso. Y por si lo estabas pensando: sí, los gatos sin pelo también dan alergia.
- Transmisión de parásitos. Este punto solo debería preocuparte si tu gato suele hacer excursiones fuera de casa. De ellas podría traerse garrapatas, pulgas o volver contagiado de alguna enfermedad zoonótica por haber tenido contacto con gatos callejeros. Pero si tu gato es totalmente casero y cuidas bien su higiene y alimentación, no deberías tener problemas de este tipo.
- Problemas de higiene. Los gatos son muy limpios… pero no dejan de ser animales. Al meterse en tu cama, tu felino podría dejar en ella pequeños restos de orina o heces, arena que se le haya quedado pegada en las patas, saliva, pelos, etc. Es decir, puede que dormir con el gato no sea una experiencia excesivamente higiénica.
Consejos para dormir con el gato minimizando los riesgos
Si considerando los pros y contras de dormir con el gato, decides que siga acompañándote por las noches, hay varios consejos que te recomendamos seguir para que la experiencia sea lo más agradable y segura posible para los dos. Toma nota:
- Evita que tu gato salga a la calle para reducir el riesgo de que vuelva con parásitos o enfermedades.
- Mantén un buen nivel de higiene: cepilla con regularidad al gato, límpiale ojos y orejas y revisa su pelo cada cierto tiempo en busca de posibles parásitos.
- Cuida también la limpieza del dormitorio: pasa el aspirador cada dos o tres días, como poco, y lava la ropa de cama a alta temperatura por lo menos una vez a la semana. Considera la posibilidad de comprar una funda antiácaros.
- Ofrécele una estimulación física y mental adecuada durante el día. O, dicho de otra forma: asegúrate de que llegue a la noche suficientemente cansado y relajado.
- Acude a las revisiones veterinarias al menos una vez al año para asegurarte de que tu gato no tiene ningún problema de salud.
- Sigue de forma rigurosa el calendario de vacunación del gato y desparasítalo interna y externamente con la frecuencia que te indique el veterinario.
En general, dormir con un gato no tiene por qué ser malo si se toman ciertas precauciones básicas. Solo es realmente desaconsejable para las personas alérgicas y en el caso de los gatos semicallejeros.
Las camas para gatos como solución intermedia para dormir con tu gato
Si decides que quieres tener a tu gato cerca de ti por la noche, pero no necesariamente en tu propia cama, una buena solución puede ser comprarle una cama para gatos. Es una opción intermedia entre tener al gato en la cama y sacarlo de la habitación por las noches.
Además de evitarte muchos de los problemas que implica tener al gato contigo por las noches, la cama para gatos también es beneficiosa para él: tendrá un rincón confortable en el que se sentirá protegido, estará a salvo de las corrientes de aire y no entrará en contacto directo con la suciedad y el polvo del suelo.
Cualquiera de las posibles opciones (dormir en la cama, dormir en una cama para gatos junto a ti o dormir a solas fuera de la habitación) es perfectamente aceptable para tu gato. Así pues, no sientas pena si crees que lo mejor para tu descanso es no tenerlo a tu lado por las noches.
Lo importante, como te decíamos al principio, es tomar la decisión lo antes posible. Desacostumbrar a un gato que lleva mucho tiempo durmiendo contigo en la cama puede ser difícil.
También es fundamental que todos los miembros de la familia traten al gato de la misma forma. Si tú no le dejas dormir en tu cama, pero otras personas sí, el gato ya acostumbrado siempre preferirá esa opción a dormir en su propio lecho
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