Los humanos no evolucionaron en la Tierra de forma natural. Durante millones de años lo que evolucionó naturalmente fueron las distintas especies de monos que la ciencia considera nuestros ancestros. Pero a partir de varios centenares de miles de años, grupos alienígenas avanzados empezaron modificando a aquellos monos primitivos para que fueran más inteligentes y diestros, a fin de poder utilizarlos en trabajos como esclavos.
A partir de ese momento, estas especies más adelantadas fueron prosperando más y más, pareciéndose cada vez menos a los monos, y cada vez más a los propios alienígenas. Otros grupos alienígenas realizaron sus propias modificaciones, crearon sus propios tipos de humanos exclusivos, insertando genes procedentes de varias razas alienas diferentes.
Esto condujo a una gran diversificación de las especies humanos, diferencias en el color de la piel, tipos de cabello y otros rasgos menos obvios. Que los aliens modificaran genéticamente a la humanidad significa tan solo que crearon nuestros cuerpos, no nuestras almas. El alma es al cuerpo lo que el conductor a su coche. Cuando una empresa fabricante de coches lanza un nuevo modelo, el conductor puede adaptarse al nuevo modelo.
La gente de hoy en día conduce modelos que lucen muy diferente a los que la gente conducía hace aproximadamente un siglo. Lo mismo ocurre con los cuerpos que nuestras almas utilizan hoy en día, en relación a los que ocupaban en los albores de la humanidad. Las distintas razas de gente que vemos hoy se originaron de diferentes grupos alienígenas, que los fabricaron para adaptarse a distintos medios y propósitos.
De hecho, los blancos con cabellos y ojos muy claros no estaban pensados para vivir en la Tierra, sino que fueron creados para existir en planetas más lejanos, en los que la luz diurna era más amortiguada. Una teoría sugiere que existía un planeta entre Marte y Júpiter que fue destruido hace mucho tiempo, obligando a sus habitantes de piel clara a evacuar al planeta próximo más compatible, la Tierra. La aparición de gente blanca en la historia humana ocurrió tan rápidamente que la evolución natural no puede explicarlo.
Dado que no es su planeta natural, sufren mayores problemas de salud, tales como sensibilidad a la luz, acné, y quemaduras solares, que las otras razas más adaptadas a las condiciones de la Tierra. El punto importante es que los humanos existen por toda la galaxia, variando principalmente en su apariencia exterior y en sus habilidades congénitas, según qué grupo alienígena lo hizo.
Mientras que algunas almas humanas se originaron sólo hace poco, procedentes del reino animal, otras son mucho más viejas que incluso la creación de las especies humanas. Estas almas antiguas existieron una vez en un estado más elevado y menos físico, pero escogieron descender en cuerpos humanos más densos, a fin de adelantar con la estimulante experiencia.
El precio fue olvidar quiénes eran realmente, vivir en condiciones primitivas y violentas durante miles de vidas, ser utilizados como esclavos, y proveer energía del alma a los grupos alienígenas negativos que habían creado aquellos cuerpos físicos. Pero hoy en día hemos llegado al punto en que estas almas antiguas pueden finalmente tener la oportunidad de recuperar sus antiguas identidades y poderes, esta vez con todo el conocimiento adicional y la fortaleza que han obtenido, por ser humanos durante tanto tiempo.
Lo que más han ganado ha sido en sabiduría y discernimiento, la habilidad de pensar y distinguir la diferencia entre la verdad y el engaño, algo que no eran capaces de hacer antes de entrar en una forma humana, porque eran aislados e ingenuos como niños inocentes y sobre protegidos.
Esta es una interpretación de la historia de Adán y Eva: dos personas inocentes (almas antiguas pero ingenuas) a las que la “serpiente” (los aliens reptiloides) tentaron para que comieran del Árbol del Conocimiento (la oportunidad de aprender a discernir) y que fueron por tanto arrojados del paraíso (la existencia etérica superior) al desierto (la existencia física).
Cuando la civilización empezó de nuevo
Lo que hoy en día se acepta como la historia de la civilización humana apenas se remonta más allá de diez mil años atrás, empezando con las escrituras grabadas en las tabletas de arcilla por las antiguas culturas de Oriente Medio, conocidas como los Sumerios y más tarde los Babilonios.
Con anterioridad a esos tiempos no se dispone de otros grandes registros escritos, por lo que se supone que antes de esos diez mil años los humanos eran cazadores y recolectores primitivos, hasta que finalmente se aposentaron en pueblos y ciudades, aprendiendo a cultivar y domesticar animales.
Esta versión de la historia, enseñada en las escuelas, es trágica y peligrosamente incompleta.
Miles de años antes incluso de que aparecieran los Sumerios florecía una avanzada civilización denominada de los Atlantes. Abarcaba varios continentes y poseía una tecnología incluso más sofisticada que la nuestra actual. ¿Cómo se las compuso esta avanzada civilización para llegar a ser poco más que primitivos cazadores y recolectores, que posteriormente desarrollaron las antiguas culturas que conocemos?
Atlantis se vino abajo al ser devastada por un desastre global. La leyenda dice que el continente de Atlantis fue barrido por una inundación, hundiéndose bajo los océanos como castigo por haberse corrompido y maleado. Las cumbres de las montañas se convirtieron en islas rodeadas de agua, hacia las que se refugiaron con sus barcos los supervivientes de la inundación. Estos supervivientes utilizaron entonces el conocimiento, y la tecnología que habían rescatado, para construir asentamientos y empezar de nuevo la raza humana. Pero su conocimiento y tecnología fue paulatinamente perdiéndose a través de generaciones de turbulento crecimiento y migración.
Diferentes regiones se convirtieron en el hogar de diferentes grupos de supervivientes, que permanecieron aislados unos de otros, algunos degenerando rápidamente, y otros desarrollándose de forma rápida hacia niveles más avanzados para acabar sucumbiendo a la guerra, la inanición o la enfermedad.
Se desarrolló una división entre la minoría sofisticada de supervivientes, que conservaban su elevado conocimiento y tecnología, y la mayoría que se degradó en culturas primitivas. Los sofisticados se escondieron viviendo en bases subterráneas, cuevas, montañas remotas, y fortalezas imponentes. La mayoría para ganar el tiempo suficiente para trabajar con cualquier grupo alienígena, deseoso de ayudarlos a concebir y llevar a cabo un plan a largo plazo para reconstruir la civilización humana.
Cuando estuvieron preparados, se aventuraron en el exterior, y enseñaron a las masas primitivas cómo cultivar la tierra y domesticar animales, siendo a menudo percibidos como dioses benevolentes por los primitivos. El resto es historia.
Tras la caída de Atlantis, los supervivientes más avanzados, que se convirtieron en arquitectos de la nueva civilización, acordaron que era necesario reconstruir las cosas desde abajo, para borrar la memoria de aquel cataclismo y encubrir los que se fueran produciendo, a fin de que finalmente la humanidad se desarrollara una vez más en un escenario avanzado, aunque estable y controlable.
A partir de entonces, la Tierra ha sufrido varios desastres, que van desde una antigua guerra nuclear, hasta el bombardeo por objetos procedentes del espacio exterior. Sin embargo, todo esto nos ha sido ocultado, a excepción de las pocas migajas de verdad preservadas en mitos y textos religiosos. Por ejemplo, la Tierra fue alcanzada hacia el 535 A.C. por una lluvia de fragmentos incandescentes de cometas, que sumergieron a Europa en una Edad Oscura. Sin embargo, también esto fue encubierto, y lo que hoy se nos enseña es que la Edad Oscura empezó cuando el Imperio Romano fue invadido por las hordas bárbaras, omitiendo mencionar que si los bárbaros pudieron hacerlo fue porque el Imperio se hallaba debilitado por el caos de los incendios.
El punto está en que lo que se nos enseña sobre la historia es intencionadamente incompleto, y parcialmente falso, para que, manipulando nuestra percepción del pasado, los controladores puedan manipular nuestra creación del futuro hacia uno en el que conserven e incrementen su poder.
Desde luego, la ciencia moderna no reconoce este gran cuadro de la historia porque, según su punto de vista, no existe evidencia suficiente para mantenerlo. O más bien, su versión aceptada de la historia está construida a partir de falsas suposiciones, basadas en evidencias incompletas, que han llegado a estar tan profundamente arraigadas en las mentes de los arqueólogos que cuando descubren algo que no encaja con su versión de la historia, o bien lo mantienen oculto, y destruyen las evidencias, o salen al paso con una excusa para explicarlo como si fuera cualquier otra cosa.
Lo hacen así para evitar perder sus puestos trabajos, además de ser tildados de locos o de impostores si osan proponer una idea, juzgada imposible por otros arqueólogos y científicos de mente cerrada.
Esta ignorancia no es un accidente; más bien es el resultado intencionado de un “alto” sistema educativo que anima la supresión de la verdad. Las universidades y organizaciones científicas reciben subvenciones sólo para investigar aquello que sirve al Sistema de Control negativo (“Sistema de Control”) que impregna nuestro mundo.
Mientras la gente crea que la humanidad ha progresado continuamente desde los primitivos cavernícolas, hasta la moderna civilización tecnológica, sin reveses cataclísmicos, continuará sintiéndose segura para el futuro, y depositará su confianza y esfuerzo en sus actuales estilos de vida, porque el futuro vendrá para recompensarles.
Pero si descubriera que hace doce mil años, una civilización avanzada fue repentinamente barrida, y que lo mismo podría sucederle a nuestra civilización en cualquier momento, su fe en el futuro se debilitaría. En lugar de sacrificarse a sí mismos por las promesas económicas de la granja de energía, para que un día puedan recoger sus fondos de pensiones y disfrutarlos, podrían cambiar sus prioridades y hacer lo que les hace felices ahora en lugar de más adelante.
También conduciría a plantearse preguntas tales como:
- ¿qué tecnología utilizaban los antiguos, y cómo funciona?
- ¿por qué se ha escondido la verdad durante tanto tiempo?
- ¿cuánto tiempo tenemos antes de que la Tierra sufra otro cataclismo?
Incluso el conocimiento de cómo construyeron los antiguos las pirámides, o propulsaban sus artefactos voladores, podría conducir a pavorosas consecuencias si empezásemos a utilizar esas tecnologías, en lugar de seguir pagando a las empresas eléctricas o petrolíferas por su energía, o a la industria aeronáutica por sus viajes.
Por encima de todo, significaría el debilitamiento del Sistema de Control.
Por eso es que la verdad ha sido fuertemente suprimida, para mantener las cosas estables y predecibles.
Fuente: bibliotecapleyades.net
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