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24 de noviembre de 2017

Los Anunnaki - El Gran Diluvio


El Gran Diluvio
El relato del diluvio es casi universal.

El mismo narrativo existe en los registros escritos de varias civilizaciones antiguas estando presente no sólo en el Génesis bíblico sino también en las epopeyas mesopotámicas antiguas, los escritos mitológicos griegos y la literatura hindú.

Sin embargo, la versión más antigua de este relato se encuentra entre los textos sumerios que datan del tercer milenio AEC. La Lista Real Sumeria, una cronología de las dinastías reales antediluvianas, coloca la fecha del diluvio en un tiempo alrededor de 10,000 AEC.

Este hecho es bien significativo ya que dicha fecha corresponde al final del último período glacial.

La versión judeocristiana de este relato busca hacernos creer que Yahvé envió el diluvio porque la Humanidad antediluviana se había corrompido con su mestizaje con los "ángeles caídos".

En el Libro de Génesis se afirma que el corazón de todo hombre (salvo Noé y su familia) se inclinaba sólo al mal (Génesis 6:5). Los narradores bíblicos quieren convencernos de que el genocidio planetario llevado a cabo por su dios extraño no sólo fue necesario sino justo.

Sin embargo, las versiones mesopotámicas originales relatan una historia distinta a la del plagio hebreo posterior.

En el Poema de Atrahasis acadio, vemos que el ruido de los Hombres empezó a molestar a algunos de los dioses, sobre todo a Enlil, el hermanastro de Enki, y por lo tanto el Concilio Celestial de Anu tomó la decisión de arrasar con el mundo humano.

Aquí la expresión ruido, cuyo equivalente en el texto acadio original es rigmu, puede incluir los matices semánticos de rebelión y sublevación (Kvanvig, 2011). ii

El Hombre se había vuelto más inteligente y por ende incontrolable gracias a la sangre divina que se le añadió al género humano a través de su mestizaje con los Igigi o 'hijos de los dioses'.

Por lo tanto, el Hombre ya no podría ser un simple trabajador de los Dioses y en ese sentido su rebeldía era justa y natural.

Además, contrario a las acusaciones de la Biblia que culpa a toda la Humanidad, en la versión mesopotámica más antigua encontramos un episodio en el que Enki, tras salvar a la Raza Humana en contra de la voluntad del Concilio Celestial, defiende a sus hijos humanos y explica que los dioses no deben castigar a la Humanidad entera por los crímenes de unos pocos (Atrahasis 6:16-19).

Aquí el benévolo Enki da a entender que los criminales dignos de ser castigados fueron sólo un pequeño grupo minoritario.

¡La inculpación bíblica de que "todo designio de los pensamientos del hombre era de continuo el mal" fue nada más que un pretexto engañoso para justificar el exterminio ilícito de nuestra raza entera!

Ahora vamos a ver cómo sucedió el diluvio y cómo la Raza Humana lo sobrevivió.

En aquel tiempo la civilización humana florecía y los Hombres, ya potenciados por su mestizaje con la sangre divina de los Igigi, se multiplicaban enormemente.

Su ruido empezó a molestar a Enlil que aún moraba en su santuario terrestre.

Enlil se quejó del ruido de los Hombres y convocó una reunión entre los dioses altos. En aquel entonces Enlil aún no quería a la Humanidad y conservaba la misantropía que había heredado de su padre Anu (Yahvé).

Mucha gente piensa erróneamente que Enlil fue responsable por el diluvio contra la Humanidad. Sin embargo, en el Génesis de Eridú sumerio, la versión más antigua del relato del diluvio, vemos que fue Anu el que proclamó el mandato de destruir el mundo humano (Génesis de Eridú 98-100).

Del mismo modo, en la versión babilónica presentada en la Epopeya de Gilgamesh, Anu es el primero en prestar su juramento de exterminar a la Humanidad y luego él es seguido por los otros dioses altos.

En fin, el verdadero artífice del genocidio es nadie más que Anu, el mismo Anu que se opuso a la iluminación del Hombre y luego lo maldijo en el Huerto del Edén.

En el Concilio, Enki se vio obligado a prestar su juramento de destruir a la Raza Humana, pero luego él engañó a sus compañeros divinos y le advirtió a su devoto leal Ziusudra, el rey enkista de la región de Shuruppak, apareciéndole en una visión y contándole lo que tramaban Anu y sus secuaces.

Enki le enseñó a construir un vehículo para la salvación de su linaje. Tengamos en cuenta que el relato de Ziusudra es mucho más antiguo que el plagio bíblico del Arca de Noé por milenios.

Cuando el diluvio llegó y las aguas subían, Enki rescató a Ziusudra y a muchos Humanos de su linaje de las olas mortíferas.

El diluvio fue ocasionado por los Anuistas que utilizaron su tecnología climatológica extraterrestre para cambiar la temperatura del planeta y derretir los casquetes de hielo que cubrían el norte de nuestro mundo.

Por otro lado, Enki usó sus naves avanzadas para evacuar a sus hijos humanos y salvar su semilla genética.

Es importante notar que el salvador del Hombre siempre es Enki, el dios rebelde, en todos los relatos diluvianos pre-bíblicos. En las versiones mesopotámicas, es Enki-Ea, el Ushumgal del Santuario de Eridú (la Serpiente del Edén), quien se rebela contra el Concilio de Anu y salva a Ziusudra.

Del mismo modo, en la versión griega, es Prometeo, el mismo dios benévolo que se opuso a los Titanes y le entregó al Hombre el Fuego de los Dioses, quien trastoca el plan de las deidades malévolas y salva a Deucalión.

Y asombrosamente, según el relato hindú, es Matsia, el primer avatar de la divinidad, quien salva a Manu, el hombre sabio, de la destrucción de las aguas.

En Sánscrito Matsia significa 'pez' y su avatar tocayo era una deidad pisciana. ¡Recordemos que en la cultura sumeria Enki, el señor de las aguas, era asociado al pez!

Todos los relatos pre-bíblicos señalan que Enki fue nuestro salvador de modo unánime.

Sólo la Biblia adscribe el acto salvífico a Yahvé.
 


 


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